En las entrevistas de presentaciones clínicas, más allá del dispositivo de enseñanza y de la discusión con otros, me sostienen las preguntas por un ejercicio ético. Partimos de que no hay un mundo real común o universal. Anticipo que la ética del acto se apoya en el uso de la ocasión para hacer presente la oportunidad de que la función “Deseo de analista” pueda anudarse y hacer pareja a un real singular del parlêtre entrevistado.
Para conseguirlo no es suficiente con hacer preguntas. Al sujeto hay que sacudirlo del modo conveniente provocando un proceso excitatorio. El entrevistador propone un movimiento de la sustancia gozante del entrevistado a partir de situar un agujero, un no sentido. Lo contingente del dispositivo será afrontado a partir de la estructura hablante de goce, que está más allá del sujeto del deseo. La entrevista provoca en el entrevistado un “forzamiento” al anudamiento[1]. A ella responderá el sujeto con el uso singular de los objetos pulsionales, con la búsqueda del sentido, con su discurso o la imposibilidad del mismo, con su demanda, con esos elementos que dan cuenta del cuerpo que goza y el uso que hace de él. La realidad psíquica es producto de una forma sinthomática de responder a la existencia[2].
La oportunidad de un encuentro con un sujeto en una presentación clínica es un artificio estético de sensibilidad espontánea y un libre juego de facultades, donde lo que vale es la inmediatez[3]. En las entrevistas clínicas no se hace dialéctica[4]. La entrevista adopta un modelo anti-semántico; anula toda intencionalidad médica, psiquiátrica, sicológica, o de asistente social. El psicótico no quiere ser considerado como tal, no suelta su palabra con facilidad, requiere entonces la mayor disponibilidad del entrevistador para acoger las particularidades de ese real, ante el cual no tiene forma de defenderse y por momentos se le hace imposible de soportar. Conviene siempre el cuidado con nuestro semblante para que el sujeto no se vea conducido a ubicarse en una identificación con el objeto, justamente en el punto en el que debería aparecer como sujeto. Entonces conviene mantener la entrevista en un más acá del borde en el que el sujeto puede reconocerse.
En el “Prefacio a la edición inglesa del seminario XI”, Lacan sugirió que el analista debe compensar el sentido perdido cuando el sujeto no puede vincularse al campo del Otro; buscar una posición desde la cual haga pareja[5], es decir, cumplir una función de conector. En la presentación clínica la posición del analista es hacer pareja al inconsciente real, situándose más allá de una concepción terapéutica del sentido[6], dejándose usar para captar los trazos de los goces que determinan la existencia de un parlêtre.
En el dispositivo el público cuenta para el entrevistador. En función de él es un pasador de varios elementos materiales, piezas sueltas, “nominables”, del parlêtre entrevistado al auditorio. Se trata que el entrevistador pueda localizar la consistencia psíquica del entrevistado, y los recursos que lo aproximan a lograr dicha consistencia alrededor de un goce (agujero) singular, y los pase al público. Los miembros de los equipos terapéuticos que participan del dispositivo, leen también lo que es consistente, lo que es imposible, los recursos de ese parlêtre.
Este ejercicio clínico es un terreno propicio a la investigación y la enseñanza que nos aproxima, de manera fugaz, al avasallamiento de la psicosis, campo exquisito en el que el síntoma está articulado en la estructura[7].
Una entrevista realizada según la ultimísima enseñanza, implica los siguientes postulados:
- Asumir que el inconsciente real es parte de un cuerpo que goza y por ello ex – siste, más allá del ser.
- “El ser que habla está siempre en alguna parte, mal situado, entre dos y tres dimensiones[8]. La orientación de la entrevista, más que perseguir fenómenos clínicos, toma al parlêtre como un objeto topológico resultante del anudamiento de dimensiones[9].
- Lo subjetivo ya no se trata solo de la dimensión metafórica de significación. Lalangue produce un tipo de goce desprovisto de la cadena significante. Reedita un acontecimiento de cuerpo, un trazo o letra de Otro tipo de goce[10]. Es necesario pescar el trazo, la letra que adopta ese Otro goce, y la respuesta que el sujeto hace con esa letra, en la forma de iteración.
