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Jean ARP | Composición abstracta

Indig-nada. La indignación, como envés de un semblante epocal: feminismo(s)

Karina Benuzzi
7 febrero 2021

El ENAPOL este año ha propuesto el título Odio, cólera e indignación. En referencia al mismo, Gerardo Arenas ha escrito un texto: Tres pasiones (lado B). En relación a la indignación que en este caso nos ocupa, dice que es la menos interrogada. Lacan la consideró respuesta ante una afrenta a la dignidad y la ligó a la singularidad, o sea, al lazo libidinal con aquello que salva nuestra dignidad por hacer de nosotros algo único. Se refiere al lado B de la indignación como la posición del sujeto en el eje dignidad-indignidad y agrega: “Haber perdido la dignidad en los lazos sintomáticos es algo que suele motivar el análisis. Cuando nuestra singularidad –núcleo de nuestro ser– es cuestionada- la indignación nos invade y podemos analizarnos para recuperarla.” Dada la relación entre dignidad y singularidad, el paso a una posición más digna es esperable en el análisis. La indignación, cuyo lado B o envés es una dignificación, apunta a arreglárselas con la singularidad. Miller, nos dice en su libro De Mujeres y Semblantes, que el envés es el ocultamiento del principio femenino bajo el ideal masculino. Al principio femenino se le atribuye un misterio que absolutiza a la mujer como Otro distinto del falocéntrico para representar el misterio absoluto fuera del falo. Que La mujer no exista, tal como Lacan lo enunciara, no significa que el lugar de la mujer no exista, sino que ese lugar permanece esencialmente vacío. En ese lugar se encuentran las máscaras de la nada, suficiente para justificar la conexión entre mujeres y semblantes. Pero, ¿qué es un semblante? lo que tiene función de velar la nada. Para Freud, el penisneid, es la subjetivación del no tener. Este menos, es bajo lo cual podríamos encuadrar la clínica femenina. El sentimiento de injusticia es un lugar central dentro de la queja femenina. Este no tener, puede leerse como un no tener derecho a. En este caso puntual, hablaremos de un no derecho a la dignidad en la pareja amorosa que se traduce en anorgasmia y que bajo el envés del semblante feminismo(s) se oculta la indignación como afecto que invade la vida de esta mujer y que la lleva a la denuncia y al escrache del partenaire amoroso como solución fallida al malestar que la invade.

El caso: No soy digna….indig-nada

María, 19 años tiene dificultades para relacionarse social y amorosamente con los hombres:

Los hombres no saben tratar a las mujeres, siempre hay una relación de poder de ellos sobre ellas. María exige a sus hombres respeto, saber tratarla. Lo que no tolera es la virilidad, un hombre potente es un hombre descortés. Su voz se hace escuchar a través de un discurso feminista que busca la igualdad entre hombres y mujeres para derribar la relación de poder que se establece en el encuentro. Los prefiere intelectuales e impotentes.

Hacer-se escuchar. La indignada-¿dignificada?Cuenta que se contacta con un hombre con el cual había tenido sus primeras relaciones sexuales. Le exige que se disculpe por haber sido descortés. Ella dice que fue un abuso, él se disculpa negando la acusación. María levanta su voz y exige que el otro le hable-se disculpe. María lleva la denuncia hasta el trabajo de dicho sujeto, ocasionándole serios inconvenientes laborales y personales. Dice: No soy digna de tener una relación amorosa. Ella relaciona esto con su anorgasmia. En las vueltas del circuito pulsional de María subyace la pregunta ¿qué es una mujer? O ¿was will das wibe? -qué quiere una mujer-. Ella aparece en escena una y otra vez como abusada-indignada. Abusada por un Otro que sólo busca su satisfacción a costa de su insatisfacción. El guión de su ficción no le permite, en un principio, salir de la escena como tal, sin embargo, hay una rectificación subjetiva cuando ella deja de clamar abusos y pone en juego la seducción, ya no denigra a su partenaire, sino que lo convoca al deseo. En dicho momento lo invita al encuentro y esto funciona. No por mucho tiempo. Pues se ha hecho reconocer como una más de las abusadas que éste replica en las redes. Se ha identificado con estas mujeres. Ella es una más de ellas. Este universal -paradójico en tanto lo femenino hace objeción a lo universal- del feminismo(s) le permite hacer semblante de su condición de mujer. ¿Cuál? Si una mujer se hace, pues deberá hacer-se desde su singularidad. Como destino, es lo femenino lo que se pierde cuanto más se busca en la dialéctica entre los sexos. No hay aquí ninguna relación necesaria para significar el goce. La indignación, cuyo lado B o envés es una dignificación, apunta a arreglárselas con la singularidad: una mujer única.

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