icono-a-ritmo-propio-borde-blanco.png

¡Des-sentido (decencia) para las psicosis!

Edgar Vázquez

El título que elegí para el rasgo de mi trabajo en el cartel es el título de un texto de Miller, en el que juega con la homofonía en francés entre decencia y des-sentido, aunque ésta no existe en español, la tomo como punto de partida por sus fértiles consecuencias.

A mi entender, ambos términos figuran como una exigencia para los psicoanalistas al momento de abordar los problemas que se presentan en el encuentro con las psicosis, así como para la formalización de los efectos de formación que se desprenden de dicho encuentro. Por una parte la decencia, esto es, el respeto, el recato, la restitución de la posibilidad de la emergencia de un sujeto (es decir, efecto de significante), a una cierta condición humana que se da por tildar de deficitaria, no solamente por una psiquiatría cada vez más lejos de la clínica y el saber médico en general, sino también, y en esto no querría ahorrar críticas, por cierta lectura del psicoanálisis que ha hecho de la categoría del Nombre-del-Padre, un resguardo y garantía de una pretendida normalidad; o peor, de una suerte favorable, es de lacanianos de quienes he escuchado atroces frases como ‘y con suerte se trataría de una neurosis’, como si ser neurótico pudiera considerarse una fortuna. Esta no es para nada la postura de Lacan, quien consideraba neurosis, psicosis y perversión como las tres «formas normales del deseo»[1], e incluso esa forma solían tomar sus diagnósticos después de una presentación de enfermos.

Respecto del des-sentido, la partícula ‘des’, prefijo de origen latín, indica algo que se deja de hacer, que se quita como en desconfiar, deshacer, deshonestidad, también puede señalar algo de lo que se priva, algo que falta como en deshonra, desterrar, desmesura. La neurosis consiste en buena medida en sostener el sentido de las palabras, la ilusión de que comprendemos la lengua que hablamos, creemos conocerla, incluso decimos así sin más tener dominio de tal o cual idioma, de tal o cual habilidad en él. El psicótico por su parte, atestigua radicalmente la ajenidad de todo esto, su impostura, su arbitrariedad convertida en necesidad. Nos recomienda Miller, entonces: «No simulen saberla, ustedes, cuando tengan que vérselas con él. Fundarse en la ignorancia de la lengua en que habla es la disciplina necesaria en toda presentación de enfermo».[2]

Durante la clase inaugural del Seminario Las Psicosis, Lacan señala que quizás el mayor progreso en la psiquiatría consistió en la idea de restituir el sentido en la cadena de los fenómenos, afirmación que en sí misma no es falsa, pero que ha producido un sinfín de extravíos siempre que se creyó que el sentido es lo que se comprende, que hay una realidad compartida en la cual es preciso hacer ingresar al sujeto psicótico. Algunos años después dirá «el psicoanálisis está hecho para destacar […] en qué fundamentos radicales de sin-sentido y en qué sitios los sin-sentidos decisivos existen [que] en la localización de la no-comprensión […] puede producirse algo que sea ventajoso en la experiencia analítica».[3]

En las antípodas de la comprensión, encontramos una preciosa indicación técnica y ética que Lacan nos regala: «la sumisión completa a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo».[4] Para ilustrarlo podemos remitirnos al manejo de una entrevista en una presentación de enfermos que condujo Lacan en 1955: se encuentra con una joven que junto con su madre construía un único delirio, todo haría suponer que esta chica había sido examinada y presentada en público en más de una ocasión, lo que justificaría un dejo de fastidio y poca disposición inicial, aunque no demora mucho en relatar algunos jirones de su delirio paranoico con esa presunta inocencia que le es característica. Al aproximarse al núcleo del relato la paciente afirma haber escuchado una palabra grosera, una injuria en su contra dirigida por un vecino que, por lo demás, formaba parte de la serie de personajes perseguidores.

