Cartel-El-biendecir-en-el-producto

El bien decir en el producto, Claudia Velásquez

Acerca del título

El título para el cual he trabajado, tal como me fue planteado, “El biendecir en el producto” propone dos campos diferentes y una articulación entre ellos.[1] Uno es el campo de “el bien decir”, “el bien” remite a un asunto ético y moral; para el psicoanálisis, principalmente ético. Respecto al “decir”, se trata de la expresión hablada de una idea; para el psicoanálisis adquiere una connotación precisa, son aquellas palabras detrás de las cuales es posible escuchar una enunciación,[2] o sea, la posición subjetiva de quien habla. El otro campo es el del “producto”, resultado que queda de un trabajo realizado por un cartelizante en el dispositivo del cartel, esa experiencia en torno al saber que se realiza junto a algunos otros. El producto por lo general es un escrito, “un bien”, en el sentido de un objeto que satisface algo que se requiere, para nosotros, requerido para formarnos como psicoanalistas.

Habrán notado la escritura del biendecir, desconozco la fuente de dicha escritura, si bien podría arriesgar alguna interpretación: se trata de un neologismo, o de lalengua de alguien, o de la intensión de hacer del bien y el decir algo indisoluble, o de darle especificidad al bien decir para el psicoanálisis, o de una invención a la cual se espera dar alguna significación, o de hacer resonar un equívoco con “bendecir”… Por ahora conservaré la escritura que leo en los textos psicoanalíticos de referencia que me fue posible trabajar: “bien decir”. También encuentro en ocasiones “bien-decir”.

1.-Sobre el bien y la ética, para el psicoanálisis

Cómo acabo de señalarlo, el bien implica un problema ético, pero ¿de qué bien se trataría en el psicoanálisis y bajo qué ética?

El “bien” como tal, es un valor otorgado a la acción de un individuo dentro de un determinado contexto, tendiente a satisfacer una necesidad, por lo cual se le considera deseable, correcto, apropiado. La noción se extiende a los objetos, o bienes, que propenden por la felicidad del individuo, al interior de un colectivo. Es además de carácter universal.

El bien para el psicoanálisis, no podrá ser concebido por fuera de lo que constituye su práctica y al sujeto de la misma. ¿Qué bien podría ser este, sino aquel de la encarnación del sujeto de su propia singularidad, en tanto ella lo causa y le traza un horizonte a su actos, al tiempo que de ella, de su singularidad, no-todo lo sabe?

Por su parte la ética, es definida como un juicio sobre una acción. De esta definición, Lacan hace una precisión, es que la acción entraña un juicio.[3] Entiendo esto como que el juicio además de ser dirigido sobre la acción y recaer sobre ella, también viene de la acción misma. Así, en el psicoanálisis, un juicio sobre el bien para un sujeto, no responde tanto a una ley universal, moral, social, sino a lo que hace ley para el sujeto.

Voy al punto: el juicio que una acción entraña, que porta, es un deseo, solo que este le es desconocido al sujeto, deseo inconsciente.

Quisiera anotar algo sobre el término “acción”. Este término da a entender aquello referido a una conducta, a los comportamientos. Si se amplia este campo, es posible incluir en él, la palabra, y otro término vendrá en su lugar: “acto”. Así, la palabra también es un acto. “Actos de habla”,[4] como diría el filósofo J.L. Austin.

En la doctrina lacaniana del lenguaje encontramos problemáticas y relaciones referidas a: la palabra, el signo, el significante, el significado, la significación, el dicho, el decir, la enunciación, lalengua, el discurso,… Todos estos términos al ser concebidos a la luz del sujeto del inconsciente y de la práctica analítica en tanto experiencia de palabra, darán el soporte a ese estatuto de acto que puede adquirir un decir.

Participo de un cartel, uno de los cartelizantes empieza a faltar a los encuentros. Pasado un tiempo, nos dice la razón de su ausencia: “Las reuniones han coincidido con otros compromisos”.

