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Miguel Ángel Guarín | La mujer y la Lira

Lo madre

Carlos Varela Nájera

Cartel W. La Ciencia, lo jurídico: cuerpos de la maternidad. Producto final Carlos Varela Nájera

La ley de la madre es, bien entendido, el hecho de que la madre es un ser hablante, y ello es suficiente como para legitimar que yo diga la ley de la madre. Sin embargo, esta ley es, por así decirlo, una ley incontrolada (Lacan, Jacques, 2010, p. 194).

Es indiscutible que «lo madre» exista, se trata de ver los despuntes de goce que su acto produce, y hacia donde apunta, si devora, si estraga, si se amputa el narcisismo, si la crianza pervierte, en fin; lo madre es indiscutible, sin llegar a naturalizarlo, pero no deja de ser una función, aún en nuestra época. Para algunas mujeres, lo madre, no les quita el sueño, ni siquiera se inscriben en esa demanda para no someterse a la maternidad estragante, no por ello su función desaparece, y si decíamos que somos nominalistas lo madre existirá en tanto pueda ser nombrado. Si es nombrado existe, cumple una función necesaria para algunos, lo demás es el síntoma del cual tampoco escapamos. Se puede decir que la familia pasa a ser otro malestar más en el catálogo de malestares, con los cuales nos tendremos que enfrentar, y no creo que seamos los psicoanalistas quienes enterremos a la familia, ni tampoco a la madre, más bien es necesario entrar en estos debates para sacar brillo y apuntalar esas categorías que ordenan al mundo, ver su pertinencia en lugar de desplazarlas o aniquilarlas.

Supongo que Freud no hubiera podido ser mucho sin su madre, más cuando los biógrafos hablan de la gran cercanía de ésta hacia su querido Sigi, esa relación donde se inscribe la corriente tierna no dejó de operar en la confianza de Freud, para aventurarse a desenmascarar lo inconsciente, que nos habita, donde los lazos edípicos por decirlo de alguna manera organizaban la vida de este aventurero del océano psíquico. La madre es un decir, algunas veces sirve como tarjeta de presentación, es la madre una mujer, no solamente LA mujer, la madre como una mujer tiene entonces todo un peso específico en los procesos de crianza, aun ante la caída de los Nombres-del Padre, la madre es una mujer distinta a La mujer, porque para el bebé esa madre organiza sus goces y los deriva desde la instalación del pañal para que la mierda no se pudra entre las piernas, hasta el cuidado apuntalando las zonas erógenas para que ese bebé sea un insatisfecho eterno y pueda ir al psicoanálisis.

Si la madre frente a cualquier pronóstico de su desaparición aún existe es por que funciona como algo necesario para algunas culturas. Freud sabía de la función materna para tramitar lo que hoy conocemos como goce, algunas veces vía el amor, algunas otras permitiendo la entrada del Nombre -del- Padre, o bien con su sola presencia.

Si la madre está ausente o ha sustraído su amor al hijo, la satisfacción de las necesidades de este ya no es segura, y posiblemente queda expuesto a los más penosos sentimientos de tensión. No rechacen la idea de que estas condiciones de angustia repiten en el fondo la situación de la originaria angustia de nacimiento, que también implicó una separación de la madre. (Freud, Sigmund, año, p. 81). tomo 22 pagina 81.

Esta función necesaria que algunas mujeres pueden tomar o dejar, marcan lo infantil en el sujeto y le organizan un rumbo libidinal dándole salida al goce sin agotarlo, permitiendo la humanización. Por otro lado una madre no está exenta de tomar ese pedazo de carne como campo de batalla con su pareja, donde no hay ganadores ni vencedores, sino el efecto gozante con tintes traumáticos, la devastación producida en lo infantil, puede implicar acontecimientos del cuerpo que inciden o no en lo escolar como manifestaciones sintomáticas. Muchas veces el goce que se abre en estos campos de batalla hace difícil el tránsito de lo infantil a otros procesos de formalización donde lo escolar tiene su impronta principal, la madre vehiculiza el Nombre-del-Padre para hacer civilizado ese tránsito de exceso infantil, y a la vez ese Nombre-del-Padre le debería poner límites a su demasiado amor cuando esto sucede, ya que ese exceso también produce estragos.

