«Nosotros queremos analistas que sean analizantes, analizantes perpetuos, que le arranquen incesantemente al sujeto supuesto saber que no existe trozos de saber, tanto más preciosos por ser raros y singulares. Porque la vía analítica no es la del gran número ni la de la estadística, es la de lo singular y del paradigma: la de lo singular y lo singular llevado al paradigma»[2]
Para situar lo que hoy expongo
Lo que quisiera presentar hoy es el efecto de lo que ha sido una pregunta llevada al cartel, pregunta relativa a la formación del analista en un primer momento, que luego ha dado lugar a una pregunta por el saber en la formación del analista:
¿Qué saber es aquel que forma a un analista?
¿De qué manera se alcanza ese saber?
¿Qué relación tendría el analista con dicho saber?
¿De qué saber se trata, aquel que se trabaja en un cartel?
¿Qué hace que el saber que produce un cartelizante aporte a su formación como analista?
Son estas algunas de las preguntas que me he planteado alrededor del tema, habrían muchas más, dada la importancia y complejidad de esta problemática.
Digo «cartel», en singular, pero debería decir «carteles», por dos razones: no hay el cartel en tanto realizado, ni hay una experiencia única de cartel, cada cartel es único, no se repite. La segunda razón por la cual lo digo en plural, es por la experiencia particular que realizo en este momento en la cual trabajo simultáneamente en dos carteles diferentes mi tema de la formación del analista. En cada uno de ellos, lo que se produce es diferente, pues está la contingencia de quienes lo conforman, de quien hace las veces de más-uno y de los temas que trabajan los otros cartelizantes. Estos dos carteles son: uno conformado por colegas de la Sede Medellín, Olga Eugenia, Reina Lopera, Cecilia Restrepo, en el cual participo como más-uno. El otro cartel lo conformo con colegas de otras ciudades NEL, en el cual tenemos encuentros virtuales, y donde no tengo la función de más-uno. En los dos carteles nos interesamos por el tema de lo que es el cartel. En este último, más precisamente, por el cartel en la NEL.
Entonces, sitúo lo que hoy expongo como el producto, no terminado, de un trabajo sobre la pregunta por la formación del analista y el cartel, bajo la perspectiva del saber. En tanto no terminado, más que una exposición, haré algunas puntuaciones que son las que me han permitido avanzar respecto a la pregunta central referida a lo que hace al cartel respecto a la formación del analista, con las precisiones que abren las preguntas que acabo de formular.
Uno: El cartel para un propósito de saber
«Así de golpe: el cartel no me ha interesado nunca más que con propósitos de saber. Admito de buena gana otros usos, pero éste es el mío».[3] Tomo como punto de partida esta afirmación de Miller, de la cual simplemente quiero extraer la idea de que para un sujeto, el cartel puede causar interés en tanto dicho sujeto considere que en él, en el cartel, el saber es algo que se trabaja, se obtiene, se elabora, se expone; el saber como posible. Si se tiene el propósito de saber, saber algo del psicoanálisis, el cartel es una vía para ello. Si el propósito es saber, ¿por qué el cartel y no otro instrumento o modalidad de trabajarlo? Es allí donde se hace necesario ahondar en la especificidad que tiene el cartel respecto a dicho propósito de saber que puede tener un sujeto para con este dispositivo. Además de la necesidad de tener al menos una idea de qué se entiende por «saber».
Dos: El saber es un efecto de significante
«Se trata en el saber de eso que podemos llamar efecto de significante».[4] Si el significante tiene efectos diversos y uno entre ellos es el saber, conviene comprender de qué manera se hace uso del significante, en un cartel, para que este efecto sea el alcanzado. Si nos dirigimos a la experiencia de análisis, ella enseña que hay efectos de saber (S2) cuando se aísla un significante (S1). Cabría entonces preguntarse si es de la misma manera que se puede obtener un saber en un cartel. Esto por supuesto remite a la estructura del discurso analítico donde el efecto de saber se obtiene a partir de un objeto causa de deseo que es quien comanda dicho discurso en un sujeto dividido, es decir en falta. También, qué hace un cartel una vez ese efecto se produce, en caso de hacerlo. Ahora bien, el saber efecto de ese discurso, es un saber que recae sobre la verdad, una verdad que es no-toda, por cuanto ese saber no la cubre, no la dice toda.
Tres: El saber como debilidad mental
«El hombre apenas si se zafa de este asunto de saber. Esto se le impone por los efectos de significante. Esta es su debilidad mental, de la cual yo no me exceptúo: porque yo tengo asuntos del mismo material que todo el mundo, este material que nos habita».[5] Ser habitados por un material significante, nos hace irremediablemente débiles mentales. Debilidad que Lacan concibe como la imposibilidad de safarse del saber que deja como efecto dicho material significante. No sería el saber por sí mismo lo que nos hace débiles, es más bien no reconocer que él no es más que un efecto significante y que por ello está la posibilidad de soltarlo, cada vez que ello sea lo que hay que hacer. Esto admitiría una pregunta por la relación entre el saber y el sentido, qué considero fundamental por cuanto se trataría de pensar un saber fuera de sentido y un saber pleno de sentido. Y quizás el saber que hace a la debilidad sea este pleno de sentido y el que hace al discurso analítico sea un saber fuera de sentido. «Un saber fuera de sentido», asunto sobre el cual convendría ahondar en esta investigación.