Desde la ética que no incluye al sujeto del inconsciente, podríamos hacer este juicio: “No está bien incumplir un compromiso pactado para un encuentro de trabajo”. Desde la ética del psicoanálisis, diríamos: el deseo está en dirección de esos otros compromisos, que no con el cartel. Por supuesto digo esto con el propósito de ilustrar lo que estoy tratando, no porque sepa propiamente del deseo inconsciente de aquel sujeto-cartelizante.

El deseo se define como la manifestación de una falta constitutiva del sujeto debido a su condición de ser hablante, e indica la dirección hacia la cual el sujeto se dirige para alcanzar el bien que le falta. Dicho de otra manera, es el propio deseo inconsciente el que entraña el acto, solo que, siempre fracasa en alcanzar dicho deseo.[5] El “fracaso”, ya va indicando un punto fundamental sobre la ética del psicoanálisis.

Una joven, sujeto en análisis, expone un texto que ha trabajado con dedicación y rigor. Al terminar, un colega le dice que su discurso es muy técnico, muy elaborado. Interpreta esto como una crítica negativa a su escrito, más aún, como un rechazo dirigido a ella. Le digo ¡Ah era un halago! Esto la remite a un recuerdo infantil, en el que con frecuencia preguntaba por la ortografía de las palabras, cuando apenas empezaba a escribir, dice: “Quería escribir bien”. La interpretación inicial “el otro me rechaza”, se desplaza hacia un dicho que da lugar a una enunciación, a su posición como sujeto, así, abre  la posibilidad de escuchar algo del decir tras lo dicho. Lacan articula la  enunciación con el deseo inconsciente.[6] Un deseo inconsciente de este sujeto se expresa en un  modo de escribir, también de hablar.  

2.-Sobre una ética del bien decir

El bien decir que nos ocupa no es el que se opone al “maldecir” en el sentido moral, el de la blasfemia, el insulto, etc. Tampoco se trata del “bendecir”, con el cual comparte sus raíces latinas (bene y dicere). Se trata del decir que queda olvidado detrás del dicho, en lo que se oye.[7]

Tomaré dos vías para abordar el problema del bien decir, para finalmente referirme, al producto del cartel.

2.1.-Bien decir de la argumentación

Para empezar, tenemos la vía que trazaron los griegos, quienes por medio de la retórica, pretenden alcanzar un decir tal, que lo dicho tenga una sustentación basada en la argumentación, en un razonamiento que sostiene el andamiaje de una afirmación, [8] una razón lógica. No se trata de dichos que afirmen de manera dogmática ni arbitraria. Por medio de este uso racional del lenguaje y también elocuente, se pretende conseguir un efecto en el otro, como convencer, persuadir. Miller plantea que el “arte de bien decir”, es la definición de la retórica,[9] aunque, el psicoanálisis no lo reducirá a ello.

Charles Perelman, filósofo belga de origen polaco, escribe en 1958 su “Tratado de la argumentación. La nueva retórica”, allí expone una de las principales teorías sobre la argumentación, en el siglo pasado. Hace de la retórica un modelo abierto de racionalidad, más flexible que la lógica. Pero deja al margen de la argumentación el ethos y el pathos, alejando así los afectos de la razón y dejando al lenguaje principalmente como mecanismo social para influir a otros. Lacan conoce  bien la propuesta de Perelman, con quien sostiene importantes debates en la vida intelectual de los años 60.[10] Es de interés esta referencia por cuanto da cuenta de una argumentación que al dejar de lado el pathos y el ethos, excluye al sujeto del inconsciente.

2.2-Bien decir del inconsciente.

Mirar la perspectiva del bien decir a la luz del inconsciente, implica abordar en alguna medida, la problemática del saber, si tomamos al inconsciente como un saber articulado como lenguaje y no sabido para sí mismo.

