La dificultad de pensar el diagnóstico en relación a varios casos en los que un goce no anclado fálicamente no remiten a una psicosis, casos en los que la relación con la madre se plantea como «estragante», se articulan a una pregunta que me surge de un estudio de Unicef [1] acerca de un fenómeno social en Bolivia, que concluye que hay un alto índice de violencia física ejercida por las madres contra sus propios hijos, cuando estos «desobedecen» o no responden a los mandatos maternos[2] Pregunta en relación al estrago y las coordenadas de la época acerca del efecto que estas dos cuestiones tienen en relación a los nuevos síntomas, nominaciones y modos de presentación en la clínica que hacen a su vez cada vez más difícil un diagnóstico claro: Neurosis, psicosis no desencadenadas, psicosis ordinarias. Estos son los puntos de partida que abren las vías a este trabajo.
Inicio el planteo con una referencia de Lacan del seminario 17:»El papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, (…). Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe que mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre«[3] Desde esta referencia podría plantearse el estrago materno como estructural, que conciernen tanto a la hija como al hijo. Estrago el cual tendrá un límite, si el padre opera.
Ahora, a la luz de las coordenadas del contexto actual: declinación del padre, el avance de la ciencia y la técnica, de la economía de mercado, la primacía cada vez mayor del objeto sobre el ideal. ¿No se favorece una suerte de estrago, en la relación con la madre, en la que para un hijo/a es cada vez más difícil zafar? «Pues bien, yo digo que el niño empieza como súbdito. Es un súbdito porque se experimenta y se siente de entrada profundamente sometido al capricho de aquello de lo que depende, aunque ese capricho sea un capricho articulado»[4] ¿Qué diferencia el estrago estructural, de aquel en el que un sujeto parece quedar preso en una posición de objeto de sometimiento y consentimiento a la ley caprichosa de la madre?
El Estrago y el imperativo Súper yoico
Retomo las palabras de R Aveggio[5]cuando plantea que, cuando el estrago se pone en juego en la clínica, aparece el fenómeno estragante como un imperativo, «Él tiene que» «el no poder dejar de». El imperativo del empuje al goce sería una característica clínica de los fenómenos ligados al estrago. De aquí su relación con el súper yo en su vertiente real como ley insensata.Miller afirmara que: «El súper yo como ley insensata está muy cercano al deseo de la Madre antes de que sea metaforizado o incluso dominado por el Nombre del padre. El súper yo está cerca del deseo de la madre como capricho sin ley, hay que tener claro que al valorizar la función de la madre estamos valorando la incidencia traumatizante del goce puro.»[6] Súper yo, deseo de la madre antes de ser metaforizado por el Nombre del padre, capricho sin ley, goce puro o sea no anclado fálicamente, lo cual nos remite al Otro goce, elementos que extraemos para pensar los modos de presentación y la dificultad diagnostica.
En el mismo texto Miller propone usar el mismo matema que utilizó para referirse a las psicosis para pensar el goce ligado al súper yo.. «(…) la búsqueda de un significante que escriba en la teoría del lacan el súper yo. (…) el falo índice cero. Este significante representa el goce no frenado por el falo (…) muestra la ubicuidad del goce cuando este no se localiza como goce fálico. (…) el falo índice cero, escribe el goce no congelado, no cautivo del falo»[7]
Puede plantearse entonces que a mayor declinación del padre, mayor la posibilidad del estrago y mayor relevancia del súper yo? Miller plantea que el contrapunto del nombre del padre es el súper yo y si planteamos un desfallecimiento del nombre del padre, el cual vendría a ordenar las cosas, hay algo del orden del sin límite de un goce puro, que se pone en juego como imperativo superyoico manifestado en los excesos de los síntomas contemporáneos . «Cuanto más Lacan cuestionaba el nombre del padre más acentuaba la función del goce que emana de un registro diferente al de la metáfora paterna. El goce se refiere al deseo de la madre como función sin freno simbólico (….) este problema del súper yo femenino no es más que una máscara del problema esencial del goce femenino»[8]
Del Goce femenino, Madres, hijos y anclajes.
Guimarães[9] plantea que siempre habrá un remanente de goce del fantasma materno en la subjetividad aun cuando la función paterna llegue a servir de resguardo para esa invasión de goce y mientras la función paterna sea más manca, menos operativa, más en declive, más el fantasma materno marcara sus efectos sobre la estructuración del sujeto.
