Un subtítulo del escrito de Lacan La dirección de la cura y los principios de su poder1Lacan, J. (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2. Siglo XXI Editores. pp. 559-616., orientó nuestra experiencia de cartel: Situación actual de la transferencia. La transferencia, concepto fundamental del psicoanálisis, es reconocida como “el término que conceptualiza el modus operandi del psicoanálisis, el resorte mismo de la cura, su motor terapéutico y el principio mismo de su poder”2Miller, J, A. (1986). Recorrido de Lacan. Ediciones Manantial. p. 59.. Incluir el concepto de transferencia en la práctica clínica, como operador de una experiencia, es un asunto que concierne al psicoanálisis desde los inicios de su práctica. Freud no tardó en ponerse a trabajar sobre aquello que en principio experimentó como un obstáculo, se preocupó por la manera en que su figura, su persona, era tomada, incluida en el circuito pulsional de sus analizantes, constatando desde su perspectiva que en el trasegar de un análisis, incluso en el desarrollo de una misma sesión, la transferencia puede manifestarse como repetición, como resistencia y como sugestión3Miller, J, A. (1986). Recorrido de Lacan. Ediciones Manantial. p. 59.. La perspectiva lacaniana sobre la transferencia, por su parte, implica el encuentro con elaboraciones conceptuales sobre el sujeto supuesto saber, la inclusión del analista y su discurso como parte del concepto de inconsciente y las reflexiones sobre el deseo del psicoanalista y la presencia del analista.
El rasgo que elegí para el cartel: la transferencia y el deseo del analista, rápidamente derivó en una triada, a partir de la inclusión del concepto de presencia del analista. Ello ya implicaba en sí mismo un hallazgo, a saber, que el deseo del analista se expresa, se pone en acto, se encarna, a través de la forma que toma la presencia del analista, es decir, del tipo de presencia que ofrece, a la que se presta, para ser investido como objeto. El deseo del analista orienta la asunción de un tipo particular de presencia que, para cada analizante, pueda suscitar causa de deseo. El deseo del analista se expresa a través de su disposición y su presencia4Bustos, V. A. (2016). Deseo del analista, la transferencia y la interpretación: una perspectiva analítica. En Psicología desde el caribe, 33(1), pp. 97-112. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-417X2016000100008.
La tesis de Lacan “es que la presencia del analista implica la puesta en juego de la realidad sexual del inconsciente, es decir, de la actuación pulsional, que busca un complemento en el Otro; un Otro encarnado porque hay un lazo con el Otro del significante (alienación) y hay también un lazo con la presencia del Otro, porque para hacerse ver, oír, chupar, cagar – dialecto propio de la pulsión – se necesita un Otro presente, de carne y hueso”5Cuñat, C. y Zaidel, R.A. (2017). XVII Conversación Clínica del ICF-E. Presencia del analista en la cura. Presentación. Disponible en: http://ccbcn.info/. En la transferencia, bajo la forma de la demanda de amor, se cuela también la demanda silenciosa de la pulsión.
La problematización de la presencia del analista a partir de la orientación por el deseo y la puesta en acto en la transferencia, invita a la encarnación de un tipo de objeto, singular en cada caso, que atiende a la premisa de no satisfacer la demanda silenciosa de la pulsión. Se trata de ponerse al servicio, ofrecerse al uso que convenga al sujeto, a través de la encarnación de un semblante que favorezca que algo de la fijeza y del exceso aparejados a la satisfacción pulsional se conmuevan.
La experiencia en el cartel me enseñó que sostener un trabajo reflexivo en torno a la triada: transferencia, deseo del analista, presencia del analista, constituye una pertinente orientación conceptual, ética y política, para el ejercicio clínico. Es un trabajo que no concluye, conviene sostener una elaboración permanente. La tríada transferencia, deseo del analista y presencia del analista, orienta la pregunta por la posición subjetiva para la asunción de la función analista, expresión que hay que advertir, incluye una equívoca referencia al ser. No hay ser del analista, dado que la función analista se sostiene en la medida en que no se abandona la posición analizante.
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