«Mejor pues que renuncie quien
no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época»
Jacques Lacan
Durante mucho tiempo se ha pensado que el buen lugar para un niño es aquel cuyo origen es el producto del matrimonio, el hijo concebido como fruto del amor de la pareja hombre-mujer tradicional, pero la realidad nos dice dos cosas: lo primero es que esos hijos no necesariamente son las personas más felices y eso lo constata nuestra clínica, y lo segundo es que en la actualidad el hijo de esa unión es solo una forma más de venir al mundo y esto lo hemos visto desde que han surgido múltiples técnicas de concepción que omiten el método del coito y abren el campo de la pro creación y la parentalidad a todo tipo de parejas o personas solas que manifiesten una demanda de ser madre o padre.
Hélène Bonnaud en la revista de Lacan Quotidien se pregunta ¿Quién puede decir si un niño surgido de una de estas nuevas modalidades parentales será más perturbado que otro cuyos padres son heterosexuales y casados?, y se responde: Nadie.
¿Formas de concebir?, ¿técnicas de reproducción?,¿demandas de hijos? Son tantas como sujetos habitan La Tierra, y la medicina ha ofrecido la Procreación Medicamente Asistida (PMA) donde se han creado esos métodos pensados para la «necesidad» de «cada uno», estas se pueden pagar para obtener el preciado bebé que vendrá a dar continuidad a la humanidad y la posible constitución de una familia; sin dejar a un lado la adopción, otra forma mucho más común de tener un hijo y en donde el estado da derechos de afinidad a ese niño con esos «padres». De cualquier manera, queda claro que el hijo de esta época puede ser el producto de una adopción, de una fecundación in vitro, de una inseminación artificial, de un vientre alquilado, y también de una relación sexual.
Josephine Quintavalle, fundadora de Comment on Reproductive Ethics del Reino Unido, un grupo que se centra en los dilemas éticos que rodean las nuevas técnicas de reproducción asistida. Comenta que «debemos regresar al concepto original de la Fecundación In Vitro y no intentar distorsionar la naturaleza». Es decir, a ella le preocupa que la razón para la que fueron creadas las técnicas de reproducción asistida se desvirtúe de lo natural, y se utilicen para otra cosa que no sea lograr el hijo entre un hombre y una mujer. Y yo me pregunto ¿Cuándo el hombre no ha desvirtuado la naturaleza? La misma ciencia es una distorsión de ella.[1]
Hoy, existen mujeres que por aspectos de su singularidad deciden tener hijos sin pasar por el lazo con el hombre, plantea Graciela Brodsky que el deseo por un hombre y el deseo por un hijo van por carriles distintos, pasar por el hombre para obtener el hijo es una complicación doble que ha quedado eliminada. Científicos de la Universidad Médica de Nanjing crearon en los 2016 espermatozoides funcionales sintéticos capaces de fecundar un óvulo. Pero hay que tomar algo en cuenta, si bien la misma autora reconoce que efectivamente la ciencia resolvió el problema de la concepción, afirma que esto no soluciona el asunto de la maternidad, conocida como aquella función que le da lugar al NdP, entonces se pregunta ¿Cómo podrán arreglárselas estos nuevos sujetos con un padre incierto, con un progenitor anónimo cuando este carece de un padre en la realidad?, y a partir de este planteamiento entonces surge otra cuestión: ¿Puede una madre transmitir la Función Paterna a un hijo sin un padre encarnado cuando esta no ha elegido por el amor de un hombre o por ser ella misma el objeto de amor de un hombre?
No existe «la maternidad», en las mujeres esta no responde a un instinto animal que de indicaciones naturales y certeras sobre cómo criar un bebé, una jirafa no se hace pregunta sobre cómo ser madre, mientras que una mujer embarazada por ejemplo dice: «yo gano muy poquito y ahora no lo voy a poder gastar en mi sino en un bebé, yo estoy acostumbrada a que me atiendan y ahora soy yo la que tiene que atender, no lo acepto». Somos seres atravesados por la palabra, y en ese sentido cada madre es única en su condición y se verá llamada a responder desde sus propios recursos simbólicos, y desde ahí comenzará la transmisión desde ella hacia ese hijo.
Madre: ¿sin hombre, pero con padre? No es algo nuevo que una mujer crie sola a un hijo, en Venezuela existe una alta estadística de mujeres que se queden solas con sus hijos gracias a que el padre de la criatura las abandona, y como resultado de esa crianza han emergido sujetos «sanos» que son capaces de conformar más adelante una familia con el ideal de hogar, trabajo y responsabilidad que la madre pudo transmitir, pero ahora yo me refiero a otro tipo de mujer, la que por decisión propia prescinde del hombre para engendrar, ¿será capaz ella de darle un padre al hijo a través de la función? Es una pregunta que cada mujer tendrá que responder ante el acto de decidir criar a un hijo ella sola.
Ante la pregunta sobre la posibilidad que tiene una mujer «sola» de transmitir deseo a un hijo sin padre se elaborará una respuesta para cada caso, pero si esta ha de brindar el NdP a ese hijo tendrá que remitirse seguramente a los operadores simbólicos de su psiquismo[2]. Esa madre tendrá que transmitir a ese hijo su propia falta, mostrarle al hijo el horizonte de su propio deseo. Nos dice Beatriz García que para que «una mujer pueda acoger a un hijo y hacerse cargo de sus necesidades y de su proceso de humanización, depende de que para esa mujer se haya inscrito algo de lo simbólico que le permita colocar a ese niño en el lugar de un objeto valioso.»
Entonces una mujer que opte por ser una madre sola sin pasar por el hombre ni en el deseo ni en la biología, tendrá que estar advertida del origen singular de esa demanda por el bebé, que ese hijo no sea llamado a satisfacer su goce propio, sino, el hijo vendrá más bien a quedarse atrapado en la captura fantasmática de la madre convirtiéndose en un «objeto» que más tarde será develado con síntomas catastróficos. Tendrá ella que tener claridad a partir de su análisis sobre los elementos de su propia subjetividad ,que la hicieron prescindir del lazo con un hombre y será tal vez así, que ese hijo podrá tener un padre, no encarnado en la persona de un hombre pero sí en un tercero que medie entre ella y ese hijo.
Lacan dice que «la función del padre es el vector de una encarnación a la ley del deseo»[3]. Es decir, que el niño tomará de esta función la referencia sobre lo que la madre desea y así crear un nuevo sentido desde donde ese sujeto se constituye.
Ese niño necesita que el deseo de la madre no sea enigmático para él, requiere un lugar en quienes estén encargados de su crianza. De lo que se trata, es de que esa madre pueda inscribir ese hijo en su deseo y acogerlo como un ser que forjará su propio destino a partir de ahí, entonces, el problema no es que sea madre sola, es que eso no la haga convertirse en sólo madre.
NOTAS
- https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130708_salud_fiv_futuro_reproduccion_gtg
- «Nuevas maternidades y procreación medicamente asistida: Consideraciones desde el psicoanálisis» (Beatriz García)
- «Dos notas sobre el niño» (Jacques Lacan