En su escrito “Televisión” [11] Lacan se refiere al escritor francés Boileau[12] quien afirma “Lo que se concibe bien, se enuncia claramente”, a lo que Lacan replica con una inversión: “Lo que se enuncia bien, se lo concibe claramente”. Me detengo en lo propuesto por Lacan:

1) La inversión es una operación propia del inconsciente.

2) La inversión, produce un saber diferente.

3) Hace falta enunciar, para saber.

4) Enunciar bien, tiene como efecto un saber claro.

Enunciar bien, no significa enunciar lo correcto. Bajo esta perspectiva fundada en un inconsciente que se manifiesta en lo que falla (lapsus, actos fallidos, olvidos, síntomas, etc.) el bien de un decir, está justamente allí donde consigue indicar su límite, su falla:

Falla en lograr el acto propuesto; en pronunciar la palabra esperada; en decir toda la verdad, en producir un saber completo, en descifrar a cabalidad un sufrimiento,… Falla en decir lo real.

Lo paradójico de este decir del inconsciente, es que anda bien a tropiezos. Si el inconsciente es un saber articulado y no sabido para sí mismo,[13] su decir será el que consigue enunciar eso. Por ello la ética del bien decir implicaría no desistir en “decir lo que no se sabe”, que sería distinto a “no saber lo que se dice”, ¡otra inversión!.[14]

Miller propone dos modos de decir lo que no se sabe: uno de ellos es en el que se habla de eso que no se sabe, como “un estribillo vacío”, [15] una repetición que no dice nada, palabra vacía[16] que se queda solamente girando en torno a lo no sabido.

Está el otro modo de decir lo que no se sabe: un decir que construye, deduce, inventa, con significantes que no quieren decir nada.[17] Es justamente porque un significante no quiere decir nada,[18]que son posibles esas tres operaciones: construir-deducir-inventar. Palabra plena, diría Lacan.[19]

En el cartel que mencioné, cada uno consiguió dar forma a su rasgo o pregunta. Considero que algunas de estas formulaciones son ya un primer producto del cartel, en la medida en que consiguen delimitar y fijar en unos pocos significantes, lo no sabido por el cartelizante; esto, después de haber hecho circular en las conversaciones, un sinnúmero de significantes, a partir de la inquietud inicial que lo lleva al cartel y de las lecturas realizadas. Uno de los cartelizantes construye la siguiente formulación: “¿Cómo influye la caída del padre en el encuentro de lo humano con las espiritualidades?” Otro cartelizante le pregunta “¿Será caída o declinación? También he escuchado ese término”. La cartelizante podría albergar este significante nuevo para ella, que por ahora, no le dice nada.   

Además del saber, los afectos tienen un lugar en la ética del bien decir. La tristeza emerge cuando se desiste en el decir, y lo que insiste son las ilusiones, apagando los destellos de satisfacción del “gay saber”.[20] Sobre este “gay saber” dice Lacan, “no se trata de comprender, de mordisquear en el sentido sino de rasurarlo lo más que se pueda… gozando del descifraje”, [21] alegría de saber descifrar.

Lo complejo es que al final de este gay saber, de todas maneras la tristeza retorna, por cuanto se produce un tropiezo más, ante “el saber del no-sentido”.[22] Allí está la base de la ética del bien decir,[23] en reconocerse como lo que cae del inconsciente, lo que cae fuera de una estructura de lenguaje, no tiene sentido. Pasar más allá de la tristeza, hasta encarnar el saber del no-sentido. Si bien esto es planteado respecto a una experiencia de análisis, intento ver allí, qué puede enseñar para los carteles, en la medida en que, también en este dispositivo, se trata de un sujeto.

3.-A manera de conclusión

Propongo que, bajo la perspectiva del bien decir, lo que podría orientar al cartel, sería el trabajo de un “esclarecimiento que insista”, bajo una ética del andar no sin tropiezos. Del cartelizante la Escuela espera un producto, preferiblemente escrito, que resulta también de la conversación con otros, un escrito donde escuchemos lo oral. La claridad del mismo no será “para todos”, sería anular el sujeto de la enunciación inconsciente,[24] pero sí un escrito en el que insista un decir argumentativo, que también esclarece.