La autora citada articula el estrago materno a la demanda de la madre vehiculizada en la literalidad de sus enunciados, cuando estos son tomados en su estatuto de verdad acerca de lo que quiere la madre, instalándose, dirá, una ferocidad impositiva superyoica de esta demanda. La dimensión de la demanda de la madre tiene su reinado junto con la operación de Alienación, reino de los enunciados en su valor de verdad, pegadas a significaciones absolutas imaginarizadas. En este sentido MH Brousse»[10] dirá que el estrago es aquel en que «La madre queda como un Otro no tocado por el intercambio fálico y la ley simbólica, permaneciendo como el objeto único del hijo. Un Otro completo (…). Por este hecho, ella tiende a permanecer como Otro real, interpretada como Otro del goce. «[11]
Las neurosis contemporáneas, vuelvo a Guimarães[12], estarían presas de la demanda de la madre cuyas palabras son tomadas en el sentido más literal quedando el sujeto alienado a esa palabra como si fuera verdad. No se trataría entonces de una forclusión del nombre del padre, en muchos de los casos de estrago, sino más bien de una debilidad en el ejercicio de su función ordenadora respecto del deseo de la madre, produciéndose una suerte de anclaje en la madre.
El Súper yo y el «nombrar para»
MH Brousse[13] plantea una pregunta, por demás interesante a partir del último Lacan que desubica al padre como eje fundamental de la estructura familiar, en tanto función de organización, de transmisión, de nombre: «¿Podemos pensar el súper yo como la función que contemporáneamente viene a reemplazar la función de nominación?[14] El súper yo dirá Brousse «viene allí donde falta el poder de nombrar, atribuido a la función de autoridad (…) podemos pensar que como hay un real declive del padre en tanto que poder metafórico, es decir el poder de nombrar, ¿Qué viene en este lugar? El padre que dice que sí. (…) Y cuanto más dice que sí, más refuerza la voz del súper yo. Eso implica que a menos función metafórica de nombrar más súper yo»[15]
MH Brousse trabaja parte del seminario 21 donde Lacan plantea la mutación del Edipo en relación a la modernidad y la sustitución de una función por el nombre del padre: «(…) a ese nombre del padre se sustituye una función que no es otra cosa que la de «nombrar para» (…) «ser nombrado para algo. (…) en este caso con la sustitución de la función nombrar para- la madre generalmente basta por si sola para designar su proyecto y para indicar su camino»[16] Brousse planteara que es una promesa de un poder de la madre sola con el niño al suplantar al nombre del padre con la función «nombrar para» que implica el poder de lo real más que el poder del significante, lo real organiza el lazo: :»Hay una deriva de lo simbólico hacia (..) lo real,(…). Donde estaba el nombre hoy está la función. Y esta función es un empuje a la voz[17]. La voz materna que va a nombrar para, es decir un súper yo más y más materno (…) hoy en día encontramos todos los elementos para indicarnos que el súper yo viene donde falta la nominación (…) el súper yo es la voz que dice: Si, ¡Goza!«[18] El súper yo vendría entonces donde falta la nominación y podría plantearse en la actualidad como un nuevo modo de nominación no articulado al significante sino a lo real.
Si bien en la cita de Lacan del seminario 21 pareciese que este «nombrar para» se refiriese exclusivamente a la psicosis, la clínica actual y las coordenadas de la época en relación al lugar de prevalencia de la madre y de un súper yo cada vez más materno en contraposición al nombre del padre, parecieran indicar que este modo de nominación no es exclusivo de la psicosis. A este respecto dirá Nieves Soria[19]que estas nominaciones pueden cumplir una función de compensación de la forclusión del nombre del padre o pasar por encima de la nominación paterna aplastándola y quitándole su eficacia dialéctica. Respecto del primer caso se trataría de estructuras psicóticas y en el segundo de estructuras neuróticas. O sea que desde esta perspectiva, este tipo de nominación «El nombrar para» no sería un signo distintivo de la psicosis
En «El Otro que no existe y sus comités de Ética»[20] E Laurent y Miller se referirán a las damas de hierro y a la relación femenina con la autoridad. Ya no es más el amo quien manda sino lo real, lo real que se presenta bajo la forma de capricho, que toma ese carácter ilimitado, absoluto, tenaz, esa ausencia de ley, «relación femenina con la autoridad que no es solamente la negociación» sino que su contracara «La dama de hierro», y que puede pensarse ligada a «si el Otro no existe, porque no yo en su lugar» y que lo podemos articular al proyecto materno en este modo de nominación que es el «nombrar para» que desde la perspectiva desarrollada permitiría pensar una serie de casos en que «la nominación paterna está invalidada pero no forcluida, quedando suspendida en el primer tiempo del Edipo por una prevalencia del deseo de la madre»[21].
