A partir del enunciado de Lacan en la Proposición, «La Escuela no es la que únicamente distribuye una enseñanza, sino que instaura entre sus miembros una comunidad de experiencias cuyo meollo está dado por la experiencia de los practicantes», (Lacan, «Proposición del 9 de Octubre del 67), les comparto mi experiencia como Cartelizante y como Más Uno. Participar en un cartel ha sido un modo de tratamiento de la alienación al saber y a los grupos, del no todo y de la soledad de la experiencia de saber, del fantasma que todo lo desvirtúa, del goce uno, en mi relación con la causa analítica, adicional al de la Escuela y el del análisis.
Es a partir de lo más singular, del propio real, que cada cartelizante puede nombrar lo que es la experiencia.
El Cartel como una forma de tratamiento del vacío de saber (efecto simbólico)
Todo en la experiencia humana se fundamenta en un imposible, un imposible de decir, de escribir, de representar. Es la experiencia del vacío, del no-todo, de lo absurdo; pero la que atañe principalmente al Cartel es la imposibilidad de saber.
Desde el axioma anterior, debe reconocerse que el saber que portamos tiene una consistencia supuesta, un contenido apócrifo y falsificado, de un lado, y del otro, que es un saber agujereado, no todo. Desde su vacío o agujero se hace posible que el decir sobre ese saber incompleto sea singular, que sea uno diferente respecto a todos los demás.
Permite también una movilidad y por consiguiente es propicio a ser modulado hacia un «buen decir». Esas son ventajas, pero también tiene cadencias perjudiciales: El saber es propenso a anudarse desde su agujero y alienarse, es decir, a servir de medio de identificación; es propenso a funcionar como certeza, el saber se presta a adoptar una consistencia tipo piedra en la que la totalidad del ser se apoya. También puede volverse el objeto real que completa al Otro, como tantos propósitos psicóticos. El saber tiende a la certeza, al delirio. Es decir, de diferentes formas el saber tiende a ocultar o a taponar la hiancia.
El Cartel es un dispositivo contra esas tendencias del Saber. Por medio de un dispositivo encuadrado, con sus reglas estructuradas para su funcionamiento, se cuida para que surjan las singularidades. Es un dispositivo democrático pero expuesto al azar. Es por todo ello un lazo social nuevo el cual deberá estar por encima de las voluntades (fantasmas) individuales. Algo adicional, el Cartel se orienta a producir, más que un nuevo saber, una nueva posición respecto al saber, la cual no se producirá si no se consiente al dispositivo y es de estas transformaciones que es posible hacer una transmisión a la Escuela.
El cartel y el registro imaginario
El cartel moviliza la dimensión imaginaria o fantasmática respecto al reconocimiento del deseo del Otro. Muchos de esos efectos son a partir del Otro, de lo que cada uno supone del Otro, o sea que el fantasma se activa en la participación: Originalmente hay una motivación y sugestión para el trabajo que Guy Trobas dice se corresponde a una posición histerizada de cada participante respecto al Amo que lo referencia; pero luego esos efectos varían de diversa manera: como bloqueo, como impedimento, como activismo, como incomodidad, como insatisfacción; la ficción de unidad respecto al saber, y en la relación a los demás, los celos, las simpatías, la rivalidad, la agresividad y la competencia. Suscita la adopción de ciertos semblantes: como la mascarada o impostura que suplen el desencuentro y capturan el deseo del Otro. Provoca un efecto en el acto, al incitarlo, precipitarlo, darle una modalidad singular de potencia satisfactoria o insatisfactoria, pero también puede inhibirlo de alguna forma. Es la obscenidad imaginaria que se puede desencadenar.
El cartelizante tendrá que aceptar la imposibilidad propia del deseo, lo que se vivencia como sustracción, el menos fi (-ᵩ) respecto a los demás compañeros del cartel. Esta imagen negativizada, algo ajena, extraña, más bien incómoda, tiene el poder de instalar y movilizar el deseo del sujeto en el Cartel.
Lo Real y Cartel
También debo decir que desde la invitación a encarnar la función del Más Uno fue que me percaté de lo Real en el Cartel, al reconocer que en él se ponen en juego dimensiones más allá de la subjetividad y la individualidad, es decir, más allá el yo, de los ideales, del deseo de saber y de las identificaciones. Es lo que G. Brodsky nos muestra referido a la formación del analista pero que creo posible hacer extensivo al funcionamiento del Cartel: «Más allá de lo imaginario y de la obscenidad que anida en todo grupo, hay un real en la formación del analista que no deja de manifestarse como síntoma en las diferentes formas institucionales que el analista se da. Lo real ex – siste (e insiste) más allá de los dispositivos simbólicos (estatutarios, comisiones, reglamentos, etc.) que inventemos para circunscribirlo. !Por el contrario!, cuanto más lo circunscribimos, más brilla».
Lo novedoso que podemos reconocer a partir de los desarrollos de Lacan, es que para que aparezca lo Real es necesario que haya semblantes ordenados, contrario a lo que se suponía en el sentido común, que lo real anteceda a ese ordenamiento, como si «el demonio» antecediera al género humano. Es lo que sostiene J. A. Miller en «Política Lacaniana». Ello implica que el orden del dispositivo del cartel, así como el orden de la institución, y el orden de la estructura psíquica, son condiciones propicias y necesarias para que lo real aparezca.