- La consistencia de lo subjetivo es imaginaria. Las identificaciones, funcionan como anclaje en la estructura, de creencias sobre su ser, y la imagen reina queda excluida del espejo.
- A partir de que el Otro como Otro completo, no existe, es un imposible categórico, es tachado,es no todo, aun es necesario anudarlo por medio de un sentido singular. El asunto de la significación es problemático por lo singular. “…el fenómeno de la locura no es separable del problema de la significación”[11]
.
- Exponer la singularidad. Esto es, la mostración del “hay de lo uno”. Descomponer la inscripción del caso en la universalidad para dar cuenta del Uno, del sujeto en cuestión[12]. Un entrevistado encarna su sinthome, inclasificable, imposible de encasillar de antemano. Así es como él se basta a sí mismo,separado de todo; certeza desde donde el sujeto intenta hacer vacilar los semblantes.
- Detectar la singular economía o acuerdo entre diferentes tipos de goces. Un entrevistado pone en su decir, en su acto y en su cuerpo, el testimonio de un goce del que no sabe, sino que lo vive como intrusión o como goce con el que debe vérselas a partir de creaciones singulares fijas. El goce está unido al concepto de agujero, y no solo en conexión con la falta[13]. ¿Cómo este sujeto responde en acto frente al “No hay”? y ¿Cómo hace con lo imposible?[14]
[1] Las respuestas de acomodación del cuerpo, la calma, la angustia, el desespero, alguna forma de obstinación o de exaltación, reacciones de resistencia, son
algunos de los sentimientos que pueden suceder y a los que hay que estar atentos. La exploración se hace de acuerdo a la tolerancia del sujeto a nuestra
presencia y al dispositivo. Pueden aparecer fenómenos intrusivos en el cuerpo, en la mirada, en la voz, en relación al espacio y al otro presente en la entrevista,
incluyendo al público.
[2] Para el buen catador, allí podrán localizarse las inconsistencias y las suplencias de las que se sirve el sujeto en cuestión.
[3] sin que esto derive en ningún caso a una función representativa de hacer evidente lo forclusivo, o menos, con la idea de querer hacer un ejercicio de
formación para los asistentes
[4] Lacan, J. “Aportes del psicoanálisis a la Semiología Psiquiátrica” – 1970 inédito.
[5] Lacan, J. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 601.
[6] Laurent, E. “El revés del trauma”. En Virtualia, Revista digital de la EOL ·6
[7] Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”. En: Escritos 2. BsAs, Siglo XXI, pág. 519
[8] Lacan, J. Seminario 22, “RSI”, clase del 14 de enero 1975, inédito.
[9] “La topología, y en ella el nudo borromeo permite recuperar el errar de Freud, lo que ex-siste rigurosamente. …. Hay sin embargo un abordaje que
considera el espacio de otro modo, es la topología…en ella el acento está puesto en la discontinuidad, mientras que la vertiente de la imaginación, es la
continuidad”. Lacan, J. Seminario XXII, RSI. Clase 1. Inédito.
[10] En “La Tercera” Lacan considera que la única manera de abordar el Real con el que se goza es a través de lo que el sujeto sabe hacer sobre el goce del Otro,
que luego llamará el Otro goce.
[11] Lacan, J. “Acerca de la causalidad psíquica”. En: Escritos 1. Siglo XXI, México, 1997, p. 156.
[12] Miller, J-. A. “El Ser y el Uno”. capítulo 11, Inédito.
[13] El agujero es real, la falta corresponde a la dimensión imaginaria.
[14]
• Lo imposible de soportar: (imaginario) lo que se puede cercar como lo imposible de soportar.
• Lo imposible de decir: (real) aquello que está por fuera del sentido.
Lo imposible de negativizar: (simbólico) Esa marca propia que no cesa de repercutir en el Otro
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