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Nigel Van Wieck | Without Even Looking

La resistencia de la Escuela

Rodolfo Rojas B.

Dentro de las experiencias de trabajo en la escuela he “vivido” 3 formas de ver o pensar el quehacer de la escuela: la primera, que he denominado activismo, una segunda forma que denomino qué saldo para la escuela y una tercera que considero “lo analítico”.

En un primer momento para mí, fue el activismo: éramos un grupo de personas que intentábamos organizar actividades “llamativas”, “actuales”, “que vendan”. Fue trasladar la gestión como se hace en otro tipo de instituciones, a la escuela, lo cual sigue una lógica de grupos, como lo trabaja Freud en “Psicología de las Masas”: se proponen identificaciones que permitan arremolinar sujetos a estas identificaciones. De esta forma recuerdo el brillo propuesto al remarcar significantes: psicoanálisis, Freud, Lacan, asociado, AE, EX AE, a manera de aglutinantes por identificación.

Fue en las Segundas Jornadas de la NEL Guayaquil, que algunos colegas nos permiten cuestionarnos este “activismo” con ciertas preguntas. La pregunta que hiere (me inspiro en la revista Lacaniana 25: La palabra que hiere)…fue ¿qué saldo para la escuela?…Me respondía a mi mismo con otras preguntas: ¿El saldo para la escuela sería pensar que queda para la escuela a partir de las actividades?…¿El saldo para la escuela puede entenderse como episteme o cursos o incluso “generar transferencias”?.

Aquí un pequeño desvío, porque entonces, ¿Qué se hace con las transferencias?, Pues aquí puede orientar el principio de abstención del analista: si queremos algo, por bueno que sea, hay que recordar que “el camino al infierno…”.  Todo lo que sea “querer algo de un sujeto” en este caso en transferencia…impide que ofertemos una verdadera experiencia de escuela a ese sujeto, entraríamos en una especie de furor transferiantis…si si…de furor curandis…al querer “iniciar” a ese sujeto…

Pero regresemos a las tres formas de hacer escuela que he propuesto con la tercera y última: lo analítico, que en definitiva se da cuando algo resuena en un sujeto, si, en las actividades, pero que al ocurrir esta resonancia, nos remite a trabajarlo en el propio análisis1Miller, J.  Para introducir el efecto-de-formación.  Recuperado de: https://elp.org.es/para-introducir-el-efecto-de/.

Quienes intentamos hacer escuela como la pensó Lacan nos orientamos por eso: buscar lo analítico en todo lo relacionado a la escuela, nos dice Miller: en la escuela de Lacan, todo analítico2Miller, J. La doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela.  El caldero de la escuela No24.

Este apuntar a lo “analítico”, es lo propio de la formación que dispensa la escuela.  Cuando decimos que la formación de la escuela es aquella que cada uno se procura a partir de los dispositivos que oferta: el cartel, el pase, las enseñanzas declaradas, es porque son los privilegiados pensados por Lacan para que “brote” lo analítico: aquellas resonancias que se lleva al diván, lo único verdaderamente “analítico” posible y deseable.  

Esta idea me parece que queda muy bien representada por la figura del toro que nos trajo Lacan: lo simbólico y lo imaginario (la dona), son las “actividades” y la episteme, es decir, la “materialidad” de la figura topológica…son apenas vehículos para apuntar a algo más allá de lo simbólico e imaginario: el vacío-centro del toro.  El real en juego en la formación que dispensa la escuela es que “no existe formación del analista, sólo existen formaciones del inconsciente”3Portillo, Ronald.  SOBRE LA PRODUCCIÓN Y LA FORMACIÓN DEL ANALISTA. Recuperado de: https://www.wapol.org/es/acercaamp/Template.asp?Archivo=escuela_una/documentos/ocho_textos/portillo.html 

Entonces, un error muy común en nuestra Escuela, es dar por sentado que si se asiste a actividades, a un cartel, a una enseñanza, está implícito que “hay” de lo “analítico”.  Es como pensar que, si alguien va a un analista, estuviera garantizado que está en análisis.