Cuatro: Saber sin tomar «la cosa» en concepto
«Con este material, uno no sabe allí hacer» (on ne sait pas y faire). Es la misma cosa que ese «hacer con» («faire avec») del que hable hace un momento, pero eso no puede decirse, este «allí hacer» («y faire») en todas las lenguas. Saber allí hacer es otra cosa que saber hacer: eso significa «arreglárselas», pero sin tomar la cosa en concepto.»[6] Tal como entiendo en estas palabras a Lacan, es que no sabemos hacer con el significante y el saber al cual él conduce. Por lo cual, Lacan invita a un saber diferente: un saber hacer con eso, saber arreglárselas con eso. La manera que propone es hacer con el saber, sin que «la cosa», la cosa que podemos tomar en una de sus múltiples acepciones: «la cosa» como real; entonces sin que la cosa quede tomada en el concepto. Con lo cual se puede decir que el concepto tendría en sí mismo un agujero, el de la cosa misma que él no aprehende; un concepto que deja lugar a lo no sabido. Pero sería lo no sabido en tanto imposible de saber, no en tanto «no puedo saber» o en tanto «no quiero saber». Por tanto, la debilidad a la que empuja el significante en el campo del saber, se vería al menos reducida, si se conserva lo real al interior del concepto como un campo fuera del saber, pero susceptible de ser, al menos, localizado.
Cinco: Analizante de su propio «no quiero saber nada de eso»
«Me percaté, además, de que mi manera de avanzar estaba constituida por algo que pertenecía al orden del no quiero saber nada de eso. {…} Vuestro no quiero saber nada de cierto saber que se les transmite por retazos ¿será igual al mío? No lo creo, y precisamente por suponer que parto de otra parte en ese no quiero saber nada de eso se hallan ligados a mí. De modo que, si es verdad que respecto a ustedes yo no puedo estar aquí sino en la posición de analizante de mi no quiero saber nada de eso, de aquí a que ustedes alcancen el mismo, habrá mucho que sudar.»[7] Así se expresa Lacan en la apertura de su seminario XX: Aun. Puede decir algo más, aun, en sus seminarios, y decir algo más, no tanto por lo que sabe, sino por el análisis que hace de su «no querer saber nada de eso», que es como define allí su posición de analizante. Hacer lugar al «no querer saber» pero en tanto se hace de ello objeto de análisis, me parece, es una hipótesis para conversar, sería una manera de ser menos débil mental ante los efectos de saber propios del significante. A ello sumaría, la idea que el «no querer saber nada de eso», no es el mismo para cada uno, asunto a tener en cuenta para dar lugar a lo singular del sujeto cartelizante. ¿Podría hablarse de un sujeto cartelizante, decir algo más preciso de esta posición, a la manera como se habla de un sujeto analizante, sin hacer necesariamente una equivalencia?
Seis: Una relación al saber, en el cartel, marcada por el agujero del inconsciente de cada uno
«En los dos casos, aquel de lo imposible a soportar del grupo y lo imposible a decir, se trata de una relación al saber marcado por un agujero. Se trata entonces en el cartel de obtener un saber que lleve la marca, el sello, del inconsciente de cada uno. Es decir, la manera como cada uno se apropia por la razón y la lógica del saber, a partir de su yo no quiero saber nada de eso, su reencuentro con un imposible singular y en función de eso que allí hace. En el cartel se verifica que no hay aprendizaje del saber pero que es con su objeto, objeto causa de deseo, que uno se entera de eso que le concierne».[8] El cartel, en tanto se trabaja con otros, al menos tres más, y uno-más, tiene la posibilidad de poner al cartelizante en relación con su «imposible decir lo que sabe» a otros, por lo cual el grupo, entendido como homogeneidad cerrada sobre un «todos», también se hace imposible. Se llega al cartel con un supuesto querer saber, tras el cual está un no querer saber, y para el que está en el horizonte hacerse causa de un deseo, de un trabajo, de un bien decir lo imposible.
