El dispositivo del cartel se propone como una experiencia de investigación para cada uno de sus integrantes, de la cual se espera produzca efectos de formación, lo cual no se da sin la inclusión de lo epistémico. Para ello, se espera que la relación al saber que cada cartelizante sostenga, no se despliegue por la vía del discurso universitario, aquel que se plantea como el que tiene el saber sobre el objeto, obturando el no-saber que causa la pregunta y la posibilidad de ampliar el campo epistémico. En este punto, conviene entonces diferenciar claramente lo relativo a la episteme y el discurso universitario, pues no es lo mismo la construcción de un saber que procura la aprehensión de un conocimiento, que se sabe no-todo, que hablar desde el lugar en el cual se es poseedor de un saber tal que, aquel que habla, se propone como amo del mismo.
Tomar el cartel desde la perspectiva de la investigación, implica entonces diferenciar la manera cómo ella se hace al interior del mismo, de aquella que se da bajo el modelo universitario. En este último, se trata de seguir un modo único, estandarizado y predeterminado de proceder en la búsqueda de un saber. En el cartel, se trata más bien de entrar en relación con lo no sabido, por las vías que va orientando el deseo de saber, que por supuesto no son sin la participación del sujeto y su modo sintomático de relación al saber.
Si bien el cartel tiene su especificidad en lo que le hace una experiencia de investigación, ello no quiere decir que el discurso universitario, siempre esté al acecho.