Marianna Tulli, Asociada de NEL – Maracaibo
Producto de cartel inter-sede: Psicoanálisis y música
El presente trabajo comienza su recorrido alrededor de la pregunta: ¿existe una relación entre el desencuentro materno y el desencuentro amoroso?, ¿hay un punto en común en la respuesta de los sujetos femeninos ante estos desencuentros?. Pregunta motivada por una serie de observaciones realizadas en la clínica con mujeres con un padecimiento neurótico. El motivo de consulta giraba en torno a un importante malestar generado en sus relaciones amorosas.
El trabajo analítico fue revelando aspectos en relación con el Otro materno que las tocaba profundamente y enmarcaba el padecimiento que actualmente experimentaban en sus relaciones. Elaborar la relación conflictiva que tuvieron con sus madres durante sus primeros años de vida tuvo efectos directos sobre sus posiciones en el plano afectivo. Motivada por dar una respuesta a las interrogantes surgidas me dispongo a realizar un recorrido sobre la relación de una mujer con su madre y la influencia de este vínculo en los modos en que esa mujer se posiciona frente a una pareja.
Freud plantea en «Sobre sexualidad femenina» (1931) que existe «… la posibilidad de que muchas mujeres queden detenidas en la primitiva vinculación con la madre, sin alcanzar jamás una genuina reorientación hacia el hombre» [1]. ¿A qué se refiere Freud con esto?, ¿qué hace que una mujer quede detenida en una primitiva vinculación con la madre?, pienso que esto ocurre cuando dicha vinculación denota un importante enigma para esa niña, algo de la experiencia con la madre devino traumático y por ello reprimido.
Dominique Laurent, una analista que realiza un fin de análisis y elabora un pase de su experiencia, habla de que un momento de la cura se centró en su relación estragosa con la madre, la cual mediante una interpretación de su analista es nombrada «reina de la muerte». Esta analista realiza un trabajo sobre el estrago materno, (2005) donde refiere que en la madre hay un goce que no puede ser simbolizado, la madre goza de algo que no es del padre, un goce más allá de lo representable, e indica que esto puede ser un estrago, en menor o mayor medida, «dependiendo del discurso en el cual la madre llega a nombrar el más allá del falo» [2], es decir, dependiendo que como esa madre nombre ese goce mas allá de lo simbólico.
Para esta autora el análisis fue una oportunidad de poner algo en palabras de dicho goce materno, una depresión con ideas «que invocaban la muerte», aspecto que como otros en su historia, determinan su elección laboral, elige ser médico para salvar a otros, así como «salvar a la madre de esa aspiración» de muerte, también determina su elección amorosa, donde elegía un partenaire al que aspiraba salvar. Quedarse en dicha relación primitiva con la madre, truncaba el camino para una elaboración franca sobre sus propias condiciones de goce, así como a la oportunidad de satisfacción por dichas condiciones, aspectos que pudo elaborar una vez atravesado el desencuentro materno y las insignias del padre.
Laurent (2005) plantea que en la mayoría de las mujeres la relación con la madre es un «estrago», por el hecho de que de esta relación «espera más subsistencia que de su padre»[3], demanda a la madre algo que no puede darle, por ello es el primer desencuentro en la vida de un sujeto. Por otro lado Lacan menciona «el estrago que constituye para la mujer la relación con la madre» [4], ya que a pesar del la solución del padre, no abandona su demanda inicial, su objeto privilegiado.
