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Arturo Morin | Mi vecindario

El incesante mundo de las imágenes de la violencia cotidiana

Vanessa Londoño Piñeros

Se habla en la actualidad de la primacía de las imágenes y se reconoce la fuerza de la imagen sobre la palabra, en consonancia recordemos la frase: «una imagen vale más que mil palabras». Podemos contrastar este fenómeno social con lo que sucede en la experiencia analítica en donde, por el contrario, se insta al sujeto a minimizar el campo de la percepción para dar protagonismo a la palabra. En el psicoanálisis tal como lo plantea Miller «no hay nada para ver y hay todo para decir. Y aún si se hace «cara a cara» es siempre una invitación al sujeto a abstraerse de la inevitable modalidad de lo visible y renunciar a la imagen por el significante»[1]

Volviendo a las imágenes que nos invaden incesantemente, cabe la pregunta: ¿Cuáles son las imágenes que dominan en nuestra cotidianidad? Por supuesto la respuesta dependerá del interés de cada uno, de los lugares en donde centra su mirada y de los filtros que establece para leer y habitar el mundo. No obstante, es posible identificar que nuestra cotidianidad está marcada por la violencia en sus múltiples expresiones y que las imágenes de ésta se nos atraviesan incesantemente, ya sea al abrir la página del periódico, al encender la televisión, o al navegar en internet; a la vez cabe decir que el altísimo volumen de imágenes captadas, supone que éstas se desvanezcan con rapidez, y que una tras de otra venga a borrar la anterior.

Gracias a los adelantos tecnológicos y a su masificación se ha ampliado la posibilidad de que las personas accedan a la información; no hay que desconocer, por supuesto, que no hablamos de información o imágenes «puras», pues siempre están dentro de un marco de interpretación que responde a diferentes propósitos. Actualmente, puede reconocerse un marcado interés de medios de comunicación nacionales, tal es el caso de algunos canales de televisión, en mostrar con insistencia imágenes de la violencia cotidiana, así el televidente del noticiero ve una y otra vez la grabación de robos cometidos por diferentes actores y en diferentes escenarios, de infracciones a la ley, riñas callejeras o entre parejas, agresiones entre ciudadanos, accidentes, entre otros.

Los registros provienen de múltiples cámaras, desde las que se instalan en cualquier lugar de la ciudad, hasta las del celular del transeúnte que pasa por la escena y captura la imagen. Captura, que dicho sea de paso, no sólo se asocia con un interés íntimo de ese sujeto, sino que es promovida incluso por los mismos medios de comunicación que en algunos casos invitan a los televidentes a convertirse en «reporteros ciudadanos[2]», a estar prestos a capturar y enviar «noticias» para que éstas sean emitidas. Sin embargo, en muchos casos parecería que los «reporteros ciudadanos» no sólo parecen estar interesados en capturar para denunciar hechos indeseables, sino que están movidos por algo más. Y es que a menudo surge la pregunta de por qué un transeúnte se detiene, no a socorrer el herido de un accidente, o detener una pelea, sino a capturar la imagen, dando prelación a ésta, incluso sobre la vida de alguien que está en peligro.

Valga decir que no solo se invita a grabar, sino que se presume que habrá un espectador dispuesto a «ver» el material que se le presente, un tercero que mira la escena, que mira ese cuerpo del otro, que es en últimas lo que se nos muestra, el cuerpo agredido, amenazado, el cuerpo de la víctima o del transgresor. Tal como lo refiere Graciela Brodsky «Satisfacerse, gozar de las imágenes parece ser un rasgo de la época en la que vivimos (…) el ojo es voraz, quiere ver, quiere ver lo invisible, pide más»[3].

¿Dicen algo estas imágenes del goce del sujeto?, ¿Cómo pensar la relación del sujeto con su goce, en esas imágenes que da a ver a los otros? Y a la vez, cómo pensar en el goce suscitado en ese espectador que se debate entre el miedo, la angustia, la fascinación y el horror, pero quien en todo caso, está atrapado, así sea instantáneamente, por esa imagen. ¿Puede pensarse entonces la pantalla del televisor o computador como un operador de ese goce del otro?

NOTAS

  1. Jacques-Alain Miller. La imagen Reina. En Elucidación de Lacan: charlas brasileñas. Buenos Aires: Ed. EOL, Paidós, 1998, p. 581
  2. Así son nominados los televidentes o lectores de medios que envían sus noticias para ser publicadas o televisadas.
  3. Conferencia pública de Graciela Brodsky en México «Mi cuerpo y yo». Extracto de audio, disponible en http://www.radiolacan.com/es/topic/589/8 Consultado el 18 de julio de 2015
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