El cartel sabemos es el órgano de la Escuela y un dispositivo esencial para nuestra formación como analistas. A su vez, es la puerta de entrada para aquellos que se acercan para trabajar desde nuestra orientación. Cada vez que convocamos o nos convocan a constituir un cartel es a partir, de preguntas que nos surgen a pensar e investigar en lo epistémico, político y clínico. Sin embargo, ¿cuál es la orientación que vamos encontrando para dicha investigación de los tres ejes? Dicho de otra forma, ¿desde qué lugar vamos dándonos respuestas a estas preguntas clínicas, políticas y epistémicas?, por lo común desde los textos de Lacan y Miller con indicaciones y orientaciones que finalmente son fundamentos epistémicos.
¿Cómo entender un cartel clínico?, ¿cómo pensarlo y abordarlo? Dar lugar a los interrogantes que surgen en nuestra práctica sin que lo epistémico inunde las elaboraciones, sino más bien, que lo clínico elucide lo epistémico elucubrando un saber a partir de la orientación por lo analítico o de lo que de ello se desprende en los impasses. De esta manera ¿qué diferencia, un grupo clínico, una conversación clínica, una supervisión de grupo, de un cartel clínico? ¿cuáles serían los efectos de formación en un control y en un cartel clínico? Varios interrogantes a pensar, sin embargo, una primera aproximación me surge como posible lectura. En un cartel clínico, la presentación de un caso clínico que plantee un interrogante que se está investigando como rasgo, podrá tener efectos de formación al interior del cartel en la elucidación de la pregunta clínica del caso y desprenderse de allí una pregunta o no que conduzca al practicante a un control y de él -el control- efectos analíticos singulares y de formación en la posición analítica en el caso.
El efecto de formación como saldo de saber de un control para cada practicante, va a incidir en la posición de analizante y de ello una transformación en su posición analítica. Finalmente en nuestra investigación, pregunta singular clínica o rasgo al interior de un cartel clínico, nos permitirá anudar lo epistémico, clínico y político dando lugar a pensar lo analítico como orientación en nuestra práctica desde la posición analizante, donde lo epistémico se vea vivificado por lo clínico.