El reciente IX ENAPOL, da cuenta de que el psicoanálisis tiene algo que decir, frente a una época, donde las diferentes manifestaciones de violencia, han dejado a ciertos grupos de personas por fuera de lo social.
El rechazo a estos grupos, puede entenderse a partir de un odio, ante la intolerancia de un modo de gozar del otro, para Lacan la máxima expresión de odio se ve reflejado en la segregación.
La violencia, se manifiesta en diferentes lugares y de las más diversas formas, no es de extrañar, que esté presente también en el campo “psi”, allí donde se pensaría que el profesional, está llamado a tratar el malestar psíquico.
En una sociedad, que parece negar lo propio de la condición humana, que es la condición de ser sufriente, los profesionales del área de salud, se ven forzados a dar una pronta solución, encontrando a su disposición diferentes medicamentos y/o técnicas, que ofrecen un pronto alivio. Todo el saber de ese campo parece encontrar su éxito en callar los malestares, no dando lugar a la aparición de una pregunta respecto a ellos.
Parecen haber olvidado, que hay algo que es irreductible en el ser humano, “el goce”, por lo tanto, a pesar de estos sofisticados mecanismos, existen personas, que han decidido no ceder en sus modos de gozar. Evidenciando así, el fracaso de los avances de la ciencia, por el bien preciado llamado “felicidad”.
Una experiencia
Durante una reunión con colegas, uno de ellos que se había visto obligado por cuestiones de trabajo, a hacer un diplomado en el área forense, relata extrañado que sus compañeros, cuando se trató el tema de personas en situación de calle, respondieron en alusión a estas personas con: “no se van a rehabilitar nunca”, “mejor sería encerrarlos en un centro”, “no se puede hacer nada por ellos”, dichos que no distan mucho de lo que se escucha en lo social, y que se esperaría, tengan otro forma de abordar desde lo psi, pero eso, es solo un ideal, que dista de una realidad.
Lo que me llevo a preguntarme ¿Qué es lo que realmente rechazan estos profesionales? ¿Qué genera ese discurso de odio?
Se puede decir, que el rechazo al Otro es estructural, porque evidencia la falta “Tanto Freud como Lacan- indican que- la presencia del Otro es insoportable, porque implica la dimensión de una falta estructural, falta que detenta el Otro pero que también se direcciona al sujeto. La falta en el Otro denuncia la falta del sujeto porque son la misma cosa. Freud llamo la cosa. Das Ding,”[1]
Es lo que se evidencia en la segregación, que elide el segundo momento de este rechazo estructural, no dando lugar a la negación de la negación, por lo tanto, el Otro no pierde su carácter amenazador, y la respuesta es la intención de eliminación.
La falta que podría evidenciar el confrontarse a sujetos, que han decidido no ceder ante el goce, es la propia imposibilidad de estos profesionales “psi” para operar con eso, donde su saber ha encontrado un límite, y un obstáculo, evidenciando el propio fracaso del ideal “curador”.
El vérselas con la resistencia, la defensa, la negación, con lo que no anda, apunta a lo real de la experiencia analítica; es precisamente allí, donde se centra lo propio de esta experiencia, que no implica el deseo de eliminar eso que no anda, sino que encuentra allí su punto de partida y de orientación.
Y es en parte, la apuesta que se hace desde Uyarina- Punto de Encuentro[2], que se constituye en un dispositivo de oferta, a la espera de que se produzca un encuentro que posibilite, a estas personas, una nueva forma de relacionarse con su goce, donde no hay rechazo, sino apertura, a la posibilidad de un encuentro con lo más singular de un sujeto.
NOTAS
- Fridman, P. “La segregación y sus destinos”. Indagaciones psicoanalíticas sobre la segregación, Grama, Buenos Aires, 2017, p.98
- Institución situada en Cochabamba – Bolivia que trabaja con personas en situación de calle y riesgo social, a partir de la orientación del psicoanálisis lacaniano desde el año 2002.