Siete: Acercarse al punto opaco de cada uno, que detiene la inercia, es la función del cartel
«Las discusiones [refiriéndose a una de las experiencias de cartel del autor] giraban en redondo y venían a fallar sobre los mismos puntos de opacidad de cada uno. Esta lección traída de la experiencia puede ser generalizada. Esto se ve en todo cartel más o menos rápido. Si al cabo de dos años, el sujeto se ha más o menos aproximado a ese punto opaco para él, se puede considerar que el cartel ha cumplido bien su función. Sin hablar por supuesto de otros beneficios teóricos o clínicos, porque uno no sabría fijar de antemano el objetivo de un cartel. Este constituye un conjunto realmente contingente y queda la función de los miembros que lo constituyen, del más-uno y del tema de trabajo».[9] Definir el momento de finalización del cartel, contando con el tiempo cronológico pero más allá de él, es lo que aquí se propone como el encuentro del cartelizante con lo opaco de su no saber, que si se prolonga en el tiempo, conduce a la repetición de lo mismo. Por este motivo se hace necesario allí dar por finalizado el cartel, en tanto esa era su función. Ahora, esto no se produce para todos los integrantes del cartel en un mismo momento, de allí que lo cronológico marque una pauta, a diferencia de un análisis. También es cierto que no todos los integrantes de un cartel trabajan. «¿Es que todo el mundo trabaja efectivamente en un cartel? A lo que Lacan responde: «Absolutamente no. No hay ninguna especie de verdadera realización del cartel»[10]
Ocho: el producto que deviene del trabajo
«Del cartel se espera un trabajo que devenga producción».[11] El asunto de la producción o del producto del cartel es un tema fundamental, por cuanto hace parte de la definición misma del cartel, es decir, hubo cartel si hubo producto. No basta con que cuatro más-uno se reúnan periódicamente para decir que allí hay un cartel. Ahora bien, como lo señala Luis Tudanca en la anterior cita, en primer lugar, el producto no es posible sin trabajo. El producto, que para el cartel se trata concretamente de un producto de saber; el producto es un objeto y para producir un objeto se requiere agregar una cierta cantidad de trabajo. Y el trabajo al que el cartel invita, es el de «encontrar los agujeros en la reflexión individual con los otros.» [12] De allí deviene un producto. Ahora bien, que el trabajo del cartel se haga con otros, para alcanzar un producto de saber que valga para sí mismo, alcanza en ese «para sí mismo» un primer escalón, pues se espera que no sea solo para sí mismo, y un segundo escalón sería «para sí mismo y algunos otros». Ese «algunos otros» son, en primer lugar los otros integrantes del cartel. Pero, para sacar el producto de lo que podría ser la tendencia al Otro uniano[13] del pequeño grupo que siempre acecha al cartel, un tercer peldaño será necesario: hacer pasar el producto por algunos otros, más allá del cartel. Es el enlace explícito del cartel a la Escuela.
Nueve: El producto escrito
«La producción de nuevas respuestas de lo real, de las que la más eminente consistiría en forzar la cháchara a pasar a lo escrito.»[14] Tomo está afirmación de Esthela Solano, de la cual deduzco:
a.- Lo escrito es de un orden distinto a la cháchara. A lo cual agregaría una precisión: un texto escrito puede ser también del orden de pura cháchara, por lo cual, un texto escrito, en tanto efecto de trabajo de delimitación de un no saber, es aquel que podría tener la dignidad de lo escrito.
b.- Forzar la cháchara. Entiendo con esto que la «cháchara», haría referencia a un uso de la palabra al servicio del goce inútil, por lo cual, sobre esté, y siendo este material de trabajo, se hace necesario un forzamiento, un trabajo, para que pase de la cháchara a «un bien decir»: un decir que tiene una relación con lo real, en términos de «aproximación», que es como entiendo las palabras de Miller con las cuales inicié este escrito, que aquí leo.
c.- Producir nuevas respuestas de lo real. Estaría entonces la idea de que el producto de saber, en alguna medida, estaría en relación con lo real. Ahora, si de lo real se sabe por aproximación, si el saber se extrae del campo del «no hay», me pregunto si la producción de saber sería una manera de responder a lo real. Y el cartel, un dispositivo para trabajar, con otros, en la producción de dicho saber.
NOTAS
- Texto presentado en Noches de Carteles de la NEL-Medellín, mayo 28 de 2014
- J.A. Miller, «Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI» en El Caldero de la Escuela, Nueva serie, n°15, 2011, EOL, Argentina, p.6
- J.-A. Miller, Cinco variaciones sobre el tema de la elaboración provocada
- Jacques-Lacan, « L´insu que sait de l´une-bévue, s´aile a mourre » seminaire du 11 janvier 1977, Ornicar 14, 1978, p. 5. Traducción de la autora de este escrito.
- Jacques-Lacan, « L´insu que sait de l´une-bévue, s´aile a mourre » seminaire du 11 janvier 1977, Ornicar 14, 1978, p. 5. Traducción de la autora de este escrito.
- Jacques-Lacan, « L´insu que sait de l´une-bévue, s´aile a mourre » seminaire du 11 janvier 1977, Ornicar 14, 1978, p. 5. Traducción de la autora de este escrito.
- Jacques-Lacan, Seminario XX : Aun, Paidós, Buenos Aires, 1981, p. 9
- Catherine Lacaze-Paule, « Le cartel et le reel », Papers 6, Diciembre 2013. Traducción de la autora de este escrito.
- Jo Attié, «Trois remarques sur le cartel , Cartels 94
- Jo Attié, «Trois remarques sur le cartel» Cartels 94
- Luis Tudanca, «Trabajo y producción en el cartel» en El Caldero de la Escuela, n° 29, enero 1995, EOL, Argentina, p. 53
- Luis Tudanca, «Trabajo y producción en el cartel» enEl Caldero de la Escuela, n° 29, enero 1995, EOL, Argentina, p. 53
- Esthela Solano, «La question du cartel», Cartels 94
- Esthela Solano, «La question du cartel», Cartels 94