Y pienso que en esto hay que ser radical, lo efímero del discurso analítico muchas veces lo necesita, lo propongo así: la escuela de Lacan es imposible, no se puede hacer, no hay manera de que el malestar se sublime en función del discurso analítico…no hay manera de que se dejen las identificaciones de lado. No hay manera de que se deje un vacío en el lugar de la respuesta a qué es un analista, porque todos creemos que la forma que pensamos y en qué ocupamos esta función es la correcta y no la del otro.

Pienso que la escuela como la pensó Lacan no es un nuevo imposible…me parece que está incluido dentro del que Freud ya nombró: es imposible psicoanalizar.

Ahora, como nos enseñó Lacan, lo imposible, el real en juego, nos exige otro tratamiento, no un abandono al deseo…por el contrario se trata de “hacer algo con eso” … en relación a la lógica de grupos, Freud nos propone: “como en mi consultorio”, y en esta línea: no hay análisis garantizado por ir a un analista, no hay escuela garantizada por ir a la escuela…hay que buscarla cada vez…es una elaboración permanente…que incluye también las ausencias y las faltas…

Lacan decía que hay reprimido, siempre, es inevitable, y si pasamos este hecho a la escuela, hacer algo con esto sería: trabajar los fenómenos de grupo, los S1 que aparecen como respuesta a qué es un analista.

Nuestro fanatismo por el Otro grande, nos lleva a pensar que nuestra forma de ocupar la función del analista es la adecuada…y la del otro no…y no creo que sea posible que esto se detenga…más bien podríamos hacer algo con esto, lo cual me parece es del orden de la elaboración que como escuela nos convoca: cada vez que se vea que hay una respuesta grupal a la forma de ocupar la función del analista, que se presente como LA forma, como el prototipo o el deber ser, buscar la interpretación a ese fenómeno de grupo que permita su caída.

Para posibilitar que “lo analítico” brote en nuestras actividades, es necesario pensar, hacer un cálculo, pero es imposible que emerja de esto una experiencia de escuela, si ya hay respuestas grupales a que es un analista.  Para despejar continuamente las respuestas que aparecen a que es un analista se hace necesario una posición de analizante permanente del grupo.

Dos conclusiones: a) la resistencia de la escuela es la resistencia a trabajar los S1 grupales.  Y b) propongo, que como en el acto analítico, solo hay escuela en el momento fulgurante en que en la escuela cae un S1 que responde a qué es un analista, cuando se trabaja los fenómenos de grupo, cuando se logra hacer caer un S1 sobre el cual nos arremolinamos, cual molinos de Don Quijote.

Datos del cartel
Estado: Inactivo

Título:

Política Lacaniana

Fecha de inicio: 18 marzo 2020
Temática: Política
Modalidad: Ampliado (más de 4 + 1)
Integrantes

más-uno

Nombre: Renato
Andrade
Rasgo: Escuela e invención
Escuela a la que pertenece: NELcf
Lugar/Sección: Lima

cartelizantes

Nombre: Rodolfo
Rojas B.
Rasgo: La política lacaniana y la vida cotidiana en la Escuela
Escuela a la que pertenece: NELcf
Sección: Guayaquil
Nombre: Silvana
Gallegos
Rasgo: ¿La causa analítica en la Escuela?
Escuela a la que pertenece: NELcf
Sección: Guayaquil
Nombre: Juan Pablo
Bitar
Rasgo: La ética del psicoanálisis y sus relaciones con la política en la Escuela
Escuela a la que pertenece: NELcf
Sección: Guayaquil
Nombre: Miguel
de La Rosa
Rasgo: La experiencia de Escuela en la formación del analista
Escuela a la que pertenece: NELcf
Sección: Guayaquil
Nombre: Alexandra
López
Rasgo: Una elección por la Escuela de Lacan
Escuela a la que pertenece: NELcf
Sección: Guayaquil
Producto publicado en la edición a-ritmo propio
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