El Tiempo Salvador Dali

Los tiempos del cartel

Nohemí Brown

Um bom poema
Leva anos
Cinco jogando bola,
Mais cinco estudando sânscrito,
Seis carregando pedra,
Nove namorando a vizinha,
Sete levando porrada,
Quatro andando sozinho,
Três mudando de cidade,
Dez trocando de assunto,
Uma eternidade, eu e você,
Caminhando junto
P. Leminski

Sabemos que el cartel tiene un tiempo limitado de funcionamiento, máximo dos años. A pesar de haber la propuesta de un tiempo cronológico, no es el único tiempo en juego en el cartel.

El tiempo es un instrumento propio de la experiencia como el poeta del epígrafe nos transmite: hay momentos y escansiones necesarias para que se produzca algo. O como J.-A. Miller lo indica: “El saber requiere de tiempo porque implica escansiones que pueden aportar resultados parciales, pero que llevan a cabo la mutación del problema inicial”.1 Miller, J.-A. Los usos del lapso. Paidós: Buenos Aires, 2005, p. 218.

El producto de un cartel, podemos decir, es la extracción de una experiencia de interacción: de los enredos, de las conexiones que se hicieron a lo largo de los encuentros en este dispositivo. El saber y las ideas no son cosas propias, sino elementos construidos en una transversalidad de intercambios, para los cuales sería imposible atribuir todas las referencias. De ahí, que sea importante destacar que la enunciación está siempre articulada al enunciado, pero en una posición diferente de la autoría, de la repetición o de la citación. Lo que implica un trabajo y diversos tiempos.

Entre la formación y el funcionamiento de un cartel: hay tiempos.

Entre la formación de un cartel (un grupo de personas que se elige en función de un tema y escoge al Más-uno) y su inscripción en el catálogo de la Escuela hay un intervalo. La inscripción, podemos pensarla no del orden de un tiempo burocrático, sino del orden del deseo. La inscripción implica, en el mejor de los casos, un tiempo y un acto. Es decir, un cálculo o una apuesta sobre el momento de la inscripción: ¿Por qué inscribirlo? ¿Está de hecho funcionando como un cartel? ¿Por qué en este momento? Al final de cuentas, esa inscripción es un acto realizado por el Más-uno que lo declara a la Escuela y que, al mismo tiempo, puede tener efectos importantes para el propio cartel, efectos que es fundamental recoger y saber leer.

Considerar la inscripción de esta manera, implica localizar una lógica y un tiempo diferente del simple registro automático de carteles. Trátase de circunscribir un tiempo que considera que hay algo de inaprehensible y de anti-burocrático en el cartel.

Se trata de considerar lo que opera en el intervalo que va de la formación del cartel a la instalación de un funcionamiento que toma en cuenta la enunciación y la implicación que se hace presente en cada uno de los miembros. La implicación y la enunciación son algo del orden de lo incomparable. Lacan a través del cartel invita, a cada miembro que participa de él, a traer su pregunta, su cuestión propia y a colocarla a trabajo, para subjetivar los enunciados y extraer de ellos una enunciación.

II El cartel es contemporáneo de la Escuela.

Sabemos que en Acto de fundación (1964), en ese momento inaugural, fue cuando Lacan propuso el Cartel como un dispositivo de su Escuela, el Pase fue poco después. Entonces, aunque podamos encontrar los antecedentes del Cartel en el texto “La psiquiatría Inglesa y la guerra”2 Lacan, J. A psiquiatria inglesa e a guerra. In: Outros escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar ed., 2003, p. 106-126. (1945), el cartel como dispositivo llevó su tiempo, casi 20 años, para ser elaborado y fue propuesto en el momento que fundó su Escuela. En este sentido, el cartel es contemporáneo3 Agamben, G. “O que é a contemporaneidade?” e outros ensaios, Chapecó: Argos, 2009, p. 55-75. Esta idea de contemporáneo, en cuanto al tiempo, puede ser problematizada a partir de G. Agamben, quien puntúa lo ‘contemporáneo’ como la dimensión viva del tiempo y no simplemente referido a una época. Lo contemporáneo, para él, es “una singular relación con el tiempo”, sin que se mantenga sobre la época una mirada fija.  Para él, “Contemporáneo” no sólo es aquel que, percibiendo lo obscuro lo hace presente… es también aquel que dividiendo e interpelando el tiempo, está a la altura de transformarlo y de colocarlo en relación con otros tiempos, de leer en ello de un modo inédito…. de la Escuela.

Cuando Lacan funda su Escuela, él propone el trabajo en ella, en esos pequeños grupos llamados carteles.

El cartel es contemporáneo de la Escuela. Si pensamos contemporáneo a partir de G. Agamben4Agamben, G. “O que é a contemporaneidade?” e outros ensaios, Chapecó: Argos, 2009, p. 55-75. que destaca como “una singular relación con el tiempo”. Se trata de extraer la dimensión viva del tiempo y no simplemente referido a una época. Lo contemporáneo para Agamben se refiere a una posición, la de percibir lo que está oscuro y hacerlo presente, pero no sólo, interpelando el tiempo, está a la altura de transformarlo y de colocarlo en relación a otros tiempos. Se trata de saber leer de modo inédito lo que se presenta. Por eso me llama la atención la idea de Agamben, implica una dimensión viva del tiempo, una manera de estar a la altura de la Escuela que permita leer de modo inédito el campo abierto por Freud.

