La indignación, “es un afecto que, como su nombre lo dice, tiene que ver con la dignidad”[1], existiendo entre ambos, un lazo “esencial, no azaroso”[2]. Siguiendo sus distintas acepciones, la indignación, es un afecto y a la vez un efecto o reacción del sujeto ante una situación vivida como indigna, en tanto toca algo de la propia subjetividad y singularidad.
Ante hechos en los que la singularidad del sujeto es rechazada o vulnerada, la indignación se vive como una sensación de segregación del campo del Otro, de sus derechos, justicia o dones de amor. Sintiendo, como señala Arenas “los efectos en la carne”[3], pues algo del goce es tocado, resonando en el discurso y en el cuerpo.
La indignación también se presenta cuando algo que se esperaba, funcione de una manera, no lo hace. Goce del encastre, que hace existir una relación, “y la cólera que puede desencadenarse cuando la cosa no funciona”[4]. Lacan en su seminario 6 señala que la cólera surge cuando “lo real llega de golpe (…) en el momento en que nosotros hemos hecho una muy bella trama simbólica, o todo va muy bien, el orden, la ley, nuestro mérito y nuestra buena voluntad. Uno se da cuenta, de golpe, de que las clavijas no encajan en los pequeños agujeros”[5].
Lo que no marcha, lo que no encaja, remite a lo contingente del encuentro con lo real, de la no relación sexual y la inconsistencia del Otro. Así, la indignación puede surgir cuando el Otro, idealizado como completo, desconoce la singularidad del sujeto, emparentándose este hecho con la pérdida del amor del Otro, que es “un lazo que media entre el sujeto y aquello que hace de él algo único -esa singularidad en la cual radica nada menos que su propia dignidad”[6].
Sin embargo, “no va de suyo que el sujeto soporte dignamente su singularidad, ya que, por ejemplo, puede sacrificarla en el altar de sus lazos amorosos”[7]. En muchas ocasiones, renuncia a ella en virtud del deseo del Otro. Este aspecto, remite al programa de goce del sujeto, que en la articulación imaginaria y simbólica del fantasma, pretende hacer consistir al Otro, ejerciendo desde allí una violencia interpretativa sobre el partenaire, lo que atenta “contra su singularidad” y que como efecto, “no puede sino indignarlo”[8].
Ante la indignación, son múltiples los modos de actuar. Desde “actos muy éticos y creativos”, hasta “la cólera, la segregación, la violencia, la venganza”[9] y la reivindicación, podríamos añadir.
Miller, en el Seminario El Ser y el uno, ubica la reivindicación como una reclamación vinculada a la demanda: “exigencia pulsional, significa reivindicación, reclamación. Por consiguiente, se trata de un enunciado y Lacan hizo de él, en su grafo, una demanda”[10]. Sin embargo, más allá de la mirada, palabra, dones o signo de amor del Otro, lo que el sujeto demanda en la reivindicación es su reinscripción en el campo del Otro, dirigiéndose para exigir de él, una respuesta, una nominación, un reconocimiento.
Actualmente, son múltiples los movimientos que pretenden reivindicar algo de los derechos y singularidad de los sujetos. Colectivos LGTB, movimientos indígenas, agrupaciones de ambientalistas, asociaciones ciudadanas, plataformas de mujeres, etc., realizan actos dirigidos al Otro social y del Estado, para reinscribir simbólicamente, algo de lo real de un goce dejado por fuera.
Sin embargo, la reivindicación se constituye en una falsa salida, en tanto produce un nuevo giro alrededor del Otro. Pues al dirigirse al Otro para demandar una reinscripción de lo desalojado, el sujeto sostiene la ficción de un Otro completo y consistente, que es capaz de reinscribirlo todo. Los actos reivindicativos apuntan al Otro y a la inscripción simbólica de la singularidad de un modo de gozar segregado, pero por otro lado, sostienen una lógica grupal donde la identificación y los ideales comunes producen, paradójicamente, el borramiento de la singularidad.
Tejida desde lo imaginario y simbólico, la reivindicación deja intocado lo real. He ahí, su punto de engaño. Apuntando a la consistencia del Otro, lo que el sujeto encuentra, señala Lacan, es el “fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real”[11]. De allí que la reivindicación, la reclamación y demanda al Otro, se constituye en un intento de hacer encajar, lo simbólico a lo real. Misión imposible.
Frente a los actos reivindicativos, la posición analítica no apunta a desestimarlos o alentarlos, sino a interrogarlos. Como indica Leguil, el psicoanálisis “no empuja a los sujetos a dejarse llevar por sus pasiones sino a abrir los ojos sobre la dimensión de goce que habita en el corazón de toda pasión”[12]. Se trata de interrogar a cada uno, por el goce propio tocado en el encuentro con lo real de la inconsistencia del Otro y la inexistencia de la relación sexual, para producir un pasaje de la indignación, a la dignidad del síntoma.
Para el psicoanálisis no existe sujeto colectivo, sino modos de gozar singulares y la ética del síntoma, apunta a localizar ese modo singular con el que cada uno se las arregló con lo real del malestar de la civilización y la pulsión de muerte. El psicoanálisis, señala Renzo Pita, “puede revelar la estructura libidinal de las masas y del orden social en general. Con ello puede prevenir falsas salidas, falsos escapes que hacen creer a los seres hablantes que se han liberado de sus cadenas”[13]. Falsas salidas que lo atan, podríamos decir, al giro infernar por el Otro.
La dimensión ética de la dignidad, va más allá de Otro y apunta al modo en que cada sujeto sostiene su singularidad respecto de su goce, introduciendo un “saber alegre ya que reinyecta lo contingente y lo posible allí donde todo parecía ya escrito por adelantado”[14].
NOTAS
- Etinger, D. (Enero, 2006). “El agujerito y la clavija”. Página 12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-61568-2006-01-12.html. p.2.
- Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. pp. 57-59
- Ídem.
- Ibíd., p. 59.
- Lacan, L. (2015). Seminario 6. El deseo y su Interpretación. Buenos Aires: Paidós.
- Arenas, G. (2015). Cólera, indignación y goce del encastre. Revista Estrategias – Psicoanálisis y salud mental-. 2 (3). Extraído a: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/46006. p. 59
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Miller, J-A. (2011). Seminario Ser y el Uno. Inédito. p. 42.
- Lacan, J. (2015). Seminario 6 El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.
- Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p. 13.
- Pita, R. (Marzo, 2018). “Cinco apuntes sobre una crisis política”. Blog Nel Lima. Recuperado de: https://nellimablog.com/2018/03/18/cinco-apuntes-sobre-una-crisis-politica/. p.3
Leguil, C. (1999) “Entrevista a Clotilde Leguil”. Revista Estrategias, Psicoanálisis y Salud Mental. Recuperado de: https://revistas.unlp.edu.ar/Estrategias/article/download/2095/1999/. p.13.