Con el «nombrar-para», Nieves Soria[22] plantea un correlato clínico en «cuerpos rigidizados» en una nominación que localiza el goce sin flexibilidad. De igual modo, la autora considera que «el estatuto del yo, el cuerpo la realidad» es similar pero no igual al de las psicosis no desencadenadas, ya que en los casos de estrago pensados como neurosis en suspenso, la banda de la realidad funcionaria como una banda simple como en las psicosis -delimitando un interior de un exterior-, pero por «producto de una doble torsión de la misma , la primera torsión correspondiente a la admisión simbólica del nombre del padre y la segunda a la devastación materna que le pasa por encima»[23]. Una vez deshecha esta segunda torsión, dirá Soria, por la intervención analítica, la banda de la realidad pasaría a funcionar moebianamente. Es decir que por la vía de la intervención analítica del corte es posible el restablecimiento de la vigencia de la nominación paterna. Casos que plantean una presentación clínica difícil de distinguir de ciertas psicosis y que es sólo retroactivamente, a partir de los efectos de la intervención analítica, que es posible confirmar un diagnóstico de neurosis.
A modo de…. Algunas conclusiones provisorias que abren vías de trabajo.
El ocaso de la función paterna, la prevalencia del súper yo leído este como un empuje al goce, el capricho y la voluntad de goce, inclinan a pensar al súper yo, como un nuevo modo de nominación en la época. La orden de hierro se articula a las damas de hierro y el proyecto materno que se traduce en un nuevo tipo de nominación: «el nombrar para». Desde la posición materna se preferiría la designación de un proyecto vivido a su vez por ésta misma madre, que la transmisión de una función paterna que funcione como límite y a su vez habilite un deseo propio para el Sujeto, posición que creemos se articula al llamado estrago ya no estructural, sino aquel en el que muchos sujetos contemporáneos parecen quedar anclados siendo objeto de consentimiento y sometimiento al capricho materno. El «nombrar para» no sería un signo distintivo ni exclusivo de la psicosis, lo cual llevaría a una dificultad en el diagnóstico diferencial en relación a lo indialectizable, la fijeza y los modos de presentación del cuerpo que solo retroactivamente y por efecto de la intervención analítica podrán confirmar el diagnóstico.
NOTAS
- Torrez Pinto H. «Violencia contra la niñez en Bolivia» INE. Unicef. INE-UNICEF 2005. La Paz Bolivia.
- La posición de aprobación de las madres frente al castigo físico es generalizada, dice el estudio (supra i), castigo físico, en el que se usan «golpes de chicote, palo, correas, mangueras, sogas, echarles agua fría, caliente, golpes de puño, pie, otros». El estudio calcula que un 80% de los niños y niñas en Bolivia reciben castigo violento de los distintos miembros del hogar con predominancia de la madre en una relación 4 veces mayor a la del padre.
- Lacan J. El Seminario libro 17, p. 118. Paidós. Bs. As.1992.
- Lacan J. El Seminario libro 5, p.195. Paidós, Bs As. 1992.
- Aveggio R. Seminario «Estrago y Goce femenino». 11 de Junio del 2012, Santiago de Chile.
- Miller JA. «El recorrido de Lacan». Clínica del Súper yo. p.143.Manantial.1991.
- Ídem.
- Miller JA. «Recorrido de Lacan». Clínica del Súper yo. p 146. Manantial. Bs. As.1991.
- Guimarães, L. «El estatuto de la feminidad en nuestros días», p. 55-58 Grama, Bs As. 2012.
- Brousse, MH. «Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre». Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | p. 29-35
- Idem
- Guimarães, L. «El estatuto de la feminidad en nuestros días», p. 55-58. Grama, Buenos Aires. 2012
- MH Brousse. El súper yo: del ideal hacia el objeto. p. 60-61. Babel editorial. Córdoba, Argentina. 2012
- Ídem, p.61
- Ídem p. 61
- Brousse citando a J Lacan, en el seminario libro 21, clase del 19 .03.74
- Brousse MH. El súper yo: del ideal hacia el objeto. p 61-62. Babel editorial. Córdoba, Argentina. 2012
- Ídem p 62
- Soria N. «¿Ni neurosis ni psicosis?», p 337,338. Serie del Bucle. Bs As 2015
- Miller JA. p 108,109. Paidós. Buenos Aires
- Soria N. «Yo, cuerpo y realidad en las neurosis y psicosis»
- Ídem
- Ídem