El recorrido durante este cartel fue bastante grato, y me es bastante placentero poder concluirlo escribiendo sobre él y lo que se produjo. Durante todo este tiempo, se sostuvo este dispositivo por las vías de una transferencia de trabajo que deviene desde una pregunta colectiva ¿Cuál es la formación del analista? Durante todo el recorrido se fue acotando direccionándola ¿Cómo opera la clínica del semblante? Si bien es cierto, que el intentar descifrar que es un analista, es lo que nos mantiene dentro del dispositivo del cartel y también buscando una escuela donde realizar dicha formación, siempre quedará un agujero que nos mantendrá buscando cerrar la interrogante. Estas mismas vías del deseo del trabajo psicoanalítico puede llegar a bordear y mantener vivo el deseo.
Sin perder de vista mi pregunta, desde el semblante del analista, me pregunto; ¿Cómo se mueve? ¿Cuál es su posición? Que es lo que permite que se realice y se construya un análisis.
Lacan en el seminario dieciocho dice “Por eso no hay semblante de discurso. Todo lo que es discurso solo puede presentarse como semblante, y nada se construye allí si no sobre la base de lo que se llama significante. Desde la perspectiva en que lo presento hoy, el significante es idéntico al estatuto como tal del semblante.”
El paciente futuro analizante llega al espacio analítico con una cosa, y esto es su discurso. El significante representado desde el lenguaje, y es aquí como el analista utiliza herramientas como, la transferencia, la interpretación que no son más que actos que uno realiza desde este mismo semblante, que lo pone en juego para sostener… si es que existe algo que se llame semblante de analista, ya que este mismo, pone en duda o cuestiona, que no sea algo que se construye de la demanda de análisis, en el encuentro de los dos discursos. Desde la mirada clínica el semblante pone más que la palabra, sino también el cuerpo, esta acción despierta algo en el sujeto. Es por ello que es importante no avanzar demasiado rápido, ya que este mismo semblante regula la economía del discurso, insertando y acortándolo dentro de las entrevistas preliminares, llevándolo a un “análisis”.
Hay que tener cuidado con esta posición, y cualquiera que se tome, tomándolo como un juego de estrategia, donde uno guíe sin ser el dueño del mismo, sino más bien uno acompañante que toma distintas posiciones, permitiendo no involucrarse en sus futuros movimientos.
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