Cartel Enapol. Eje Odio. Rasgo: melancolía y estrago. Más uno: Marita Hamman. Cartelizantes: Bárbara Pozzo, Eugenia Morales, Meyer Lozano, Claudia Subieta.
Hay una cuestión cada vez más palpable en la época, una suerte de desmezcla pulsional donde el amor y el odio parecieran no tocarse, una desintrincación, en la que el odio se hace cada vez más evidente -en la clínica y en distintos fenómenos sociales- en detrimento del amor. En esta vía los casos de estrago materno tienen un lugar preponderante en la clínica actual. El estrago pensado como ley absoluta de la que el sujeto da cuenta a partir del “no poder dejar de”, imperativo del empuje al goce característica clínica de los fenómenos ligados al estrago.
Propongo, entonces, pensar las coordenadas de la época no solo en relación al desfallecimiento del nombre del padre sino también al lugar de prevalencia de lo ilimitado del deseo materno y de un súper yo en consecuencia cada vez más voraz. De esto dan cuenta los casos en que el deseo materno, pareciera no alojar suficientemente al hijo en el lugar de falo, articulado al amor. Casos de un dejar caer radical del sujeto que se traducen en una clínica del pasaje al acto.
El odio y la ley de hierro
Miller plantea que “El súper yo como ley insensata está muy cercano al deseo de la Madre antes de que sea metaforizado (…) por el Nombre del padre. El súper yo está cerca del deseo de la madre como capricho sin ley, (…) al valorizar la función de la madre estamos valorando la incidencia traumatizante del goce puro.” [1]: cuestión a pensar en la época de decaimiento de lo simbólico y preeminencia de lo Real en tanto en la actualidad se trata del poder de lo real más que el poder del significante, lo real organiza el lazo, así lo plantea Lacan: “Hay una deriva de lo simbólico hacia (..) lo real,(…). Donde estaba el nombre hoy está la función. Y esta función es un empuje a la voz. La voz materna que va a nombrar para, es decir un súper yo más y más materno (…) hoy en día encontramos todos los elementos para indicarnos que el súper yo viene donde falta la nominación (…) el súper yo es la voz que dice: Si, ¡Goza!”[2] y en este empuje al goce y lo pulsional, no hay sujeto de deseo.
En este sentido, las coordenadas de la época empujan a ciertos efectos melancólicos y maniacos. Nieves Soria plantea la prevalencia en nuestra clínica actual de la melancolía y la manía, en consonancia con la declinación del significante del nombre del padre:
(…) Si no existe la significación fálica ya sea por la inexistencia del significante del nombre del padre o porque el sujeto no puede ocupar más que el lugar del falo muerto, no es sujeto de deseo sino objeto de la madre, no hay por ende significación fálica, y recordemos que Lacan plantea que el sentimiento de vida del sujeto lo da el falo lo cual explica un efecto de desvitalización en la época de declive de la función paterna[3].
En el seminario 5[4] Lacan plantea que es fundamental el lugar de sujeto deseado. Porqué es lo que va a permitir ubicarse como falo para la madre y entrar en la operatoria edipica. Soria retoma este planteo y lo articula a la construcción del esquema Rho, donde Lacan hace equivalentes el niño deseado con el ideal del yo: “no como pos edipico sino como lo que posibilita el Edipo vía el deseo de la madre. Cuando esto funciona el resultado es el ideal del yo en las neurosis. Por el contrario cuando el niño no es deseado, el ideal no se constituye presentándose el súper yo con toda su ferocidad”[5]. En esta dirección habría una relación bien directa entre melancolía y masoquismo moral. Ahora, si el odio es la conjunción de lo real y de lo imaginario que excluye lo simbólico, se puede plantear a la melancolía, como una patología del odio, primero hacia el objeto, luego hacia el yo, “(…) interpenetración del registro real en lo imaginario que excluye lo simbólico” bien en consonancia con la época.
Como el caso de una joven paciente en que el odio a los padres efecto de un modo de nominación de la vertiente del “nombrar para”, permite nombrarse a partir de un significante utilitario, extraído de la madre, la cual solo mira su rendimiento, sus resultados. Nombre que la mortifica, la llena de odio, pero a su vez la anuda y la mantiene a distancia del desencadenamiento. En dicho caso hay un dejar caer materno radical en que el sujeto no cuenta con la posibilidad del amor. Posibilidad de lectura de la melancolía a partir de la ausencia de deseo materno, cuando el sujeto no es falo para la madre, lo que imposibilita la operación metafórica paterna y en consecuencia la emergencia de la significación fálica. Se ve aquí de qué manera el “nombrar para” utilitario, es otro tipo de nominación por sobre la nominación edípica, correlativa a la pérdida de la dimensión amorosa, propia de la época.
NOTAS
- Miller J-A “Clínica del súper yo”, En El Recorrido de Lacan. Manantial, p143
- Lacan J, Seminario libro 21, clase del 19 .03.74. Inédito.
- Soria Dafunchio N , Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica. Ediciones Del Bucle 2017, p 107
- Lacan, J Seminario V. “Las Formaciones del inconsciente”, Paidós. Bs As,1999, p 265
- Soria Dafunchio N , Duelo , melancolía y manía en la práctica analítica, del bucle 2017, p 139