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Arturo Morin | Mi vecindario

Una nueva clínica

Elena Sper

Por: Elena Sper, NEL -Guayaquil

¿Que sería pensar una nueva clínica?, y ¿por qué plantearse esta inquietud?

Los psicoanalistas en la actualidad nos encontramos frente a nuevas formaciones de síntoma, si eso podríamos llamar síntoma, me lo pregunto porque los sujetos de hoy que acuden a la consulta se encuentran muy deflacionarios en su deseo en sus supuestos saberes, en sus ideales, en las perspectivas de sus vidas. Son jóvenes y adultos totalmente desarticulados, con una dimensión imaginaria desatada con un real expuesto de forma descarnada, los goces emergen por todos lados, de todas las formas, hay sujetos que gozan de forma activa , de lo cual algo  pueden decir , pero desde luego sin encontrarle sentido alguno a todo lo que hacen sabemos que el goce es acéfalo.  

Hay otras situaciones aún más graves, los que gozan bajo una posición pasiva de tal manera que  se presentan con un aplastamiento subjetivo del cual nada pueden decir, no logran siquiera poder nombrar lo que les sucede o lo que de alguna manera perturba o causa sufrimiento. Hay una deflación simbólica al punto que no se alcanza ni siquiera la más precaria historización subjetiva. Podríamos preguntarnos también ¿qué inconsciente hoy? Dónde la primacía de lo imaginario, la prisa de los tiempos, y la inmediatez, deja de lado las construcciones simbólicas, produciendo una exposición descarnada de lo real.

Lo real se presenta en crudo ante al analista, al punto que muchas veces como analista nos encontramos abocados a realizar intervenciones que podrían ser del orden de una cierta orientación, regulación, realizando indicaciones que quizás en otros tiempos ya estaban dadas de entrada, pero que ahora es tan precaria la situación de los pacientes que las intervenciones a mi criterio han debido ir cambiando e implementando nuevas formas de abordajes. Las nuevas  formas clínicas no obedecen a la presencia de la represión –que si bien está presente no es lo central en ellas-, sino que remiten a un desfallecimiento en la actividad fundamental del psiquismo, que es permitir  el entrelazamiento de la pulsión al orden representacional: y hace que aquélla encuentre un lugar, una embajada en la psique, lo que impide que se vuelque sobre el cuerpo o los actos, es decir, que quede libre y dispuesta a la descarga.

Lo importante aquí es no perder la orientación de los fundamentos psicoanalíticos y eso es lo que pudiera hacer la diferencia, es decir nuestra clínica es la clínica del sínthome y es esta la brújula que nos debiera orientar más allá de las nuevas formas de abordaje a las que nos vemos llamados a realizar en esta clínica actual.

No perder la dimensión de goce de ese sujeto, es decir lo real, la posición subjetiva en la que se encuentra en la relación con el otro, la relación que tiene  con su cuerpo, sabemos que el goce lo soporta el cuerpo, entonces poder hacer una lectura de como ese sujeto dentro de la precariedad simbólica ha construido las respuesta a lo real, a diferencia de una clínica anterior, en la que nos encontrábamos con sujetos que bajo la represión habían podido realizar concreciones simbólicas para dar sentido a sus vidas.

El abordaje  era ir desmembrando capa por capa los argumentos de sentido para abordar lo real, me parece que en la actualidad más bien nos encontramos llamados a prestar a los sujetos algo de lo simbólico para que al menos en principio logren alcanzar un mínimo ordenamiento que les permitan poder decir algo en relación a su vida. Muchas veces nos encontramos con situaciones urgentes en las que la vida mismo del paciente corre peligró eminente.

¿Que sería prestar elementos simbólicos? Hay que tener mucho cuidado en esto, porque pudiéramos caer en la tentación de la construcción de sentidos infinito, que finalmente es el empuje al que se prestan otras disciplinas, lo importante es prestar ciertos elementos que puedan crear un velo a ese goce descarnado, para luego poder capturar o pescar por medio de coordenadas que nos orienten a lo real del goce.

No creo que podemos trabajar lo real por lo real, creo que se puede interrogar, cuestionar, al sujeto en su posición de goce a través de ciertas coordenadas significantes que le permitan hacer un apres coup, de su historia.

Encontramos en la subjetividad de la época una especie de cierto Nihilismo, una falta de sentido intrínseco en las cosas. Una ausencia de elementos en donde los sujetos puedan anclarse. Hay un empuje de hacernos todos utilitarios, entrados en una lógica de utilitarismo. Es cierto que no hay una estructura estable del ser pero creo que , el Dios ha muerto de Nietzsche ya profesaba una falta de sentido, es como que no queda un sentimiento último de la vida; queda la necesidad de referencias estables, para vivir son necesarios los puntos que sostienen al sujeto, la falta de sentido nos lleva también a la falta de interpretación,  por lo tanto, lo que encontramos son sujetos  en su estado puro real en el que no es posible ni la interpretación ni la entrada en transferencia.

Es en este punto en el cual podemos advertir que el psiquismo de los sujetos en la actualidad se ve afectado en su capacidad de crear figuras, ya que la entronización de lo ilimitado altera considerablemente el ordenamiento pulsional: favorece la ruptura o impide la creación de las vías colaterales por las cuales la pulsión se liga a representaciones.

De ahí que , pensar en una nueva clínica sería pensar en cómo abordar los nuevas formas que se presentan,  un abordaje que debería estar orientado siempre por lo real del goce, pero a través de coordenadas necesaria para poderlo atrapar.

Este párrafo está en una entrevista a Gustavo Dessal que me pareció interesante.

«En la actualidad, existen dos grandes modos de tratar lo real: el modo que impone la ciencia, consistente en imaginar que lo real puede ser reducido por completo, que puede llegar incluso a eliminarse de la vida (la muerte, la enfermedad, lo imprevisible, la locura, y todas las formas de encuentros fallidos que podamos poner en una lista), lo cual conduce al retorno de lo peor, es decir, de un mundo en el que el deseo absoluto del bien universal provoca efectos iatrogénicos monstruosos, y por otro lado ciertos autores que predican el apocalipsis, la idea de que la metáfora bíblica de Sodoma y Gomorra ya se ha realizado. Vivimos en un mundo que ha cambiado, pero creo que es un error tanto el ignorarlo como el suponer que nada ha quedado en pie. No comparto la idea de que caminamos hacia lo peor. Quiero decir que no comparto la idea de que eso sea algo nuevo. Siempre hemos caminado hacia lo peor (en definitiva es eso a lo que Freud llama la pulsión de muerte), pero no debemos desechar que existe otra cosa, algo que si bien no detiene eso por completo, al menos puede atemperar sus efectos: Eros. Supongo que a algunos les parecerá un término en desuso, pero yo no lo considero así. No me refiero a la creencia ingenua en el poder del amor, como en la época del flower power (que tuvo tanta dignidad como el Mayo del 68), sino a que el psicoanálisis no es una filosofía del pesimismo sin más. El psicoanálisis promueve el deseo, algo que está del lado de la vida. Y el deseo puede llegar a ser un arma increíblemente poderosa. La chispa de un deseo puede cambiar a un sujeto, a una comunidad, a un país, incluso a una era.»

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