El cartel no es un medio entre otros, es el medio para realizar el trabajo en la Escuela. Por lo tanto, no podemos pensar el cartel sin Escuela, pero ¿podría haber Escuela sin carteles?…

Llama la atención, con relación al tiempo de funcionamiento de un cartel, que en 1964 Lacan indique una temporalidad un tanto imprecisa: “Después de cierto tiempo de funcionamiento, a los componentes de un grupo les será propuesta la permutación para otro”.

El tiempo es impreciso, pero limitado. Esto es, implica la anticipación de una disolución del grupo, un momento de concluir, pero también la posibilidad de permutación como una vía de recomenzar y relanzar el deseo.

Es en D’Écolage (1980)5Lacan, J. D’Écolage. In: Manual de cartéis. Belo horizonte: EBP e Scriptum, p. 13-16. donde Lacan destaca la disolución y la permutación como tiempos fundamentales. En ese texto, donde Lacan juega con el significante D’écolage, (décollage -despegar, desprender, de-Escuela), justo en ese momento de disolución él preserva el cartel como algo importante para mantener en su Escuela. En esa versión más apurada, él esclarece el propósito del tiempo limitado: “para prevenir el efecto de cola, la permutación debe ser realizada al final prefijado de un año, máximo dos”.

El tiempo limitado y predeterminado en función del cual el cartel se constituye, tiene como consecuencia la aceleración y la anticipación de su disolución. Se sabe que va a terminar y hasta cuándo puede durar, lo que puede precipitar el esfuerzo de trabajo. No es un tiempo continuo “hasta que el cuerpo aguante”. La disolución y la permutación son artificios contra la homeóstasis, el pegoteo y la somnolencia del grupo.

III La precariedad y el cartel

Considerando la cuestión del tiempo en el funcionamiento del cartel, cabe destacar que siempre hay algo del orden de una precariedad. Las reuniones de cartel no están marcadas por una centralidad absoluta en una doctrina o ideología, ni en una estructuración rígida en cuanto al número, duración o frecuencia de reuniones.

Sobre la precariedad, Franco Berardi, filósofo italiano, en Depois do futuro6Berardi, F. Depois do futuro. São Paulo: Ubu, 2019. , hace una reflexión y nos da una idea de una dimensión de la precariedad como un modo de vida muy actual. Para él, la precariedad es fruto de la desilusión con la idea del progreso del conocimiento de la ciencia para gobernar y ordenar de forma más efectiva el mundo. Lo que él destaca es que las premisas filosóficas, estéticas y sociales que diseñaron la expectativa de futuro se deshicieron y, como consecuencia, produjeron una ruptura en la credibilidad de un modelo progresivo de futuro. Se trata de la desilusión de un tiempo que se dirigiría en dirección al progreso. Lo que restó de eso fue una paralización de la voluntad, que para él es la precariedad. Desde este punto de vista, la precariedad afecta los lazos sociales y la composición de la sociedad.

En este sentido, llama la atención que Lacan, en la formalización que hace del cartel en D’Écolage, parta de un cuestionamiento de la idea de progreso. Él coloca que del cartel “no se espera ningún progreso que no sea una exposición periódica, tanto de los resultados, como de las crisis de trabajo”.7Lacan, J. D’Écolage. In: Manual de cartéis. Belo horizonte: EBP e Scriptum, p. 14.   El trabajo en cartel no se coloca en una línea de progreso, si no de efectos, de restos, de momentos,… de un tiempo un tanto precario podríamos decir. Sin embargo, un precario que da lugar al deseo de cada uno y que puede producir efectos de sorpresa con relación al saber y no de devastación que es a lo que Bernardi se refiere.

Incluso cuando un cartel no funciona y se disuelve ‘antes de tiempo’, cosa que no es poco frecuente, nos hacemos preguntas. De alguna manera nos coloca a trabajo, aprehendemos de lo que pasó en él. Introducimos un tiempo para elaborar sobre lo que aconteció en cuanto crisis. Se trata de extraer de lo que fracasó el punto vivo de la experiencia.

Precario podemos pensarlo, pero fundamental. Es un Trabajo que implica “restaurar la lámina cortante de la verdad del campo abierto por Freud”.8Lacan, J. Ato de fundação. In: Outros escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar ed., 2003, p. 235. .

El trabajo en cartel debe ser realizado por cada miembro, es decir, es fundamental que cada uno coloque algo de sí, pues se trata de producir, no de acumular información como en el discurso universitario, en un tiempo continuo; sino de extraer y de decantar, en diferentes tiempos, un saber que no excluya lo que opera en cada uno de sus miembros.

IV El cartel, abierto a la contingencia, pero no disperso.