¿Qué es lo real? En el Seminario XXII y XXIII se encuentran varias referencias o definiciones de Lacan sobre lo Real: «Lo Real se demuestra por no tener sentido…». «El saber depende de las relaciones con lo simbólico el cual se encarna por un material como significante….…En lo Real tocamos un saber bajo una muy otra forma, con ese agujero del que hablaba…». «Lo Real existe como imposible y hay que demostrarlo aunque por su misma esencia sobrepase el decir». «Lo real está caracterizado por anudarse. La angustia va a dar su sentido a la naturaleza del goce, como equivalente de lo real»….»Yo hablo de lo real como imposible en la medida en que creo que lo real es sin ley».
Eso que surge como agujero que habla sin sentido, como imposible a ser nombrado; eso que sin verlo, sin identificarlo, causa angustia; eso sin ley pero que se repite lo que vuelve como falta siempre al mismo lugar; todo eso «brillará» en el Cartel. Lo real tendremos que percibirlo en sus formas particulares, tangenciales, no como un saber, no como un sentido, orientados por tres elementos:
1. aquello que corresponde a la fórmula de Lacan: «El verdadero Real implica la ausencia de ley».
2. Miller en su estudio de la última parte de la obra de Lacan insiste en que lo real es el factor económico al que Freud en «Análisis terminable e interminable» para diferenciarlo del factor simbólico en el síntoma. Este factor económico irrumpe de modo inmanejable y se fija como rasgo. Lo que hace repetición en el rasgo.
3. Ante la dificultad de aprehenderlo sugiero usar el nudo borromeo para orientarnos. Primero, lo real participa con lo simbólico en la dimensión del goce fálico, esto corresponde a la clínica de la potencia, es decir, en el espectro del acto: pasaje al acto/ la inhibición. La otra ubicación localizable es en la intersección con lo imaginario, cuando consiste como goce otro y su correlato, el síntoma, el que implica al cuerpo como un «acontecimiento».
Consentir al dispositivo en un Cartel es estar dispuesto a ver su síntoma y medir su potencia. Estos dos tipos de elementos de lo real, cuando surgen en el Cartel, provocan angustia bajo cualquier forma: Las dificultades en la formulación de la pregunta, durante la constitución y la puesta en funcionamiento del cartel, en la trasferencia de trabajo y en las identificaciones que se suscitan; en la dificultad de elaboración del producto, en la disolución, y en el azar.
La función «Más Uno»
El cartel es un dispositivo en que está en juego la formación del psicoanalista, en la medida en que se asume lo real y se consiente a tratarlo. J. A. Miller en «Política lacaniana» afirma que sin real no hay psicoanálisis: «Si hay un rasgo que distingue a la política en el psicoanálisis con relación a la política en general, es que aquella tiene en cuenta lo real, es decir, el goce que circula en los vínculos humanos, el goce que habita en todo discurso. La política corriente, en cambio, lo que busca es regular las formas de goce del sujeto en el ámbito de lo colectivo. El tratamiento del goce será entonces uno de los elementos que nos permitirá distinguir la política del psicoanálisis de la política en general…» .
Es tarea del Más Uno hacer el nudo donde se inscriba, se asiente y se trate lo real. Cuando el nudo se realiza, lo real, lo imposible, lo repetido, lo ilimitado, están anudados al sentido, por el borde de la creación, la invención del producto, por la meta que tiene el Cartel, la que se visualiza más fácil cuando está inscrito en la Escuela. Así es como el producto llega al lugar que durante el proceso del Cartel ocupaba la angustia. Es en el proceso del producto que el Más Uno se implica, para que cada uno de los integrantes, estando bajo una transferencia de trabajo, se haga responsable de su propia construcción y tarea, más allá de lo que goza en el momento. El Más Uno es una función en torno a una tarea y «no ceder ante lo real» que se pone en juego al tratar de alcanzarla; en eso se diferencia del analista: El Más Uno no interpreta el goce de aquel o de aquella, o de los integrantes en el Cartel.
Son aplicables al Más Uno las palabras de Eric Laurent: «El psicoanálisis busca al hombre que sin ningún romanticismo sabe por su fuerza moral, estar a la altura de lo real. Aquel que sabe encontrar en un impase, los recursos de su acción. Aquel que cuando compromete a otros en una empresa, calcula el compromiso que les pide y luego no se desinfla» .
Este saber hacer con lo Real es una de las funciones que se deducen de la manera como Lacan planteó el Cartel y esta viene formulada como Función del Mas Uno, que puede ser este o aquel, o cualquiera en un momento dado. «Si bien es alguien, puede ser cualquiera». No existe el Más Uno sino la función y ello es el centro de la experiencia del Cartel.
BIBLIOGRAFÍA
- Trobas, Guy. «Del grupo al cartel». En: Revista Más Uno. EOL. No. 1 Julio de 1996. Pág. 17-28
- Brodsky, Graciela. «Intervención en Córdoba» Carpeta de la Sede Nel Medellín, Nº 3, Agosto de 2001, pág. 71.
- Lacan, J. Seminario XXIII «El Sinthome». Buenos Aires, Paidós, 2006, pág. 135
- Miller, J. A. «Política lacaniana». Colección Diva. Buenos Aires, Paidós.
- Laurent. E. «La pragmática del grupo y el más uno». En: Revista Más Uno. EOL. No. 1 Julio de 1996. Pág. 7-11.
* Publicado con la amable autorización del autor