Por eso indudablemente si el hijo vive en algunos ideales de la madre, para no generalizar por si están ahí las feministas ortodoxas, que de esto nada quieren saber, es que el hijo nace en el deseo y lo imaginario maternal que habita en algunas mujeres. Lacan en el Seminario 20 dice que no le vengan a hablar de los caracteres secundarios de la mujer, porque, hasta nueva orden, son los de la madre los que predominan en ella. Nada distingue a la mujer como ser sexuado, sino justamente el sexo, esta frase un poco enigmática, pero que de una manera u otra se instala el poder fálico que sería preferible ubicar siempre como una disputatio de los sexos, y que en ese campo la mujer siempre gana, ella la tiene mas grande, el goce femenino lo confirma.

La función materna puede ser llevada a cabo por el varón, pero hasta cierto punto, ya que madre solo hay una, como dice el dicho, el don materno, si éste existiera, y que la crianza lo real-izaría, solo es un atributo de una mujer, el hombre puede jugar a domesticar los goces infantiles, pero difícilmente de la manera que lo hace una mujer, que no LA mujer, y el hombre puede ser muy femenino pero no sé si sea una mujer. Ahora la interrogante es, ¿si puede haber un goce femenino en el varón?, no sé como sería, no tengo esa facultad del sabio Tiresias cuya emasculación en mujer hace que el-ella se transforme en mujer y goce, pero lo más paradójico ya no quiso volver a ser varón porque el goce femenino según él goza más.

En la actualidad nos encontramos con nuevas maternidades, nuevos modos de crianza que distan de los preceptos y mandatos culturales transmitidos por décadas; y que interpelan a las ideologías dominantes. Las nuevas maternidades logran descentrar a la mujer como la única responsable de la crianza y del ejercicio de la función materna. Asistimos, así, a la posibilidad de que en parejas homoparentales u homosexuales? la función materna pueda estar a cargo del hombre o la mujer indistintamente de si son o no la madre biológica. También esto abre paso a determinados avances en la medicina, ¿la posibilidad de la inseminación artificial para las parejas homoparentales? además de la posibilidad de adopción o maternidad subrogada, la homoparentalidad como posibilidad no sé hasta donde de lo madre tiene, pero serían las nuevas configuraciones que se encuentran en el mercado de intercambio simbólico que dirigen los debates en la posmodernidad, ¿puede un gay ser padre? a lo mejor sí… pero. Hay que ver que nos deparan más adelante estas nuevas experiencias y qué se comente sobre el decir de hijos criados por padres-madres homosexuales.

La madre también puede producir estragos en su necesidad de posicionarse del deseo del hijo para realizarse, algunas veces su amor es insaciable y causa daños mutilando imaginariamente. Recordemos que para Lacan la madre es estar dentro de la boca de un cocodrilo, él utiliza esta metáfora ya que el cocodrilo lo único que mete a su boca, sin cerrarla son sus crías, para transportarlas de un lugar a otro, a punto de engullirlos. Así se juega el deseo materno, es como estar en la boca en peligro constante, aún así la función materna implica establecer lazos indisolubles con los infans, de ahí estos debates acuciosos donde no queremos abandonar a una madre, ya que esa madre como al pequeño Sigi confortaba.

La funcion feliz de la paternidad es, por el contrario, realizar una mediación entre las exigencias abstractas del orden, el deseo anónimo del discurso universal, y por otra parte, lo que se deriva para el niño de lo particular del deseo de la madre….se trata de humanizar el deseo. (Miller, J.-A., 2017).

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