Lacan (1985)1Lacan, J. O seminário livro 20: Mais ainda. Cap. I. Do gozo. Rio de Janeiro: Zahar, 1985, p. 12 faz articulações nodais a partir do real da experiência analítica, tomando como base, o título Encore, com vários significados em francês. O sentido em portugues, ainda, marca a persistência de algo, o real do gozo, que, de novo, uma vez mais, aponta a uma ideia de repetição ou suplemento.
Encore, como o nome de uma falha, de onde, no Outro, parte a demanda de amor. Lugar de uma compacidade em que se extrai o Um do infinito do gozo feminino; Um como o que marca uma finitude. Mas, de que Outro se trata que faz signo de amor num cartel? O Mais-Um faz signo de amor ou é da ordem do Um, que não faz laço? Neste mesmo Seminário, Lacan diz que “O gozo do Outro, do corpo do Outro que O simboliza, não é o signo do amor”, indicando que se o amor faz sinal, o gozo não, ou seja, não faz signo, permanecendo como uma questão para o sujeito. Encore teria um valor agalmático na transferencia ao trabalho num cartel, encarnado no Mais-Um, saído do Um como signo de amuro ao se mover pelo desejo e se apresenta de modo não suficiente, não respondendo pelo gozo, o gozo do corpo do Outro, mas provocando e provocado em suas próprias perguntas.
De onde parte, então, o que responde pelo gozo do corpo do Outro, se não é do amor? Lacan2Lacan, J. Estou falando com as paredes: conversas na Capela de Sainte Anne. Coleção dirigida por JAM. Rio de Janeiro: Zahar, 2011, p. 71-79 chamou (a)muro, como o que aparece nos signos bizarros do corpo, caracteres sexuais que vem de fora, do Outro. Amuro como lugar de onde parte o que seria capaz, de modo não suficiente, a responder pelo gozo do corpo do Outro. A vida e a morte do corpo, por repeti-los, ainda, o en-corps, aloja seus traços. Há traços no amuro, em que o amor tenta fazer Um.
Amour e Amur, que marcam a relação do sujeito com a castração, faz Um no cartel? Como se dá o laço, a partir do z(Um), ou do Zoomm, em que a ausência dos corpos põe cada uno en su mundo, como diz Miller?3Miller, J. A. Todo mundo es loco. Cap. XVIII. Cada uno en su mundo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2020, p. 333-334 É em torno de um agalma que um grupo saca o sujeito do Um para o laço ao soltar-se e interrogar-se; encontrar sua própria voz no banquete dos analistas.
É deste lugar que vem o encore/en-corps, a repetir e reproduzir o amuro que o corpo traz nos rastros, mas não é através destes traços que depende o gozo do corpo no que ele simboliza o Outro. O falo é a objeção da consciência, em que uma marca fálica aparece como um não dirigido ao Outro, um obstáculo que diz que este não é todo. O que gira ao redor do gozo fálico, como um não ao Outro e um sim ao significante, aponta que o gozo do Outro, do corpo do Outro, não se promove senão pela infinitude. Um cartel pode testemunhar algo desse gozo a partir do não-todo e a pensar que o cartel é feminino e não responde a exigência do Um, restando a escritura como tratamento à infinitude. Há um vazio de saber que se trata de bordejar e deixar algo por fazer, não-todo, à espera de um ponto de capiton que aponte ao que é necessário concluir.
Lacan4Lacan, J. Estou falando com as paredes: conversas na Capela de Sainte-Anne. Coleção dirigida por JAM. Rio de Janeiro: Zahar, 2011, p. 102 ao brincar com a homofonia Amour e Amuro, nos diz que não seria possível falar de amor, no entanto, escrever a partir da transferência ao trabalho se apresenta como um esforço de escrita como causa de desejo. Neste sentido, podemos pensar na transferência ao trabalho como o que se pode dar num cartel, do que não se tem. Dar-se como um conector, não pelo saber que se produz, senão pelo furo no saber, aberto à conversação do que não se sabe e do que resta por dizer.
A experiência no cartel aponta ao encore/en corps, em direção a uma falha no saber, é dizer, não há como ancorar (encore) o corpo no Outro, sede dos mal entendidos da língua, senão neste vazio de saber aberto ao Outro. Um cartel que tenta se escrever em Outra língua, abertura a uma língua Outra, frente a qual não se retrocede, senão que melhor se tenta escrever para que se possa nos ler. O cartel como amuramento dos corpos faz obstáculo ao S² em que se tenta agarrar, não restando senão desgarrar-se e ler de outro modo5Miller, J. A. Los trumanos. Ler de outra maneira. Texto de Orientação do Congresso: O sonho, sua interpretação e seu uso no tratamento lacaniano. Revista Rebus, 2020, por dele ter se servido como marca no corpo. Ler as coisas sem entendê-las, produzir a perplexidade e lidar com o S² como paródia que convoca a uma leitura mais irônica do tempo e da língua, e também das mutações dos semblantes e do gozo. Trabalhar em uma língua estrangeira, permitir a escuta e a leitura6Miller, J. A. Leer, del ser a la existencia. Las publicaciones del Ciec a un solo click. Revista Notas de Ninõs. Ficciones. Libreria Ciec, p. 14 no que toca a esta estrangeiridade, não é o que nos ensina a análise?
traducción artificial
LO QUE EL CUERPO ENCORE EN UN CARTEL
Lacan (1985)¹ realiza articulaciones nodales a partir de lo real de la experiencia analítica, tomando como base, el título Encore, con varias acepciones en francés. El significado en portugués también marca la persistencia de algo, lo real del goce, que de nuevo, una vez más, apunta a una idea de repetición o suplemento.
