Cartel W. La Ciencia, lo jurídico: cuerpos de la maternidad.
Producto final
Si la esencia del Otro es la alteridad y en la búsqueda de la alteridad se compromete Eros ¿podrá traducirse Eros a términos políticos? Si la política por su parte rememora a esclavo y opresor ¿hay una política de la disolución? Hoy se adopta el feminismo como una lucha y una demanda de neutralidad. La educación sin género, se populariza en Suecia con la fundación del kindergarten «Egalia» (Estocolmo) y la utilización de un nuevo pronombre, sin distinción de género: «Hen». Son movimientos sociales, de los últimos años en Europa, como ecos de aquello que apunta a desintegrar la dialéctica que el hombre conoce desde sus inicios.
El comienzo de la era moderna, solo confirma la subversión de toda rigidez instintiva ¿Se reconoce la utopía de lo completamente Otro, si por otro lado, se exige igualdad? ¿Se puede experimentar a un Otro sin distancia?
La humanidad buscó la ley desde el escenario más primitivo hasta la entrada de los smartphones en el mercado. Entre grupos sociales, lo había resuelto Freud en «Tótem y Tabú», hubo una jerarquización de los recursos sociales, donde quedaría codificada de manera implícita la normativa entre los géneros y las generaciones. Sin embargo, desplazar la teoría freudiana a nuestra era comprende nombrar nuevos complejos. El complejo familiar mostraba un propio inconsciente en su sistema, un lugar de poder y destitución: el nombre del padre y la traducción femenina de la ley. Casi como en la física, la teoría psicoanalítica encontró su punto de equilibrio; un estudio del equilibrio de los cuerpos reales y simbólicos bajo la acción de un sistema de fuerzas que daría lugar a un objeto (o sujeto) de la estática, uno de decisiva importancia en aspectos tales como la determinación de la estabilidad de una construcción; en nuestro caso de una estructura social.
Podemos pensar entonces, que mientras la ley se mantenga estática (desde el nombre del padre), el lugar de lo femenino será un soporte que pocas veces se cuestionará, pues el triángulo edípico dejaría su congruencia, y el hecho es que justo allí se resuelve el velo imaginario para encontramos con el error de lo real. Las fuerzas padre-madre, entendidas como empuje en la psique del infante, ahora se han esfumado junto a la reacción de la virtualidad. «Ma-Pa» es resultado de aquello: en Suecia, los niños aprenden a designar esta unidad en remplazo del binomio madre-padre.
¿Qué sucede entonces con el cuerpo simbólico de lo materno? La política intenta rellenar esos agujeros reales. En el texto «la familia» de Lacan se citan palabras de Claudel <<conaissance>> (conocimiento-conacimiento). Este conacimiento, es a lo que hay que apuntar. No hay solo uno que nace, la madre es el Otro que dentro del sistema engendra y se engendra. Aunque a esa madre no se le supone el deseo de ser madre, ya que hay aquí otra implicación política, la de producción. El vientre no es lo mismo que la madre. La política asegura un monto de responsabilidades para esa madre. Si ella asume más allá del vientre, asume una política.
¿Qué madres hoy? para ello habrá que preguntarse sobre las madres de ayer en su constelación familiar. ¿Era la familia del siglo XIX realmente una célula monogámica y conyugal? Tal vez en cierta medida, pero también era una red de placeres-poderes articulados en puntos múltiples y con relaciones transformables. La separación de los adultos y niños, la polaridad establecida entre el dormitorio de los padres y el de los hijos, la segregación relativa de varones y muchachas. Las sexualidades emergían con la edad, con gustos o prácticas, de forma difusa en ciertas relaciones (alumno-profesor, medico -enfermo), y las que habitaban espacios (sexualidad en la escuela). Toda esta red compleja saturada de múltiplicidades era menos principio inhibidor que mecanismo incitador. Un poder que ha hecho funcionar sobre el cuerpo simbólico y real, y sobre el sexo. Por tanto, no solo se intensificó al tipo de sexualidad que es susceptible de reproducir la fuerza de trabajo y la forma de la familia, de lo contrario esos comportamientos polimorfos fueron sacados a la luz (puestos en discurso, como secreto- confesión que era entregado a la Iglesia). ¿Quién espera ahora la producción de la verdad? La industria y la tecnología han reemplazado a la Iglesia.
Retomemos una cinta cinematográfica de valor histórico «La naranja mecánica». Hay un pasaje en el que el protagonista admite con sincero orgullo sus actos de ultraviolencia a un grupo especializado de médicos. La confesión ahora le pertenece a la ciencia. Hay en ella una interferencia entre dos modalidades de producción de lo verdadero, confesión y discursividad: por una codificación clínica de hacer combinar la confesión con el examen. El sexo parece inscribirse en dos registros distintos: una biología de la reproducción y una medicina del sexo que obedeció otras reglas.
Pero ya sea a las madres, a los padres o a los hijos, la ciencia y tecnología exigen una respuesta y la política deriva de su resultado. Allí donde no alcanza la verdad estará la política. Este es el principio intrínseco de la sexualidad que anunciaba Foucalt: si hay que arrancar la verdad del sexo, no es porque sea difícil de decir, sino porque está en su naturaleza escapar siempre. Requiere una verdad incompleta que solo puede completarla el que la recoge, a este le toca decir la verdad de esa verdad. El que escucha será dueño de la verdad al convertir la confesión ya no en algo que debe interpretarse sino en un signo.
La sociedad que se desarrolla en el siglo XVIII hasta la actualidad, ha conducido a formular al sexo la pregunta acerca de lo que somos. No hay que engañarse, bajo la gran serie de las oposiciones binarias (cuerpo-alma, instinto, razón, etc.) que parece reducir el sexo a una mecánica. Indagar actualmente sobre las causas y formas en que el deseo anuda maternidad, remite no solo a hacer temblar la «antigua» sexualidad de la mujer sino a la nebulosa pregunta del ser fémina y de una nueva política. Ser una o hacerse una entre muchas. Y con ello una política de la disolución ya que «uno» no es ni más lejano ni más estático que «una».
BIBLIOGRAFÍA
- Byhung Chul Han. Agonie des Eros. Matthes & Seitz, Berlin 2012
- Tajer Deborah. Sexo, identidad de género y sexuación. Desafíos para la clínica en la actualidad. 2008
- Foucault Michel. Historia de la sexualidad. Siglo XXI, 2005
- Lacan Jacques. Otros trabajos de Lacan. La familia. 1938 (en el volumen VII de la «Encyclopédie Francaise»)