“En palabras nada más, pero para no pensar…
Será que entre las hojas que nunca se cayeron estará perdida la verdad”…
El tiempo lo dirá
Los Rodríguez
El psicoanálisis es tributario de la clínica; en ella Freud tomó noticia de la existencia del inconsciente, ese particular saber que subvierte la lógica del cógito cartesiano para trastocarlo en el aforismo lacaniano “soy donde no pienso”.
Guiado por esta premisa, el analista promueve el deseo de hacerse con aquel saber no sabido que ha de desplegarse en el campo de la palabra dirigida al Otro. Así, el dispositivo analítico habilita el espacio para la asociación libre, la cual se desarrolla a nivel de los registros simbólico e imaginario. Sin embargo, como señala Lacan, “el análisis, más que ninguna otra praxis, está orientado hacia lo que, en la experiencia, es el hueso de lo real”. 1Lacan, J. El seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 61.
En su quehacer, el analista interviene recortando en los dichos del analizante los S1 desde y sobre los cuales ha de operar. El acto analítico implica una apuesta donde interpretar sería un modo de operar que poco o nada tiene que ver con el sentido como certeza o saber cerrado. “No es lo mismo interpretar que imaginar comprender”2Lacan, J. El seminario. Libro 1. Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 120., enfatiza Lacan. Así, la interpretación estaría más bien del lado del sentido como sinónimo de dirección u orientación: una orientación hacia lo real, que no es sino una hendidura en el campo de lo simbólico. En tanto orientada por lo real, la dirección de la cura implica escuchar y leer para poner de relieve lo que no cesa de no escribirse, apuntando a develar el fantasma y despojar de sentido al síntoma mediante la interpretación.
Ahora bien, la interpretación no puede ser sin el soporte de las construcciones que sesión a sesión se van tejiendo. Al respecto, Jorge Assef señala: “la interpretación se dirige a un punto definido, rompe la relación S1-S2, abre una puerta a la falta de sentido, etc., mientras que la construcción reúne, articula S1-S2, produciendo una simulación de sentido justo donde necesitamos la estructura para comprender la lógica del caso”3Assef, J. “The madness of each one”. En PsychoanalysisLacan. Lacan Circle of Australia e-Journal, 2023, p. 10, https://lacancircle.com.au/wp-content/uploads/2023/02/Journal-06-1.pdf. En tal sentido, la articulación S1-S2 supone un artificio del cual se parte para luego -corte mediante- localizar y hacerse con aquello que es imposible de decir, tal como ocurre con la poesía. Entonces, cabe preguntar si la interpretación constituye un acto poético. Y la respuesta, tal como hallamos en la enseñanza de Lacan, es afirmativa.
La poesía es una apuesta por trascender los límites del lenguaje y -como acto- apunta al advenimiento de una verdad que está siempre fuera del lenguaje y del saber establecido; una verdad que está siempre por producirse y que no cesa de no escribirse. Así, puede afirmarse que la poesía implica un esfuerzo por hacerse con lo real y que el acto poético produce una verdad que sobreviene como acontecimiento.
Un acontecimiento “es algo, fundamentalmente nuevo, que emerge desde aquello que no estaba contabilizado en los marcos establecidos; algo que surge desde los agujeros de lo social para romper la inercia de la realidad cotidiana [y] es tan radical que es capaz de recuperar toda la vida no vivida, de resignificarla y abrirla hacia lo impensable”4Vich, V. César Vallejo. Un poeta del acontecimiento. Horizonte, Lima, 2021, p. 113 y 123.. La vida no vivida puede ser tanto lo que está por venir como aquello inscrito en el campo de la fantasía. En cualquier caso, la referida resignificación produce un efecto terapéutico, toda vez que el sujeto (re)escribe una historia de la cual ya no es prisionero, en tanto no hay absolutos que se asumen como destino. No obstante, la cura psicoanalítica trasciende lo terapéutico y apunta a un momento donde transferencia e interpretación se desarticulen al no haber más sentido que deconstruir; tal es el modo en que Assef 5Assef, J. op. cit., p. 16. describe la caída del Sujeto Supuesto al Saber en tanto sinónimo de fin de análisis.
En el recorrido analítico, la interpretación implica una (a)puesta en acto no por el sentido (que coagula o anquilosa) sino por lo inesperado que va más allá de la palabra y resuena produciendo olas. En cualquiera de sus formas (puntuación, corte, enigma, equívoco, etc.), la interpretación como acto poético da lugar a lo inesperado como un acontecimiento-creación que resuena en el cuerpo, interrumpe la iteración del síntoma y posibilita una nueva lecto-escritura de la historia libidinal del sujeto.
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