Encore, como el nombre de un defecto, de donde, en el Otro, parte la demanda de amor. Lugar de una compacidad en la que el Uno se extrae de la infinidad del goce femenino; Uno como lo que marca una finitud. Pero, ¿qué es ese Otro que hace el signo del amor en un cartel? ¿El Más-Uno hace una señal de amor o es del orden del Uno, que no hace ningún lazo? En este mismo Seminario, Lacan dice que «El goce del Otro, del cuerpo del Otro que lo simboliza, no es el signo del amor», indicando que si el amor hace signo, el goce no, es decir, no hace signo, quedando una cuestión para el sujeto. El encore tendría un valor agalmático en la transferencia para trabajar en un cartel, encarnado en el Más-Uno, saliendo del Uno como signo de amuro cuando se mueve por el deseo y se presenta de manera no suficiente, no respondiendo por el goce, el goce del cuerpo del Otro, sino provocando y provocando en sus propias preguntas.
¿De dónde viene entonces lo que da cuenta del goce del cuerpo del Otro, si no es del amor? Lacan² llamó (a)muro, como lo que aparece en los signos extraños del cuerpo, a los personajes sexuales que vienen de fuera, del Otro. Muro como lugar del que parte lo que sería capaz, de manera no suficiente, de responder al goce del cuerpo del Otro. La vida y la muerte del cuerpo, por repetirlas, todavía, el en-corps, alberga sus huellas. Hay rastros en el amur, en el que el amor trata de hacer Uno.
Amour y Amur, que marcan la relación del sujeto con la castración, hacen Uno en el cartel? ¿Cómo se produce el vínculo, a partir del z(Um), o del Zoomm, en el que la ausencia de los cuerpos pone a cada uno en su mundo, como dice Miller?³ Es en torno a un agalma que un grupo atrae al sujeto del Uno hacia el vínculo dejándose llevar y cuestionándose; encontrando su propia voz en el banquete de los analistas.
Es de este lugar de donde viene el bis/en-corps, para repetir y reproducir el amour que el cuerpo lleva en sus huellas, pero no es a través de estas huellas de donde depende el goce del cuerpo en lo que simboliza el Otro. El falo es la objeción de conciencia, en la que una marca fálica aparece como un no dirigido al Otro, un obstáculo que dice que el Otro no es todo. Lo que gira en torno al goce fálico, como un no al Otro y un sí al significante, señala que el goce del Otro, del cuerpo del Otro, sólo lo promueve la infinitud. Un cartel puede testimoniar algo de este goce desde el no-todo y el pensamiento de que el cartel es femenino y no responde a la demanda del Uno, dejando la escritura como un tratamiento a la infinitud. Hay un vacío de saber que consiste en bordear y dejar algo sin hacer, no-todo, a la espera de un punto capitular que señale lo necesario para concluir.
Lacan4 al jugar con la homofonía Amour y Amuro, nos dice que no sería posible hablar de amor, sin embargo, la escritura desde la transferencia al trabajo se presenta como un esfuerzo de escritura como causa del deseo. En este sentido, podemos pensar en la transferencia al trabajo como lo que se puede dar en un cartel, de lo que no se tiene. Darse como conector, no por el conocimiento que se produce, sino por el agujero del conocimiento, abierto a la conversación de lo que no se sabe y de lo que queda por decir.
La experiencia en el cártel apunta a bis/en cuerpo, hacia un vacío de conocimiento, es decir, no hay manera de anclar (bis) el cuerpo en el Otro, sede de los malentendidos del lenguaje, si no es en este vacío de conocimiento abierto al Otro. Un cartel que trata de escribirse en Otro lenguaje, abierto a un Otro lenguaje, ante el cual no se retrocede, sino que se trata de escribir mejor para que se nos lea. El cartel como arruga de los cuerpos hace de obstáculo al S² en el que se intenta aferrar, no quedando otra cosa que desentenderse y leer de otra manera5, por haberlo utilizado como marca en el cuerpo. Leer las cosas sin entenderlas, producir perplejidad y tratar el S² como una parodia que exige una lectura más irónica del tiempo y del lenguaje, y también de las mutaciones de los semblantes y del goce. Trabajar en una lengua extranjera, permitir la escucha y la lectura6 cuando se trata de esta extranjería, ¿no es lo que nos enseña el análisis?
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