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El Bosco | El jardín de las delicias

Adicción: pasión del Uno solo

Eugenia Flórez

Voy a centrarme en la relación entre el cuerpo y las pasiones y cómo la violencia estaría presente en el tratamiento dado a las mismas a través del cuerpo. Una tesis inicial es que el cuerpo habría que ubicarlo «entre» pasiones y violencias. Un entre no como un en medio de…más bien en otra acepción del «entre» que supone una especie de litoral que no determina propiamente la radicalidad de una frontera.

En segundo lugar, me propongo un examen de la clasificación que ha hecho Lacan en Televisión (1970) «Pasiones del ser y pasiones del alma» para seguirlo en su enseñanza y proponer otra posible división de las pasiones.

En tercer lugar, quiero referirme a la raíz de la adicción: la pasión del Uno solo.

La raíz del problema: Ir por los senderos de la filosofía no me ha orientado mucho frente a la dificultad que hallaba en la relación posible del psicoanálisis con las pasiones y la necesidad de ir más allá de la clasificación dada por el mismo Lacan como pasiones del ser y pasiones del alma; ir por esa vía produce un extravío, del mismo modo que si pretendiera hacer sociología de los fenómenos del cuerpo y la violencia presentes en la subjetividad de la época. Hay que ir a la raíz del problema y hacerle responder al mismo Lacan.

Lacan en Radiofonía dice: «Que se me responda sobre este punto ¿un afecto tiene que ver con el cuerpo? Una descarga de adrenalina, ¿es cuerpo o no? Que eso perturba las funciones es verdad. ¿Pero en qué proviene del alma? ¿Es pensamiento lo que este descarga?» (2012, pág. 550).

Nótese el tono de puesta en cuestión de las creencias de la época respecto a la no relación entre los afectos y el cuerpo. A renglón seguido comienza a introducir la idea de inconsciente estructurado como un lenguaje como un eje de lectura, que usa en ese momento para pensar los afectos en el ser hablante y agrega:

«Reconsiderar el afecto a partir de mis decires, vuelve a reconducir en todos los casos a lo seguro que se ha dicho de él. La simple resección[1] de las pasiones del alma, como Santo Tomás nombra más justamente a estos afectos, la resección desde Platón de esas pasiones según el cuerpo: cabeza, corazón, o como él incluso dice […] sobrecorazón, ¿no da testimonio del hecho de que para su abordaje se requiera pasar por ese cuerpo del que digo que solo está afectado por la estructura?» (Lacan, 2012, pág. 551)

He ahí la clave para navegar; en primer lugar, no es posible extirpar los afectos, o, en palabras de Santo Tomás, las pasiones del cuerpo, y en segundo lugar, les pido retener esta pista, si la ruta de navegación de Lacan acá era la estructura, hay que ir entonces de nuevo a lo que antecede la conmoción de las columnas del templo, como lo dice Miller jocosamente, hay que ir al seminario 20.

Lacan, las pasiones y el Barroco: Este seminario está dedicado a esclarecer la noción de goce y las modalidades del mismo. A desmitificar que el goce sea universal y que cuando mucho, el goce fálico hace creer que habría uno que sea universal, pero su tesis mayor allí, a mi juicio, es la pluralización de los goces, habría uno para cada parlêtre y no se cuida de decirlo de múltiples maneras, es más, al final de su enseñanza dirá que es a partir de lo cual se puede pensar la locura de cada uno.

En el capítulo IX del seminario 20 titulado «Del Barroco», Lacan nos da otra pista; su interés en el Barroco radica en que sus representaciones logran evidenciar la relación de las pasiones con el cuerpo.

Lo que podemos precisar es que el tratamiento dado a las pasiones por la filosofía antigua era por la vía de la razón y el alma estaba pensada como forma del cuerpo. Con la duda cartesiana, la certeza del cogito pierde consistencia y es ahí donde surge el Barroco como un modo de resistir a esta tendencia mostrando el cuerpo como lugar de goce, se da con ello una proliferación de imágenes de santos y de mártires que dejaban ver la imposibilidad de dominar la pasión o de extirparla. Lo que Lacan halla de la mano de Santo Tomás es lo que el Barroco muestra, es decir, lo que no engaña en la pasión, el exceso pulsional.