Podemos decir que no hay “El cartel”, hay carteles singulares. Cuando participamos de un cartel, siempre uno es diferente del otro. Tanto como cartelizante como Más-uno. Incluso a veces parece haber un deseo de cartel más fuerte que otras. La contingencia es del orden de lo inevitable.

Hay un cierto automaton que es importante preservar en el cartel. Lo que interesa es que sea serio, en el sentido de que constituya serie: serie de encuentros, serie de lecturas, serie de cuestionamientos, etc., pero siempre abierto al encuentro, es decir, a un no saber central. Abierto a la sorpresa a la cual se es convocado

En este sentido, se puede pensar esa dimensión de precariedad en el cartel del lado de la contingencia. Así, el cartel es un dispositivo de trabajo en el que cada uno coloca algo de sí, va contra la parálisis de la voluntad. Tiene coordenadas precisas, algo del orden de lo necesario, pero está abierto a las contingencias, que no van separadas de la cuestión epistémica. Se trata de un dispositivo para producir lo imprevisto en el saber. Se trata de la contingencia relativa a una ética de la enunciación.

El cartel acoge la contingencia de ese tiempo imprevisto, en el que está en juego la cuestión epistémica. La enseñanza en el cartel también es considerada en la transmisión del producto de cada uno, en una temporalidad particular al conjunto de la Escuela. Ese es un tiempo importante del cartel. El momento del recorrido de cada uno de sus miembros. En el cartel se puede inventar una manera propia y personal de trabajar con los otros. Y la transmisión es contingente en su elaboración.

Es fundamental que el cartel se sustente en sus coordenadas precisas: tiempo limitado, permutación, número específico de participantes y no jerárquico.

Entre la prisa y las consecuencias

La importancia del tiempo podemos problematizarla aún más, desde la dimensión de la prisa que puede precipitar la elaboración o puede precipitar impases. También puede ser pensado desde el tiempo lógico: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. Y me parece importante preguntarnos sobre los carteles fulgurantes o relámpagos. Carteles de una sola reunión, por ejemplo. Son usos del cartel que pueden renovarlo, pero también banalizarlo. No se trata de hacer una ortodoxia del cartel como nos recuerda Marie-Hélène Brousse9Brousse, M.-H. Sobre o cartel fulgurante. In: Manual de cartéis. Belo Horizonte: Scriptum, EBP-MG, 2000, p. 55-61. , sino de respetar sus principios, de hacer de él un instrumento de trabajo en psicoanálisis que puede, en ocasiones, tener efectos de formación. Se trata de hacer uso de la buena manera. Esa me parece una dirección interesante.

Mauricio Tarrab con relación al buen uso del cartel hace una observación muy pertinente. Él destaca que se trata de colocar a prueba los dispositivos inventados por Lacan, no de creer en ellos. Se trata de colocar a prueba la política que implica la orientación hacia lo real y sus consecuencias al nivel del grupo. En este sentido, consiste en colocar a prueba el cartel como dispositivo para verificar, para qué nos sirve en la Escuela y que usos hacemos de él. 10Tarrab, M.  Una política por el cartel, entre ideal y Wirklichkeit “realidade efectiva”. Disponível em: http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/etextos/carteles/textos/tarrab.html Este me parece un desafío importante si queremos mantener el buen lugar del cartel en nuestras Escuelas.

Como sabemos el cartel implica un número limitado de participantes. No es el anonimato de la masa lo que está en juego, cada uno está en nombre propio e implicado desde su cuestión. En este sentido, si los carteles tienen una estructura no jerárquica e incluye la permutación, eso se da porque se busca favorecer la elaboración del saber de cada uno de sus miembros, que se desprende de su relación con el discurso analítico.

Además, el saber en el cartel implica cierta satisfacción. Una relación “alegre” con el saber y, entonces, puede durar hasta que es divertido. Cuando deja de ser ‘divertido’ puede transformarse en otra cosa. Podemos decir, se trata de una erótica del cartel vinculada al deseo.

Es función del Más-uno celar para que los intereses individuales no se disuelvan o se masifiquen en el grupo. Que no quede un grupo tan suelto que no tenga un punto en común lo suficiente para sustentar el enlace entre sus miembros o con una cohesión que no dé lugar al furo (agujero) que enlaza el trabajo. El cartel no vislumbra ni el pegoteo ni la dispersión.

Se trata de provocar el trabajo bajo la forma de la elaboración. Pero como no hay tendencia al trabajo, sino a la pereza, es necesario que la elaboración sea provocada. El Más-uno tiene que saber hacer con eso, provocar, inventar, desde su singularidad cierto “despertar”, ciertos instantes de despertar. Cuando se identifica al lugar del saber, todos duermen y el tiempo no pasa…

El cartel es una operación que enlaza 4 + 1 y que tiene en su horizonte la Escuela. En este sentido, se trata de una apuesta renovada a cada vez en el cartel como un modo de estar en la Escuela y de hacer Escuela. Los tiempos implica el cuerpo vivo y el cartel como órgano de base de la Escuela que puede ser el corazón que la mantiene pulsando.

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