icono-a-ritmo-propio-borde-blanco.png
Armando Reverón | Paseo por el parque

La transferencia en el último Lacan

Juan de Althaus

Ya Aristóteles percibía que había algo más que lo nombró el hypokeimon, lo subyacente, que el sujeto traduce mediante el sýmbolon. Lo plantea como una relación entre la voz y el alma. Pero el alma es un vacío, una forma de presencia del ente. Lo que se dice que es porque cae sobre algo dado pero que es nada y es una suposición. Descartes trabaja la duda metódica para llegar a lo imposible de dudar, la certeza de «ese soy yo».

Freud constató en su experiencia la aparición del amor de transferencia, concepto paradójico en tanto permitía condiciones para el análisis pero a su vez lo obstaculizaba «fatalmente». Incluso llegó a plantear la necesidad de sustituir la «neurosis vulgar» por una «neurosis de transferencia».

Fuera de un análisis existe el inconsciente como un enjambre de S1, en desorden y en forma repetitiva. El sufriente que va a análisis no sabe lo que dice. Pero se supone que quiere saber y se dirige al analista suponiendo que él sabe sobre «su problema». El analista devuelve la demanda provocando que el analizante suponga un saber a su inconsciente. Pero cada construcción de un saber supuesto, falla, fracasa.: «No es eso que dijo, es otra cosa», y así una y otra vez. El hambre del sentido de lo que se queja el sujeto, es también, una y otra vez, cortado por la interpretación (S1 // S2). Es así, porque el analista está buscando que el sujeto atrape aquello que no puede atrapar, lo real del goce. Si nos quedamos en solo el juego de semblantes, el análisis se hace interminable y resulta en una estafa.

Esta fórmula que Lacan plantea en la proposición de octubre del 67, formaliza la estructura de la transferencia y se mantiene hasta el final de su enseñanza. Arriba, el significante de la transferencia es uno cualquiera que se transmite. Si nos quedamos allí, estamos solo en el campo de la filosofía y la ciencia. Lo que está debajo de la barra indica la implicación de un sujeto de hablar mediante la asociación libre sobre lo que le supone a su inconsciente. Aunque no lo sepa, el blablabla tratará de dar cuenta del S1 al comienzo del paréntesis. Está entre paréntesis porque es la función sujeto que produce estos significantes en transferencia. El sujeto es diferente del inconsciente porque asume una posición ética sobre su deseo de saber.

Miller sostuvo que hay tres supuestos saber, la imaginaria, la simbólica y la real, que se articulan en una. El que viene a analizarse, al cual suponemos que quiere decirnos algo, le supone al analista un saber, al cual el analizante se confía porque cree que sabe lo que le sucede a él. Aunque el analizante no sabe que el analista practica la pasión de la ignorancia no imponiéndole ningún saber, tratando cada sesión con cada uno como si fuera un cero con el cual recomenzar una nueva serie, que puede tener sus lapsus contingentes en cualquier momento. El significante de la transferencia constituye la tercera posición, que está entre los dos primeros. Se supone que la transferencia va a producir un saber, que siempre es del lado del sujeto analizante.

En diciembre de 1967 Lacan da una conferencia en Nápoles titulada La equivocación del sujeto supuesto saber, indicando de entrada que el inconsciente no ha sido comprendido aún, para beneficio de los que quieren tranquilizar el suyo propio. El inconsciente es siniestro, inquietante, falla. Es su filo cortante. En la medida que el inconsciente se abre y se cierra se busca siempre un sentido para recubrir el pozo. Aquí ya señala que el analista está en la posición de objeto de desecho, no de sabio. Esto permite la subversión del sujeto. El inconsciente no se representa, ni se dice ni se sabe. Y el sujeto supuesto saber lo ubica «que pueda existir allí un decir que se diga sin que uno sepa quién lo dice…» Lo que implica que el sujeto supuesto saber, por estructura, se equivoca. Esta es una aproximación lógica al lo real del goce, a la pulsión, que está detrás del sujeto supuesto saber. O que hay allí que buscar la equivocación, con otra equivocación; la interpretación, no como aquello que define o afirma, sino formando «el nudo de lo inintepretable».

Para que pueda producirse este saber transferencial, es necesario la formación del síntoma analítico que va aparejado a la estructura del sujeto supuesto saber. Es porque hay equivocación que se forma un síntoma, que trata de anudar los tres registros disjuntos. El acto analítico agujerea lo que el analizante habla para separar la cadena, es decir, provocar desanudamientos en el cadenudo borromeo, en el caso de las neurosis. Pero al sujeto le impele tejer una y otra vez de distinta manera, donde entra a jugar la invención. El efecto terapéutico es una forma más satisfactoria, en términos de placer, de menos angustia, de usar el síntoma modificado para anudar.