El Barroco se inscribe además en una época en que la iglesia, en su proyecto político debía recuperar las «almas perdidas», reconquistar las almas perdidas mediante la confesión, obligada en ese momento, sin embargo, algo del goce pasa por la palabra, pero hay en el goce, un real sin ley que es inconfesable.

Todo esto para mostrar que de la filosofía antigua Lacan, va al cristianismo para hacernos ver que el goce se localiza en el cuerpo y que ya había una lucha en los discursos de la época para disuadir de estas prácticas, algunas teñidas de sacrificio, incluso de autoflagelación, de violencia sobre el cuerpo.

En suma, ese apuntalamiento de Lacan permite ver que hay pasiones ligadas a una verdad, a una creencia, sea o no religiosa, que se inscriben en alguna modalidad discursiva. Es decir que mediante el semblante se puede instalar una modalidad de goce. Incluso, han existido una serie de martirios en nombre de Dios o para salvar a Dios, violencias sobre los cuerpos o martirios infringidos que por ejemplo, narran bien algunos mártires en el que sus cuerpos sirven para otros goces. En todo caso, las representaciones del cuerpo en el Barroco exhiben «los cuerpos que evocan goce», expresión de J-A Miller en la conferencia «El inconsciente y el cuerpo hablante».

Lo que hay que subrayar es que con el cristianismo vemos cómo una pasión puede instalarse, ligada a una verdad como modalidad de goce. Modalidad que hace a ciertos colectivos de goce que en nuestra época también están presentes.

De otro lado, podríamos también hablar de las pasiones en relación a los objetos; al objeto a que da forma al goce allí implicado, esa es la función del objeto a, dar forma al goce a partir de lo que se inscribe en el circuito pulsional y es acá donde podemos situar las pasiones del objeto a. Por ejemplo, la pasión que impera en la época, la de ver y ser visto, incluso, podríamos decir del goce de la acumulación que el capitalismo promueve en sus modos de consumo, ninguno de los cuales deja por fuera el cuerpo.

Hay sin duda un goce del cuerpo que como dice Lacan, está ligado a las pasiones del ser y a las pasiones del objeto a.

El cuerpo entre pasiones y violencias: El cuerpo es un concepto nuclear, ha hecho que los psicoanalistas nos detengamos una vez más a pensar en la renovación de los conceptos en psicoanálisis y a revisitarlos. Ya Freud con su formación en medicina decía que el síntoma y una afectación del cuerpo guardaban relación más allá de lo orgánico. Es por ello que propone un concepto como el de pulsión para ubicar algo que ocurre «entre» el cuerpo y el sujeto respecto al síntoma, una suerte de satisfacción que deja de lado la idea de un cuerpo como un puro organismo. Un cierto «entre» que nombra pulsión y que dice estar entre lo psíquico y lo somático.

No obstante, debemos a Lacan el esclarecimiento respecto a que el lenguaje desnaturaliza lo humano. Él retoma la idea de afecto en Freud quien marca una frontera entre el afecto y las emociones o sentimientos propios del yo. Es así que el afecto es una afectación del cuerpo, afectación que estaría fundada en un primer momento, en el encuentro de la carne con el significante y posteriormente, Lacan hará el énfasis en el acontecimiento producido en el encuentro fallido entre lalengua y el cuerpo.

En este sentido, también la noción de cuerpo en Lacan cobra fuerza inicialmente, con la idea de un afecto narcisista, imaginario, que daría lugar a la noción de un cuerpo que se ve y que es visto. Una idea de cuerpo como producto de múltiples significaciones e identificaciones que hace a una consistencia simbólica. No hay duda entonces que el cuerpo en tanto imagen cuenta y está comprometido en algunas formas sintomáticas de relación al mismo, ligada a veces con síntomas como la anorexia, las toxicomanías, las cirugías, tatuajes u otras intervenciones en el cuerpo, posible de relacionar con modalidades de una pasión por la imagen. No siempre estas formas sintomáticas entran en esta lógica.

