«Una escritura es, pues, un hacer que da sostén al pensamiento.»[1] Con esta frase de la clase La escritura del Ego, Lacan retoma en el seminario 23 El sinthome, el tema de la escritura. La que le interesa esta vez, es la del nudo borromeo y el pensamiento al que se refiere, hace referencia al significante transformado por la escritura, es una materialización asociada a lo imaginario, y no el pensamiento asociado a lo simbólico que da sentido. Esta asociación permite «imaginar lo real»[2] como lo acentúa Miller en El ultimísimo Lacan, es decir, constatar lo real por medio de un imaginario que a partir de este momento toma otro estatuto.
El ejemplo que Lacan utiliza en esta ocasión es el caso Joyce, quien para Lacan no poseía una consistencia imaginaria, idea que sustenta extrayendo varios momentos de la obra Retrato del artista adolescente. Así, despliega una dimensión del registro imaginario que ya no está en relación al narcisismo donde el cuerpo en tanto imagen podría ser afectado, que ya no sólo se encuentra en esa intersección con lo simbólico, sino que también se encuentra en su intersección con lo real. Elabora un ego que no le debe nada al cuerpo como imagen, sino un ego corrector, de función particular, que define como: la idea que alguien se da de sí como cuerpo[3]
Paralelamente a esta mención, he de introducir la referencia de Fernando Pessoa, escritor portugués, quien ha sido definido en la mayoría de las ocasiones como un hombre de múltiples heterónimos; es sin duda un literato que dio cuenta muchas veces de ser muchos para sí mismo.
Pessoa no fue conocido como un gran escritor de su tiempo, su vida se abocó al trabajo como traductor realizando algunas pocas publicaciones con este nombre, se podría decir, que día era un traductor y en su tiempo libre (quizá de noche) era escritor: «Yo de día soy nulo, y de noche soy yo.»[4] dice Pessoa en uno de los fragmentos del Desasosiego escrito por su heterónimo Bernardo Soares. La razón por la que se le acuñan heterónimos, es porque más que escribir a través de seudónimos lo hacía por medio de personajes a los cuales les creaba biografías completas, cada uno con una historia de vida e incluso de muerte distinta; personajes con personalidades que daban cuenta incluso de estilos diferente de escritura; en todos ellos, la enajenación dentro de la obra es fundamental: «¿Seré como parezco en mí? ¿Seré como me creo verdaderamente? Hasta en la sensación soy algo ateo, y no sé si soy yo quien en mí siente.»[5] Este poema de su heterónimo Álvaro de Campos así como muchos de ellos, pueden encontrarse un enigma por la unidad subjetiva, aunque con personalidades distintas: a veces líricos, clásicos o vanguardistas, es llamativo que ese enigma se hace patente. Se le acuñan alrededor de 70 heterónimos, aunque 4 de ellos fueron los que lograron destacar en su singularidad.
¿Qué sucede en el caso de Pessoa? pues su escritura parece constatar también la experiencia de una fragilidad imaginaria en tanto fragmentación de personalidades que no constituyen una experiencia de unidad; por el contrario, Pessoa es uno que se hace múltiple y desata la necesidad de bordear por medio de la escritura, esto que se le presenta como una experiencia de multiplicidad: «Creé en mí varias personalidades. Creo personalidades constantemente. Cada sueño mío pasa a encarnarse de inmediato, nada más aparecer soñado, en otra persona que pasa a soñarlo y que ya no soy yo. Para crear me destruí. Tanto me exterioricé dentro de mí que en mi interior no existo sino exteriormente. Soy la escena desnuda por donde pasan varios actores representando diferentes obras.»[6]
Es el autor mismo como el lugar del vacío, la escena desnuda dice, donde pueden venir alojarse distintos heterónimos. Un nombre en la multiplicidad de nombres, que representan diferentes obras, vidas, autobiografías. Su mismo nombre Pessoa cuya traducción es «persona» introduce la cuestión de ser a través de este enigma con el cual construye su escritura. ¿Será que su nombre mismo es uno más de los poetas que hacen parte de su experiencia de sí? Su multiplicidad, no es la constatación de un alter ego como se conoce literariamente, la escritura cumple una función para su ego en la forma en que Lacan la definió, que le da sostén o más bien marco a esta experiencia de multiplicidad; pero además, al igual que en Joyce, Pessoa también parece darse una nominación a partir de ese ego singular que se construye, al nominar, ordena un mundo de desasosiego, y luego incluso con la escritura pone ese significante a circular en una de sus obras.