La transferencia se apoya en la repetición, pero se repite para que surja lo irrepetible, la contingencia de lo real, sin ley, hasta que no haya más que decirle al analista.

De esta manera, una hiancia donde el psicoanalista debe encontrar la «certeza de su acto», que se produce desde el lugar del pequeño a, de su deseo de analista, no del Otro. Habría que preguntarse si no es otro tipo de interpretación que apuntara a otro decir del inconsciente, aquel de las resonancias en el cuerpo que puede producir el significante, que remezca lalangue, las marcas originales desde donde se ha erigido todo el edificio.

Miller desplegó, en este sentido, el concepto de inconsciente real, que no es interpretable como el transferencial, y que se hace presente sobre todo al final de un análisis. Lo real está del lado de lo escrito de lalangue, de esas marcas originarias aisladas sobre el cuerpo que lo agujerean. En Lituraterre Lacan muestra el borde entre lo interpretable y lo que no, hay un litoral donde se instala lo escrito. Es lo escrito lo que produce el equívoco de la palabra y el lenguaje al irrumpir sobre ellos. Esta escritura, más bien, hay que saber leer. La etimología a veces provee de algunas luces. Leer proviene del latín lectum, lectus y legere, que básicamente significa «escoger». Es decir, hay una decisión del analizante de escoger una resonancia en el cuerpo, un punto del litoral, literal, material, donde se une la palabra y el cuerpo. En el fondo, este es el sentido linguístico de «notación»: un signo de reverberación. La nota precisa del instrumento musical que resuena en su caja o tubo. El analista «a-nota», y el analizante resuena un signo incomprensible. Formalizar lo mínimo de esta experiencia, vendrá después.

En suma, ya es una anticipación al inconsciente real hacia donde hay que apuntar dice Lacan. El acto analítico quedará verificado si incita al saber del paciente, al que se supone que debe hablar sobre lo que no hay. El analista lo puede hacer porque maniobra para colocarse como objeto a, causa de deseo de saber del analizante. En su seminario 16, Lacan lo muestra una y otra vez, y cuando llega al seminario 23 claramente coloca el objeto a «ceñido» en el centro del anudamiento de los tres registros y el sinthome. Allí hay un vacío central que funciona como un eje para que de vueltas la figura del toro topológico.

Aquí se produce una desuposición de saber, de las tres formas mencionadas. El analista es destituido de su lugar, el inconsciente transferencial ya no produce goce sentido, y la estructura del supuesto saber cae. La cuestión del Pase en la Escuela, fue planteada por Lacan para después del final de análisis, con la idea que se produzca un nuevo supuesto saber, que sería la Escuela. El AE pasaría como enseñante de su aporte al psicoanálisis desde su caso singular, y a su vez como intérprete de la Escuela.

BIBLIOGRAFÍA

  • Brousse, Marie H. La operación analítica. (Internet)
  • Bassols, Miquel (2014). Lituratierra. Cuadernos de INES. CID Lima. Lima, Perú.
  • Lacan, Jacques (2012). Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Otros escritos. Paidós. Argentina
  • Lacan, Jacques (2012). La equivocación del sujeto supuesto saber. Otros escritos. Paidós. Argentina.
  • Lacan, Jacques (2006). Lacan. El seminario 8. La Transferencia. Paidós. Argentina
  • Lacan, Jacques (2008). Lacan. El Seminario 16. De un Otro al otro. Paidós. Argentina
  • Lacan, Jacques (1992). Lacan. El seminario 17. El reverso del Psicoanálisis. Paidós. Barcelona, España.
  • Lacan, Jacques (2006). Lacan. El seminario 23. El sinthome. Paidós. Argentina
  • Tudanca, Luis (2016). «La equivocación del sujeto supuesto saber». Cuadernos INES. CID Lima. Lima, Perú.
Más productos de este Boletín
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
El laberinto del "para todos": un ladrillazo a la idea de la universalización
Verónica Esteves
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
El fantasma, la superficie y profundidad del creador
Delia Pin Lavayen
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
La política autista
Eduardo Herrera Carvajal
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
El objeto a en el seminario XVIII
Santiago González Paredes
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
¿Qué es un analista?
Miguel De la Rosa G.
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
Cartel y democracia
Piedad Ortega de Spurrier
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
La presencia en la experiencia de ser más uno
Florencia Reali
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
La intimidad del rasgo en el trabajo de cartel
Marián Brando
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
Más uno bricolero
Carlos Márquez
Boletin 32 Armando Reveron-paseo-por-el-parque
Un nombre propio posible: Pessoa, una escritura del ego.
Luz Adriana Mantilla