A partir que logro cernir y agujerear en mi análisis una posición de goce por la escucha en exceso, ligada a la caridad con los «desechos humanos», me apunto a poner a trabajar en el dispositivo del cartel la pregunta por la función del analista. Revisando la literatura psicoanalítica me topo con que en El Seminario 8: La transferencia Lacan se formula la pregunta: «¿Qué es el analista?» Pregunta precedida por el enunciado «el analista actúa menos por lo que dice y por lo que hace que por lo que es»… en transferencia. (1961, p. 353) Allí la clave. Haciendo uso del texto de Dirección de la cura… podemos añadir que con tal de sostener la cura, el analista paga «con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo». (Lacan, 1958, p. 567)
Podemos conjugar ambos textos para destacar la estrecha relación entre la posición del analista con el Hades. Dice Lacan que el analista ha de representar[1], o más bien jugar conel papel de muerto; esta es la doble acepción para el término francés jouer. Las siguientes referencias sobre la función del analista intentan ilustrar que de ninguna manera se trata del cumplimiento del fantasma de aquel que opera como tal, es decir de una posición de goce. Encontramos en El Seminario 3 una símil que califica al analista como un basurero. En aquella mención lo que asombra es el término «aguante», aguante comentarios de la procedencia que sea, aguante… ¿con qué fin?
¿De qué se ocupa el analista? Tomando como referencia El Seminario 15, diremos que Lacan se distancia una vez más de las nociones freudianas sobre la cura y la interpretación, para destacar que tanto el analista, como su acto se interesa por la conneire y no la verdad en sí.[2]«No es tanto la verdad de la pendejada, sino la pendejada de la verdad». Lacan equipara la pendejada con aquello que concierne al campo de lo sexual, en tanto es aquello que hace obstáculo a la verdad. En otro modo diremos que el analista se encarga de todo aquello que está dispuesto a ir al tacho de basura del sujeto, consolidando la represión, allí nuestro lugar: tomamos su relevo.
Advertía ya la dicotomía entre una posición de goce y la del analista. Tal referencia puede asentarse a la altura de El Seminario 17 a remarcar la distancia del analista con las pasiones y en particular con aquellas prescritas por Yahvé: amor, odio e ignorancia. Si seguimos a Miller en Sutilezas analíticas podríamos añadir el hastío y el entusiasmo. Si regresamos al seminario sobre la transferencia, podríamos decir que si bien el analista las puede sentir y experimentar lo que debe primar es que «se encuentra poseído por un deseo más fuerte». (1961, p. 214) Aquí una noción de lo que constituye el deseo del analista.
Una mayor referencia a este punto sobre la función y las pasiones ligadas al goce lo encontramos en Televisión. «No hace caridad, más bien se pone a hacer de desecho: descarida» (1973, p. 545) Lacan ilustra a través de la figura del santo la posición del analista con respecto a la transferencia: encarna para el sujeto el objeto a, causa de deseo. Descarida refiere a que el analista se sabe desecho, es un residuo del inconsciente del sujeto y se aprovecha de ello para, lejos de comandar su actuar por medio de las instancias de bienestar que promueven los organismos de salud mental, apuntar a la singularidad del deseo del analizante.
En cuanto al goce dirá «para él ni pizca». (1973, p. 546) Si el santo llegase a gozar, dejase de operar como tal. Es igual para el analista. Gozar implicaría el riesgo de situarse en una relación especular, en la cual se reaniman todo tipo de pasiones. Es aquí que bien el analista «ha de tener en cuenta… los sentimientos, no que él inspira, sino que experimenta en el análisis…» (Lacan, 1961, 217) Nada nos impide pensar que aún en aquellos analista con análisis harto largos esta instancia se deja de cumplir, por el contrario. Pero bien sabrán estar advertidos de aquello, para poder hacer libre uso de los dispositivos al alcance del psicoanálisis: el análisis y la supervisión. Podríamos dar una vuelta más a la noción del santo y contrastarla con Joyce. De ninguna manera él podría ser considerado un santo «Joyza demasiado del S.K bello… No hay santo más que no queriendo serlo, renunciando allí a la santidad.» (2012, p. 593) Aquí una noción en cuanto al analista: no hay ideal del ser del analista, ni tampoco ideal en cuanto a su formación.
Miller señala que existe un cierto malestar en cuanto a lo que la formación[3] implica. La palabra misma atañe un tinte de corte imaginario, como si lo que precediese de aquello estuviese de la mano del ideal. Si bien la formación teórica es importa, cabe decir que «el analista no resulta del analista, sino del análisis». (2001, p. 530) Lejos de ser un proceso identificatorio lo se espera de un análisis, es que se cumpla un proceso de caída de las identificaciones y los ideales. Sobre este punto me quedaré con las primeras líneas de la Proposición del 9 de octubre para decir que no es sino el mismo analizante quien se autoriza en su labor como analista, pero no sin el Otro que constituye a la Escuela.
Lo que ahora me interroga consiste en el lugar del analista en la Escuela, más allá de la literatura psicoanalítica, del lugar que se construye desde el Uno a partir de un saber-hacer no sin los impases que resultan de la convivencia en el grupo teniendo en cuenta que esta convivencia es consentida. ¿Hay analista sin Escuela?
BIBLIOGRAFÍA
- Lacan, J. (1955). El Otro y la psicosis. En El Seminario 3: La psicosis (pág. 47). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1958). La dirección de la cura y los principios de poder. En Escritos 1 y 2 (pág. 567). México: Siglo Veintinuno.
- Lacan, J. (1961). Clínica de la contratransferencia. En El Seminario 8: La transferencia (pág. 217). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1961). Descomposición estructural. En El Seminario 8: La transferencia (pág. 353). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1967). Clase 2. En El Seminario XV: El acto psicoanalítico (pág. 25). Kriptos.
- Lacan, J. (1967). Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela. En Otros Escritos. Buenos Airesa: Paidós.
- Lacan, J. (1970). La feroz ignorancia de Yahvé. En El Seminario 17: El reverso del psicoanálisis (pág. 144). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (1973). Televisión. En Otros Escritos (págs. 545-546). Buenos Aires: Paidós.
- Lacan, J. (2012). Joyce el síntoma. En Otros escritos (pág. 593). Buenos Aires: Paidós.
- Miller, J. (2001). El desbroce de la formación analítica. En Introducción a la clínica lacaniana (pág. 530). Buenos Aires: Paidós.
- Miller, J. (2012). Posición del analista. En Sutilezas analíticas. Buenos Aires: Paidós.
NOTAS
- Jouer: representar, hacer de; jugar a.
- Conneire: tal como está en la versión de Kryptos se encuentra traducida como «pendejada». Sin embargo, la traducción textual corresponde a «mierda».
- Formación en alemán se traduce como bildung, cuya raíz bild significa «imagen».