Ahora bien, si pensamos el cuerpo como aquello que existe, ese con el que salimos de casa día a día, tomamos la vía indicada por Lacan del cuerpo hablante, o mejor, lo que en el cuerpo es hablante estamos ante un giro fundamental en Lacan y no dejamos de interrogar en la clínica por si estamos a la altura de responder a esto, al nivel de lo que acontece en el cuerpo y que es lalengua singular del parlêtre. Es decir, ¿eso que acontece en el cuerpo en qué medida es hablante aunque no sea discursivo?

En suma, lo que verificamos hoy es que «El cuerpo hablante como lugar de lalengua no se presenta como vivencia [significante], pero sí como evento, un acontecimiento de cuerpo» (Vieira, 2015, p16).

Siguiendo a Miller, él «[…] invita a situarnos en un punto lógicamente anterior al cuerpo que tenemos, que ve y que es visto, que afecta y que es afectado. El cuerpo hablante se refiere a una dimensión pre-ontológica, antes de la bifurcación sujeto-objeto, incluso antes de la distinción entre cuerpo y alma. Es la vibración de algo corporal que, sin embargo, no está en los órganos del cuerpo sino que estaría entre ellos». (Citado por Vieira, 2015, pág. 16)

Ahora bien, tras este recorrido, tomemos la idea de pasión como un modo de decir de lo real y que en los modos en que ella se manifiestan hay un toque de real y una modalidad de goce. El cuerpo entonces puede estar tomado absolutamente por ella al modo de una pura iteración, o a través del objeto a dándole forma por ejemplo en la pasión de ver o ser visto y en esa medida también puede ser puesta al lazo social vía los semblantes que posibilitan comunidades de goce en los que tenemos un ejemplo mayor en el futbol o en otras formas de violencia colectivas que incluso toman la tonalidad de los fanatismos de hoy y que Fabián Naparstek llamó en su conferencia sobre las toxicomanías de hoy (Biblioteca Pública Piloto- Medellín), una suerte de, sobredosis generalizada.

Sin embargo, hay pasiones que se ponen al lazo social, pero hay la pasión absoluta, pasión que habría que emparentar al goce Uno, goce autista por fuera de cualquier lazo social. Pasión absolutamente fijada en el cuerpo.

Si seguimos a Miller en «El ser y el Uno» diremos que es allí donde hallamos la raíz del síntoma para bien o para mal, es decir, se trata de pasiones cuya repetición no dice nada, por eso decimos absoluta, sin referencia. Esta pasión que no dicen nada, no obstante, pueden leerse a la manera de una pura iteración ya que lo que itera no interactúa. Son segmentos de escritura sin una narrativa, a partir de los cuales se puede leer lalengua singular de goce del parlêtre. Y Según los testimonios de análisis cada parlêtre tiene su lalengua, alimento del sinthome.

Es por ello que a falta de hacer operar la sublimación freudiana, hoy nos encontramos en la clínica con los avatares en el cuerpo; así que «lo que anuda, de manera Borromea el inconsciente y el síntoma es lo real del cuerpo». (Hugo Freda, 2015, pág. 54).

Pasiones del ser y pasiones del Uno

Hago de este título una tesis que trataré de sustentar. La clasificación de las pasiones como pasiones del ser y pasiones del alma pertenecen a la ontología lacaniana, es una manera de abordar las pasiones. Me aventuro a proponer esta otra división, pasiones del ser y pasiones del Uno, tomando como punto de partida que cuando Lacan se interesa por las pasiones lo hace en su relación a una modalidad de goce y el goce solo se puede pensar a partir de la existencia de un cuerpo vivo.

