Para comenzar con el desarrollo de esta idea debo resaltar que se deben tocar dos puntos antes de explorar la perspectiva que el psicoanálisis de corte lacaniano puede ofrecer sobre el tema. Como primer punto presento de manera superficial el concepto de necropolítica propuesto por Achille Mbembe y de igual modo, como segundo punto, el concepto que tiene Franco Crespi acerca de la modernidad.
La necropolítica es el ejercicio del poder soberano para legitimar la muerte de un grupo de sujetos a partir de políticas destinadas a la guerra y así realizar una distinción con los sujetos que deben vivir. Sin embargo, este término se conforma de otros factores como lo es la pérdida de las normas básicas, Mbembe pone como ejemplo el repudio al tabú de matar. Estas normas no son cubiertas por el Estado, por lo que este expone a sus habitantes a la muerte. Por otra parte, encontramos que en este Estado lleva a cabo políticas ligadas a la guerra creando enemigos públicos que muchas veces son controlados por el mismo Estado y que por medio de programas de inteligencia y manejo mediático invitan a sus habitantes a odiar, al punto de desear asesinar al enemigo1Mbembe, A. Necropolítica seguido de sobre el gobierno privado indirecto; Melisina, España 2011: p. 19-27.
Para hablar de modernidad Crespi nos dice que esta aparecen con sus términos reales a partir del fin de la segunda guerra mundial ya que representa la victoria de la técnica, como ejemplo, nos invita a voltear hacia el sistema capitalista ya que para él este nos recuerda que la experiencia modernidad se conforma de cuatro factores; no lo sabemos todo, el hombre da sentido a sus propios fundamentos, no hay fines absolutos y por tanto y haciendo recuento de lo anterior no se puede hacer una conciliación entre la situación existencial propia y la social2Crespi, F. “Modernidad, la ética de una edad sin certezas”. En: El debate modernidad-posmodernidad. Buenos Aires. Ed. Punto Sur. 1989. p. 230 .
La relación que encuentro entre la modernidad y la necropolítica nace a partir de las afirmaciones que realizan Mbembe y Crespi. El primero afirmando que la segunda guerra mundial es el ejemplo más claro de la puesta en marcha de la necropolítica y su ejecución en una población3 Mbembe, A. Necropolítica seguido de sobre el gobierno privado indirecto; Melisina, España 2011; p. 24 . Y el segundo nos menciona que “En efecto, es después de la segunda guerra mundial que tal experiencia aparece en sus dimensiones reales…” y por tanto también de la crisis que conlleva esta experiencia. Esta crisis consiste en hacer una elección entre la regresión a grandes discursos, como lo es la necropolítica, u optar por la puesta en marcha de discursos diferentes4Crespi, F. “Modernidad, la ética de una edad sin certezas”. En: El debate modernidad-posmodernidad. Buenos Aires. Ed. Punto Sur. 1989. p. 237.
Una vez que revisamos estos conceptos iniciaré mi recorrido entre la necropolítica y la perspectiva que ofrece el psicoanálisis de corte lacaniano.
Comenzado con Freud que si hubiera convivido con el termino podría haber concluido en que la necropolítica es ejecutada por sujetos que no han introyectado la cultura, neuróticos y asociales, que se encuentran en conflicto con la cultura al exigírseles, y negarse, a realizar el sacrificio pulsional que impide la práctica del “incesto, el canibalismo, y el gusto de matar”5Freud, S. El porvenir de una ilusión, Editorial Tomo, México 2012; p. 20-28. Dentro de esta perspectiva que Freud nos ofrece, podemos identificar un parentesco entre el conflicto con la cultura y la pérdida de las normas básicas, de las que habla Mbembe.
Por otra parte, sé que tampoco Lacan conoció el término, sin embargo, y sin cerrarme a todas las posibilidades que su mirada puede ofrecer, encuentro que el psicoanálisis de corte lacaniano miraría a la necropolítica como un fenómeno derivado del goce de los sujetos y que en ciertos casos nace a partir de un goce que no es reconocido y que al no ser reconocido sólo podrá ser confirmado mediante la matanza del otro sujeto, siendo en sí el final del goce del otro y la afirmación del goce de quien mata y que al mismo tiempo goza sabiendo que su goce puede radicar en la búsqueda del fin de su propia vida6Lacan, J. Seminario 1: los escritos técnicos de Freud, Clase 13, mayo 1954; Paidós Argentina, 1981; p. 253-254.
Lacan identifica este tipo de goce en “una serie de prácticas sociales desde los ritos del tatuaje, de la incisión, de la circuncisión en las sociedades primitivas”7Lacan, J. La agresividad en el psicoanálisis, escritos 1; Editorial Siglo XXI, México, 2005; p.97 a las cuales hay que agregarles las modificaciones corporales, que no son distintas a la castración, mutilación o desmembramiento. Lacan también nos dice que para evidenciarlo no necesitamos más que “escuchar la fabulación y los juegos de los niños, aislados o entre ellos […] para saber que arrancar la cabeza y abrir el vientre son temas espontáneos de su imaginación”8Lacan, J. La agresividad en el psicoanálisis, escritos 1; Editorial Siglo XXI, México, 2005; p.98 pero en el contexto de la modernidad y de un país como México debemos ir más allá y entender que estas prácticas también engloban las matanzas realizadas por el crimen organizado y un sinfín de otras prácticas derivadas de esto.
El habitante de la modernidad necropolítica que experimenta constantes imágenes o “imagos del cuerpo fragmentado”9Lacan, J. La agresividad en el psicoanálisis, escritos 1; Editorial Siglo XXI, México, 2005; p.97 verá afectada su estructura yoica, habrá una modificación identificatoria del sujeto. La necropolítica debilita al yo del sujeto y a su instinto de conservación, estos sujetos estarán entonces en una posición de ignorancia de ellos mismos, donde no conocerán ni siquiera sus límites. Serán entonces sujetos despojados de toda característica individual, de toda manifestación de sus gustos personales. La necropolítica despersonaliza a los sujetos, a esto Lacan lo llama “resistencia del amor propio”.Miller nos explica más sobre el concepto del goce construido por Lacan y mediante su explicación considero que si Lacan hubiese interactuado con el concepto de necropolítica lo hubiera hecho desde el goce, ya que en palabras de Miller este es ubicado “fuera del lazo social, no siendo como tal una vía de acceso al Otro. Por el contrario, es lo que debe ser superado para tener acceso a él”. Por lo que el regreso al discurso necropolítico funge como indicador de la crisis de la modernidad y por tanto a su vez como indicador de la incapacidad de los sujetos por superar su goce y afianzar el lazo social.
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