Brousse (2017) enuncia que «el sujeto busca saber lo que orienta el deseo de la madre para calcular su lugar» [5], es decir que dicho deseo le servirá para orientarse sobre quien será y el lugar que ocupará en el mundo. Para que opere la función paterna, algo de ese deseo debe ser nombrado, lo que pasará a ser la orientación fundamental en su vida, sin embargo, no todo puede ser nombrado. «algo en la madre ha escapado a la ley simbólica que la habría hecho entrar en la estructura del intercambio. Por este hecho, ella tiende a permanecer como Otro real, es interpretada como Otro del goce. Convoca así a la fusión imposible o a la persecución.» [6]
Lo que no puede ser nombrado del deseo materno, y por ello no puede entrar en relación, en intercambio, es su goce más singular, por lo que puede llegar a ser increpada como responsable de la no relación por parte de la niña. Esto significa que la niña adjudica a la madre la responsabilidad de no haber podido hacer relación sexual cuando sabemos que para los seres hablantes que están tomados por lo real no hay la relación sexual. Por ello «El estrago se sitúa en el campo de la relación entre el sujeto y la madre, incluyendo al Otro del lenguaje y la relación de la palabra. Este campo nombrado por Lacan «deseo de la madre», comporta una zona oscura, no saturada por el Nombre del Padre, y como tal sin límite definido» [7], esa zona oscura determina el enigma para el sujeto, enigma al que puede quedar fijada la niña, repitiéndolo en su escenario amoroso tal como se ha observado en casos en la clínica.
En el caso de Dominique, quien padeció anorexia, se «esbozaba un fantasma canibalístico» [9] en la relación con el Otro, bajo la forma de un hacerse comer por el Otro, determinando este aspecto como el fantasma se elabora en relación a la figura materna, cuya voluntad de goce sobre ella tomaba una vertiente persecutoria, la posición materna la había aterrorizado durante toda su vida, el análisis permitió atravesar la ficción de ser devorada por el otro. Brousse (2017) plantea que «el descifrado del goce femenino materno, es de hecho tan sólo el del sujeto en su posición femenina»[10].
El desencuentro con la madre es un desencuentro necesario ya que introduce la castración, el no todo. Lo que se observa es que en algunas mujeres hay algo del inconsciente que insiste en la repetición de ese desencuentro en la relación amorosa, ¿Por qué se repite?, el mismo padecimiento, la misma posición frente a la madre. Hay un intento de negar la castración, la no relación sexual y no se admite la imposibilidad de la solución fálica para domeñar ese goce de la madre.
Como puede observarse no solo el goce fálico hace barrera a lo femenino en la mujer, también hace barrera a la asunción de su feminidad la ligazón con la madre, ese tiempo pre edípico, al «quedar detenidas en una primitiva vinculación». Repercutiendo esto activamente en su relación al partenaire, al cual dirigirán los mismos reproches dirigidos a la madre.
Lacan plantea que el amor al padre estructura a la histérica, mientras que por otro lado el goce de la madre la des estructura. Por lo tanto, para estas pacientes, al estar del lado de la ligazón con la madre, sin haber determinado el estrago materno y elaborado las propias condiciones de goce, deviene el acercamiento al hombre en forma de estrago o arrebato. Por lo que estos aspectos al ser dilucidados en la experiencia analítica permitirían el devenir mujer y el cese de la experiencia del estrago, dando lugar a una posición y modo de relación inéditos en la vida de estas mujeres, desde el saber hacer con lo más singular en cada una.
NOTAS
- Freud S., (1931), «Sobre la sexualidad femenina». Obras Completas, p. 3077.
- Laurent, D., (2005), «El analista mujer. Editorial», Editorial Tres Haches, Buenos Aires, Argentina.
- Laurent, D. (2005), «El analista mujer», Editorial Tres Haches, Buenos Aires, Argentina.
- Lacan, J. (2012) «El atolondradicho», pág. 489.
- Brousse, M.H.(2017) ‘Una dificultad en el análisis de mujeres: El estrago de la relación a la madre’, Revista Cuadernos Psicoanálisis, ICF, Nº 286.
- Laurent, D. (2005), «El analista mujer», Editorial Tres Haches, Buenos Aires, Argentina.
- Brousse, M.H. (2017) ‘Una dificultad en el análisis de mujeres: El estrago de la relación a la madre’, Revista Cuadernos Psicoanálisis, ICF, Nº 28
- Laurent, D. (2005) El analista mujer. Editorial Tres Haches, Buenos Aires, Argentina.
- Brousse, M.H. (2017) ‘Una dificultad en el análisis de mujeres: El estrago de la relación a la madre’, Revista Cuadernos Psicoanálisis, ICF, Nº 28