[1] Que la da el término “en”. “En” es una preposición de modo: aquella que indica la forma en que una acción se lleva a cabo.

[2] Deborah Gutermann-Jacquet, Liminaire en Ornicar 56: Dire, Navarin éditeur, Francia, 2023, p. 7 (La traducción es mía)

[3] Lacan, Seminario 7: La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988, p.370

[4] En la filosofía del lenguaje se encuentra a J.L. Austin con su teoría de los “actos de habla”, en su obra “Cómo hacer cosas con palabras” (1.962) donde expone sus ideas sobre los enunciados constativos  (constatar lo que ya está en la realidad) y los performativos o realizativos (crear una realidad que hasta su enunciado no existía) https://www.youtube.com/watch?v=RtQhsPP0l2c&t=61s

[5] Lacan, Seminario 7: La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988, p.373

[6] Benédicte Jullien, Una nueva ética del decir”, en https://www.hebdo-blog.fr/une-nouvelle-ethique-du-dire/

[7] Lacan, “El Atolondradicho”, en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 473

[8] Gorostiza, “El argumento” en Cuadernos del INES Nº 12, NEL-INES, Perú, 2017, p.21

[9] Miller, “Leer un síntoma”, Blog AMP, Julio 18 de 2011

[10] Durante una presentación de Perelman en 1960, Lacan interviene para proponer una idea inédita sobre la metáfora como sustitución de un significante por otro sin que nada natural predestine dicha sustitución y sin la intervención de ningún significado. No como la propone Perelman, como una sustitución por analogía. A esta intervención se refiere Lacan “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud” en Escritos 1 (p.509), y será publicada luego como “Metáfora del sujeto” en el Apéndice de Escritos 2.

[11] Lacan, Televisión, Editorial Anagrama, Barcelona, 1980, p. 133

[12] Nicolás Boileau, (1.636-1.711) crítico literario y poeta francés.

[13] Lacan, “Hablo a las paredes: Saber, ignorancia, verdad y goce” en Mi enseñanza y otras lecciones, Paidós, Buenos Aires, 2022, p. 243

[14] Miller, Respuestas de lo real, Paidós, Buenos Aires, 2024,p.11

[15] Miller, Respuestas de lo real, Paidós, Buenos Aires, 2024, p.11

[16] Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje”

[17] Miller, Respuestas de lo real, Paidós, Buenos Aires, 2024p.12

[18] Laca, Seminario 3: Las psicosis

[19] Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje”

[20] F. Nietzche: Traducciones: “La gaya ciencia”, “La ciencia jovial”, “El alegre saber”, en su origen la expresión se refería a lo poético que crea arte

[21] Lacan, Televisión, Editorial Anagrama, Barecelona, 1980, p. 107

[22] Dice Miller en las notas al margen en Televisión.

[23] Lacan, Televisión, Editorial Anagrama, Barecelona, 1980, p. 107

[24] Leonardo Gorostiza, “El argumento” en Cuadernos del INES Nº 12, NEL-INES, Perú, 2017, p.32

I Jornadas de Carteles NELcf

El biendecir en el producto

Mesa de apertura

El Cartel: un bien preciado, Christiane Alberti
Palabras de presidente, Ana Viganó
Una aventura de Escuela, Paulina Salinas

Mesa pleanaria

Lo escrito en la punta de la lengua, Francisco Pisani
El bien decir en el producto, Claudia Velásquez

Mesas

Clínica contemporánea
Cuerpo, trauma y lazo social
Discursos
Escuela y política
La palabra y lo mudo de la pulsión
Lo femenino y tratamiento de lo real
Posición analizante y acto analítico
Recordar, repetir, reelaborar
Saber hacer