El síntoma se constituye en dos partes: su núcleo de goce real, pulsional, con raíces en el cuerpo propio y, su envoltorio formal simbólico-imaginario, que depende del campo del Otro, dimensión de la civilización, la cultura, e implica la historicidad del síntoma[1]. Así, el sujeto conforma y vive su síntoma de manera singular, con los elementos, imperativos y tendencias propias de una época y lugar, que provee envoltorios sintomáticos de moda, maneras nuevas de vivir algo que no es nuevo: la pulsión, que cumple su bucle de goce pasando por lo cultural, donde reside lo que en psicoanálisis se llama ̈objeto perdido ̈, en torno del cual necesita girar para cerrar su recorrido[2].
El síntoma: pivote, eslabón entre lo singular y lo cultural, el Uno y Otro, lo formal y pulsional. De ello, concierne el hecho de que el analista no solamente trabaja con la manera singular en que el analizante vive, decide y hace con su síntoma, sino también en como la época le incita a hacerlo. Propensiones que el psicoanálisis debe leer para orientar su clínica. Evidentemente, la clínica de la posmodernidad plantea situaciones distintas a las del psicoanálisis naciente de época victoriana.
El discurso hegemónico actual está dado por la globalización, que implica la producción de un tipo de sujeto para el sostenimiento y expansión de mercados y capitales; producir este sujeto conlleva una mundialización de valores, usos y costumbres. Discurso donde los referentes sociales modernos han caído, anulando: puntos de referencia, marcos rígidos, coerción, sentidos únicos, puritanismo, ideales de familia, feminidad, masculinidad, etc.
Llevando a una banalización social, indiferencia en masa, consumo masificado, permisivo y hedonista capitalista, que busca generar mayor capital, su esencia es el plus, no importa cuánto genere, es insaciable. Producir y vender más, estimular necesidades, saturación de consumo, objetos, información y estímulos, imperativo de funcionalidad, obsesión estética y de imagen corporal.
Ante la erosión de las pertenencias identitarias y la pregonancia de la fluidez relacional y de las formas de la alteridad en desmarque de vías únicas, el ideal está dado hacia una independencia soberana antisocial, un hiperindividualismo que fluye en un medio donde se ha legitimado todo modo de vida[3].
Malestar de la cultura que tiene efectos en el sujeto actual, que padece de la carencia de referentes, imponiéndose la clínica del exceso, donde el síntoma se presenta en un sin límite, en un malestar desestructurado, impreciso, intermitente, difuso, que lo invade todo, un sentimiento de vacío interior y de absurdidad de la vida, muchos inmersos en el consumo, donde lo prominente es el exceso (bulimia, anorexia, toxicomanías, obesidad, etc).
Llamada era del Otro que no existe, que co-responde a su vez la era del psicoanálisis líquido, al estar la clínica ligada desde siempre al estado contemporáneo de la cultura, al momento actual del discurso[4]. Por ello Lacan después de veinte años de enseñanza, trae la noción de lalengua para diferenciarla del lenguaje.
De un inconsciente de las formaciones del inconsciente, la estructura, el lenguaje, la clínica de primacía significante, del desciframiento, el sentido del deseo y la comunicación, a lalengua que vira al inconsciente de los acontecimientos del cuerpo, primando ya no la comunicación sino la satisfacción[5] y el acontecimiento de goce, que no tienen que ver con el desciframiento sino con el corte, la sesión corta del psicoanálisis líquido[6].
El psicoanálisis, desde esta perspectiva, no es tanto la espera de la emergencia de una verdad sino la espera de una satisfacción que convenga y, de algún modo, la obtención de esa satisfacción da lugar solo a posteriori a la elaboración de una verdad[7].
Referencias
1 Miller, J.-A., ̈El campo pulsional ̈, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 380.
2 Miller, J.-A., ̈El campo pulsional ̈, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 384.
3 Lipovetsky, G., La era del vacío, Anagrama, Barcelona, 2000.
4 Miller, J.-A., ̈El culto de lo nuevo ̈, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 328.
5 Miller, J.-A., ̈Psicoanálisis líquido ̈, Todo el mundo es loco, Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 211.
6 Miller, J.-A., ̈Psicoanálisis líquido ̈, Todo el mundo es loco, Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 216.
7 Miller, J.-A., ̈La interpretación lacaniana ̈, Todo el mundo es loco, Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 249.
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