Voy a destacar lo que Lacan llama «cierta suavidad mía al acercarme a ella»[5]y es quelo que permite una tímida declaración, el reconocimiento de que ella, en realidad había dicho algo, como al pasar: ‘vengo del fiambrero’, y que esa frase indeterminada precedió al insulto adjudicado al vecino. Lo que quisiera poner de relieve es que Lacan de ninguna manera especula ni se ve tentado a otorgarle un sentido, que hubiera podido ser cualquiera, al relato del insulto alucinado que le dice a la paciente ‘marrana’, en cambio, señala que lo importante ahí no es tanto comprender como alcanzar lo verdadero, comprender habría sido colaborar con la resistencia de una paciente ya habituada y conocedora de los servicios de atención mental. Entonces, no subraya la temática o el sentido del delirio a todas luces reivindicativo, ni tampoco trata de hacer encajar a la paciente en alguna categoría ni de utilizarla para demostrar algún constructo conceptual, se trata de una demostración de aquello que hay que buscar, producir en el diálogo con un sujeto psicótico, la emergencia de esos detalles absolutamente singulares.

Voy a tomar un último ejemplo para ilustrar el recorrido, este tuvo lugar en la presentación de enfermos (o como sugirió Guy Briole: entrevista clínica), unos meses atrás. Se trataba de una paciente de 21 años quien además de una biografía sumamente compleja, de la que nos pusieron al tanto todos los profesionales involucrados en el caso, tenía un largo historial en distintos dispositivos asistenciales, algunos de los cuales osaron cometer fuertes intrusiones en lo real de su cuerpo, otros que se mostraron perplejos frente al vínculo transferencial propuesto por la paciente, otros que claramente no habían encontrado el modo de alojar su singularidad. Ocurrió, que en cierto momento de la entrevista la paciente revela con cierta sorpresa no haber hablado nunca antes de los temas que habían salido a la luz, y que no eran menores: aquellos relacionados con su llegada al mundo y su condición de orfandad. En ese espacio, que voy a llamar de pública intimidad, una vez situado la paciente era el único sujeto a tener en cuenta, llama poderosamente la atención la calidez del clima que se logra en una entrevista frente a un público, allí, se producía para ser escuchado, aquello nunca había sido parte del interés de absolutamente nadie, una invaluable sutileza, radicalmente singular. Un detalle no a ser comprendido, ni ofrecido para adosarle el sentido esperado por quien le escucha, tampoco para dejarse arrasar por la empatía, sino para señalar una orientación de trabajo que produzca alguna verdad para esta paciente, y si en ese punto seguimos siendo freudianos, restablecer el uso de esos significantes que emergieron para poderla situar en la cadena significante de un modo, que quizás, le haga soportable la vida.

Lacan esperaba que algún día el analizante pudiera ocuparse del psicótico, porque él, el sujeto psicótico como nadie más, nos enseña que lo más importante es a oídos de quién va a parar lo que se dice.

NOTAS

  1. Lacan Jacques (1962-63) Seminario IX: La identificación, Clase del 20 de junio de 1962. Inédito.
  2. Miller, Jacques-Allain, (s/d) ‘¡Des-sentido (decencia) para las psicosis!’, Matemas II, 2ª edición, 3ª reimpresión, Manantial, Buenos Aires, 2003, p. 186.
  3. Lacan, Jacques (1976) ‘Breve discurso a los psiquiatras’. Inédito.
  4. Lacan, Jacques (1958) ‘De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis’, Escritos 2, 2° reimpresión, Siglo XXI, Buenos Aires, 2005. p. 511.
  5. Lacan, Jacques (1955-56) El Seminario, Libro III, Las Psicosis1955-56, 14° reimpresión, Paidós, Buenos Aires, 2006, p.75.
Más productos de este Boletín
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Tabucchi y lapregunta por la letra
Luz Adriana Mantilla
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Pasión, cuerpo y escritura En la película: MISHIMA: Una vida en cuatro capítulos
Stella Cortés
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Notas sobre YAYOI KUSAMA: "MyLife, a Dot". "Mi vida: Un punto".
Orlando Mejía
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
El Otro malo, la paranoia y la práctica de la presentación de enfermos
José Juan Ruiz Reyes
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Infancia: cuerpo y lenguaje en el autismo
Betsy Rivera Argüello
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Retratos de las locuras histéricas
Vianney Cisneros
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Cartel Autismo
Paula Del Cioppo
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
Construcción y desplazamiento
Eréndira Molina Espinosa
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
¿Cómo fabrica un niño de hoy la sombra? Cartel ENAPOL: Secretos de familia
María de los Angeles Morana
Boletin 23 Rufino Tamayo. La gran Galaxia
El espíritu del cartel
Claudia Velásquez