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El cartel en la vida de la Escuela: Ejercer el saber

Por: Clara María Holguin

La vida de la Escuela no es una biografía, se asienta en un deseo, el deseo de Lacan. Fórmula que evoca tanto el deseo que habita a Lacan como el que se tiene por él y su causa, la Escuela.¿Cómo dar vida a este deseo, que no es otro que el de hacer existir el psicoanálisis?

La propuesta, “el cartel en la vida de la Escuela”, nos interroga sobre  la manera de hacer una  Escuela viva y deseante y no engüida por la pesadez de la burocratización, de la masificación y el efecto de pega de todo grupo, es decir, que la vida de Escuela gire alrededor de un vacío, un no saber, que el matema SA/ escribe.

Lacan propone dos dispositivos -acordes a la estructura misma de la Escuela- el pase y el cartel.

Dejo por el momento el pase para centrarme en el cartel, no sin hacer resonar que en uno y otro algo pasa. Si en el primero pasa la experiencia analítica de uno a otro, en el segundo se trata de hacer pasar un saber, bajo la forma de transferencia de trabajo.  

El Cartel que nace en el Acto de fundación, afina su formalización en la disolución de la Escuela Freudiana de París, para insistir en la renovación de éste como órgano base de la  Escuela, es decir, como El  medio para realizar el trabajo del psicoanálisis.

El dispositivo del Cartel, en tanto medio que sirve para hacer pasar el trabajo en la Escuela, es insoluble en nuestra formación y un instrumento propicio para contrariar el malestar propio de la institución y la época. Es una propuesta subversiva y antisegregacionista.

Al tiempo que privilegia la identificación horizontal y la elaboración colectiva, sin jefe ni autoridad jerárquica, privilegia lo heterogéneo y lo dispar, sustituyendo la vieja organización del curso magistral que instituye el lugar del Otro que sabe, para dar lugar a una formación continúa y permanente. El Cartel sustituye las jerarquías propias de la burocracia de la institución analítica, en una organización arremolinada que gira alrededor de un agujero y de ese modo opone al poder, el saber, haciendo del cartel una máquina de guerra contra el “didacta”, contra las beatitudes y las suficiencias.

El Cartel como grupo que no tiene necesidad de grupo, introduce el problema de la identificación para proponer un tipo de identificación sin Otro,  que Miller llama identificación con el trabajador decidido, aquel que trabaja por la causa analítica, colectivizando-se, mas no identificándose.

Este particular grupo que se encuentra fuera de los conjuntos de los grupos y de toda  jerarquía, se opone a la comunidad religiosa y el poder, convirtiéndose en un digno partenaire de la Escuela, en la medida en que se orienta por la lógica del no-todo.

En tanto que “nudo” mantiene el agujero, varios se juntan alrededor de un no saber, tomando como punto de partida el rasgo singular de cada participante, para producir un  nuevo saber. El trabajo del Cartel permite confrontarse al saber, renovarlo hasta apropiarse de él y ejercitarlo.

Si de un lado apunta a despertar del sueño dogmático de toda burocracia institucional y grupal, del otro, tiene como objetivo  la producción de un saber que se pueda “ejercer”. En ese sentido, se puede decir, el cartel funciona como síntoma, hace nudo. Anudar no es homogeneizar, no es tampoco hacer valer el Uno jerárquico sobre las diferencias, sino hacer valer en cada caso, un Uno (Más-uno) que descompleta el Uno del grupo.

El Cartel en la vida de la NEL.

El Cartel en la NEL tomó desde hace ya algún tiempo un lugar relevante. Nos apropiamos del deseo de Lacan, retomando su “plan”,  hasta hacer del Cartel un instrumento político, un  modo de “hacer lazo y tejer un saber.[1]

Además de ser “puerta de entrada” a la Escuela, produciendo una proximidad a ella, tanto para quienes están afuera como para los que están adentro, ha sido un articulador entre lo Uno y lo múltiple, sirviendo para animar la vida de la Escuela en tanto que dispositivo privilegiado en la preparación de Jornadas, Congresos y Encuentros que bajo diversas modalidades, presenciales y/o virtuales, tradicionales y  flash,  dan cuerpo al trabajo de Escuela.

El Cartel en nuestra Escuela se propone como puerta de entrada a lo “joven” y especialmente a lo “nuevo”, al amor en tanto real que encarna la transferencia de trabajo:   Hace posible tanto la producción de un saber en el régimen del no-todo como la transmisión de un deseo de saber vivo y no opaco propio del discurso analítico.

El Cartel como experiencia de trabajo no permite que la inercia, la rigidez y la repetición se convierta en el significante amo de la vida de la Escuela, sino que ella esté abierta a la contingencia y la improvisación de un saber alegre, gai-savoir. Allí será posible reinventar y modificar el saber, en tanto se incorpora y ejercita. Es así, que pienso que el Cartel puede ser parte de la vida de la Escuela.


[1]Velasquez, C. Saber y lazo.  Intervención presentada en la Jornada de Carteles NEL-Bogotá, Septiembre 22 de 2018, conexión virtual (Responsable de Comisión de Carteles de la NEL. Periodo 2014-2016)

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