En esta primera presentación de nuestro trabajo de cada uno en el Cartel, tendrá como eje –para mí- construir como ha sido mi recorrido en el Cartel, la formación y la Escuela, y a partir de allí la constitución de mi Sujeto de Cartel.
1.- Primer momento: Constituir el Cartel es un acto que funda por un tiempo un trabajo que gira en torno a una pregunta que anuda el trabajo de cada uno, es a partir de allí que se declara, en acto, el Cartel. Mi inmersión en el Cartel tiene como motor mi asociación a la Escuela, tal como suceden con ciertas sanciones y autorizaciones, surgen –casi naturalmente- unas preguntas ¿Qué más hay? ¿Ahora qué? Ahora hay que responsabilizarse por la elección y poner al trabajo el deseo que lo fundó. La invitación a formar parte del Cartel, y conociendo por una experiencia previa el trabajo al interior del mismo, orientó y orienta mi trabajo al interior de la Escuela. Siendo más radical, uno no es el mismo después del Cartel, la Escuela tampoco; y no lo es porque existe un intento de formalizar «algo» en relación a la pregunta central que emerge del agujero «estructural» de la Escuela, ¿Qué es un analista? Real/imposible que corta transversalmente la Escuela y que paradójicamente la funda. ¿En el Acto de Fundación del 64, acaso Lacan no inaugura la Escuela para sostener con su deseo el Psicoanálisis: «Este objetivo de trabajo es indisoluble de una formación que hay que dispensar en este movimiento de reconquista»? La Escuela no es una respuesta a lo imposible de ¿Qué es una analista? La Escuela, podría ser pensada como un intento de bordear este agujero, es decir la relación que tiene cada uno, miembros, asociados y no asociados, con el Psicoanálisis y la formación, y situarla en el centro de la Escuela, encarnarla.
2.- Segundo momento: Desde hace algún tiempo, debo confesar, que he pensado en la importancia de una Escuela para todos, una Escuela con una apertura para todos, para todos los que desean asumir y exponer su trabajo y someterla a «un control interno y externo», como lo dice Lacan en el ´64. No existe La Escuela ni tampoco un estándar de acercamiento, no hay garantías de Otro que sostenga, desde un ideal el camino de la formación, es del uno por uno, como en el análisis.
3.- Tercer momento: No sin analista
¿Es posible pensar la construcción de una relación con el Psicoanálisis sin analista, es decir, sin una experiencia de análisis?
¿Es posible pensar la construcción de una transferencia de trabajo en el interior de la Escuela, no sin preguntarnos por el deseo del analista y el deseo de Escuela?
A nivel de nuestra sede me pregunto, ¿después del CID, qué hay?
Una de las respuestas que orientan mi trabajo es elaborar acerca de la transferencia de trabajo, como lo dice H. Tizio (ex AE): «…tiene implicaciones del lado del saber pero también del lado libidinal. Se trataría así de anudar el síntoma al Psicoanálisis y seguirlo trabajando por la vía de la Escuela.»
Saber, libido, síntoma y trabajo, por un lado y por otro Sujeto, Escuela, Cartel y Análisis, forman parte de la investigación y elaboración alrededor de mi sujeto de cartel: Devenir analista: La Escuela y sus efectos de formación, lo que quiere decir es que, en primer lugar, debe construirse un lazo transferencial (transferencia de trabajo) con la Escuela, que solo se podrá dar cuenta por los efectos en el Sujeto, y todo ello no se da sin un análisis que permita y aloje el deseo del analista. Y para ello se necesita de un analista.