En su escrito autobiográfico expresa: «Me siento múltiple. Soy como un cuarto con innumerables espejos fantásticos que dislocan hacia reflejos falsos una única central realidad que no está en ninguno y está en todos. Como el panteísta se siente ola y astro y flor, yo me siento varios seres. Me siento vivir vidas ajenas, en mí, incompletamente de cada, individuado por una suma de no-yos sintetizados como un yo postizo»[7] El cuerpo entonces, no queda articulado a la imagen sino a la pertenencia. Lo que en definitiva se constata en esta experiencia de ser múltiple es justamente la relación con el cuerpo como ajeno, no hay unidad, tampoco identificación: «Relacionarse con el cuerpo como algo ajeno es ciertamente una posibilidad que expresa el uso del verbo tener. Uno tiene su cuerpo, no lo es en grado alguno»[8] Y esto dice Lacan es la única consistencia: «El parletre adora su cuerpo porque cree que lo tiene. [… ]»[9] Miller igualmente indica que es más del lado del tener que del ser como se plantea el Un-cuerpo: «El ego se establece a partir de la relación con Un-cuerpo, no hay identificación, hay pertenencia, propiedad.»[10]
Darse un nombre propio apunta así, a tener un cuerpo que goza en lo singular[11] singularidad que apunta a lo que se vive en soledad e implica que la función de este ego es el uso, la manipulación, el arreglárselas con, que da paso a una nominación propia.
Para finalizar quiero aludir a lo que el escritor Antonio Tabucchi gran traductor y lector de Pessoa comenta en una oportunidad respecto al poco protagonismo de la vida amorosa en el autor: «Fernando Pessoa escogió la literatura simplemente porque no podía escoger el amor»[12] Esta afirmación me resuena en un sentido, el de pensar también la escritura como partenaire de Pessoa, insinuación que aunque no desarrollo me conduciría a poder articular el modo en que este autor se da un lugar por medio de su sufrimiento, de su soledad, o habría que decir también, por medio de su síntoma.
NOTAS
- J, Lacan. «La escritura del Ego» El Seminario 23: El sinthome (Buenos Aires: Paidos 2008), 142.
- J, Miller. «Momento de concluir» El ultimísimo Lacan (Buenos Aires: Paidos 2013), 194.
- J, Lacan. «La escritura del Ego» óp. cit, 147.
- F, Pessoa. Libro del desasociego. Heterónimo Bernardo Soares.(Barcelona: Nueva edición de Richard Zenith, Acantilado 2013) Enlace consultado en línea Julio 2018: https://www.circulobellasartes.com/pessoa/obra.php?id=9
- F, Pessoa. Poesía III. Los poemas de Alvaro de Campos I. (Madrid: Abada 2012) Enlace consultado Julio 2018: https://www.circulobellasartes.com/pessoa/obra.php?id=3
- F, Pessoa. Libro del desasociego. Heterónimo Bernardo Soares. óp. cit, enlace consultado en agosto 2018.
- F, Pessoa, «Escritos autobiográficos (fragmento)» Blog El placard. Enlace consultado Julio 2018: http://el-placard.blogspot.com/2012/04/escritos-autobiograficos-de-pessoa.html
- J, Lacan. «La escritura del Ego» óp. cit, 147.
- J, Lacan. «Joyce y el enigma del zorro» El Seminario 23: El sinthome (Buenos Aires: Paidos 2008), 64.
- J, Miller. «Un-cuerpo» El ultimísimo Lacan (Buenos Aires: Paidos 2013), 108.
- E, Laurent. «Nominación y cuerpo gozante.» El reverso de la biopolítica. (Buenos Aires: Grama 2016), 93.
- A, Tabuchi. «Las cartas de amor de Fernando Pessoa, rescatadas e ilustradas» Artículo en línea consultado agosto 2018: https://www.abc.es/20100301/cultura-literatura/cartas-amor-pessoa-rescatadas-201003011615.html