En lo que insiste Miller en su seminario «El ser y el Uno» (2011) es en que, aunque se puedan hacer otras particiones de la enseñanza de Lacan ésta se puede dividir en dos a partir del momento en que él mismo no se hace prisionero de su enseñanza, lo dice textualmente en la clase X (clase del 6 de abril de 2011), es por ello que la práctica analítica puede orientarse por la vía del ser o por la vía del Uno de la existencia.

Lo que tenemos claro es que Lacan se ocupó de principio a fin en su enseñanza de la relación al goce. A su vez, el goce es definido a partir del cuerpo pero inicialmente, un cuerpo en tanto es visto, como imagen. Y el vuelco se produce una vez se orienta por lo real y «el goce queda definido por el cuerpo, sin duda, pero por un cuerpo situado por un sui-goce, el goce de sí, por el hecho que el cuerpo se goza sin mediación, precisamente sin la mediación del otro que ve» (Miller, clase X del 6 de abril de 2011). Un goce que no apela al Otro.

Dicho de otro modo, pasamos de la dialéctica del Ser a la repetición del Uno solo. «Lo real como lo que itera, de iterar como verbo, no de itinerario. Iteración como un real que es una falsa inscripción» (Ibíd.)

¿Qué es entonces lo que se repite? Dice Miller: «Eso que llamé la última vez el Uno de goce. No es algo que se descifre, no es algo sobre lo cual opere la palabra, como sí ocurre sobre las formaciones del inconsciente, por la buena razón de que es una suerte de escritura salvaje del goce, -Lacan empleo este adjetivo salvaje, esto quiere decir: fuera del sistema-; es una escritura del Uno solo por completo, en tanto S2 con el que estaría en correlato, sólo es un supuesto. Es decir que la raíz del síntoma es la adicción» (Ibíd.)

La raíz del síntoma es la adicción, una pura iteración. Tengamos en cuenta esto que pareciera hacer de la iteración la formulación mayor en lo que respecta al síntoma; a la vez que da la clave, deja ver la dificultad de conmover algunos síntomas o pasiones que guardan la condición absoluta de la iteración, es decir, «La iteración no es en absoluto liberadora, como Lacan había comenzado por creerlo, por el contrario, es avasalladora, sojuzgante» (clase X del 6 de abril de 2011), es decir, sujeta o domina con violencia.

Es decir la violencia estaría acá al nivel de la pasión del Uno que itera, no al nivel de la pasión que hace lazo social, es por ello que una indicación clínica es que en cada caso habría que detenerse, antes que en el fenómeno, en lo que iteración allí en esta modalidad de goce presente en los avatares del cuerpo.

Para concluir, La pura iteración ya ejerce una violencia en el cuerpo que toma la forma de una pasión violenta y deja al parlêtre en la soledad del goce Uno no sinthomatizado, no obstante las pasiones, todas pasan por el cuerpo y los tratamientos de las mismas dicen del modo en que éste ha sido afectado pero podrían ser sinthomatizadas y puestas al lazo social ya sea por la vía de los objetos a o los objetos gadget de la modernidad, de la oferta de la llamada pseudociencia o, tal vez, por una invención singular.

La violencia puede estar presente entonces al interior del lazo social o en el propio cuerpo, por eso Lacan dice que en ese gozarse del cuerpo se verifica el goce del cuerpo vivo.

BIBLIOGRAFÍA

  • AAVV (1015) Scilicet El cuerpo hablante sobre el inconsciente en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama.
  • Lacan, J. (2012) «Televisión» en: Otros Escritos, Paidós, Buenos-Aires
    _____________ (1981) Seminario libro 20 Aun, Paidós, Buenos Aires
  • Laurent, E. Los objetos de la pasión, Argentina, Tres Haches
  • Miller, J-A. (Inédito) Seminario El ser y el Uno -2011 clase X.
    _____________ (2014) «El inconsciente y el cuerpo hablante» en: Lo real puesto al día en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama.

NOTASDel lat. resectio, -ōnis ‘acción de cortar’. f. Med. Extirpación total o parcial de un órgano

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